Redacción Farmacosalud.com
Las técnicas cada vez más conservadoras han hecho que sea posible resecar los ganglios afectados por las metástasis de los tumores testiculares respetando la vena cava. Pero esto ha motivado que se haya observado en esos pacientes la presencia de un falso aneurisma tras la intervención para el que no existe protocolo de actuación. El Dr. Francesco Pellegrinelli, del equipo de Uros Associats del Centro Médico Teknon (Barcelona), que dirige el Dr. Juan Antonio Peña, propone un tratamiento conservador con buenos resultados, según se ha puesto de manifiesto en el Congreso Europeo de Urología 2021, celebrado de forma virtual entre los días 8 y 12 de julio.
“Hemos podido observar que, tras un manejo conservador, al mes de la cirugía el aneurisma había desaparecido. Hay que entender que este falso aneurisma es secundario al tumor y no depende de la pared de la vena cava, por lo que era lógico prever que, habiendo desaparecido el motivo, la morfología del paciente recuperaría su estado normal, ya que no había un debilitamiento de la pared de la vena”, explica el propio Dr. Pellegrinelli.
Persistencia de masas retroperitoneales de un tamaño superior a 10 mm
En concreto, en el Congreso se comunicó la experiencia con un paciente de 31 años al que se le había detectado un tumor testicular no seminomatoso metastásico. Tras realizársele una orquiectomía o extirpación del testículo y después de un tratamiento de quimioterapia, se observó la persistencia de masas retroperitoneales de un tamaño superior a los 10 mm.
“En estos casos, lo indicado es realizar una linfadenectomía o resección de los ganglios retroperitoneales. Se trata de una cirugía de elevada complejidad que en nuestro centro se realiza a través de laparascopia, para que el paciente sufra una mínima agresión”, añade el Dr. Pellegrinelli. En un 10% de los casos en los que los ganglios son metastásicos, pueden acabar afectando a la vena cava, pero si no hay una infiltración de la pared es posible llevar a cabo la intervención sin necesidad de resecar también la vena, algo que evita un 60% de complicaciones derivadas de esta operación.
En el caso narrado en la reunión científica fue posible extirpar la masa sin necesidad de resecar la vena, si bien al terminar la intervención se evidenció un falso aneurisma de la vena cava, una situación totalmente novedosa relacionada con el tumor testicular metastásico. “No había ninguna indicación clara sobre cómo proceder, así que optamos por una vía conservadora. Un mes después, a través de un TAC se pudo ver que la vena cava había regresado a la normalidad. Esto es muy importante porque permite ofrecer indicaciones en caso de que otros equipos se encuentren en esta misma situación y ayudar a evitar maniobras que puedan ser peligrosas, como la resección de la vena cava”, apunta Pellegrinelli.
El tumor testicular representa el 1% de las neoplasias de varones adultos y es el 5% de todos los tumores urológicos. La incidencia en España es de alrededor de 1.200 casos por año, produciéndose el pico de los casos de pacientes con edades entre los 30 y 40 años.