Redacción Farmacosalud.com
‘¿Que el niño está resfriado…?¡Pero si estamos a 30 grados!’ ‘¿Cómo habrá pillado el chaval un constipado con este calor?’ ‘También es mala suerte, resfriarse en plenas vacaciones’… son frases que pueden escucharse perfectamente durante el período vacacional y que deben conducir, inevitablemente, hacia un estado de resignación, porque sufrir un constipado en época veraniega es algo que le puede pasar a cualquier menor. “Resfriarse en verano es algo mucho menos frecuente que en invierno, pero no es una cosa excepcional, ni mucho menos”, afirma el doctor Carlos Rodrigo, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Un resfriado es una inflamación de las vías respiratorias, sobre todo de la nariz, con producción de mocos y a veces con irrupción de estornudos. Habitualmente, está producido por virus, “aunque a veces los cuadros alérgicos o alguna reacción a algún estímulo irritante también pueden simularlo, pero lo que es un resfriado propiamente dicho es una infección vírica”, explica Rodrigo. Si bien los virus más frecuentes son los invernales (hay muchos más), “en verano también hay un montón de virus que pueden ocasionar lo mismo… son virus más adaptados a temperaturas más altas que los del invierno”, detalla.
¿Hay relación entre aire acondicionado y resfriados?
Que un resfriado dé la lata a un niño -y de rebote a su familia- durante las vacaciones no se puede prevenir, pero al menos queda el consuelo de saber que en verano las vías de transmisión de estos patógenos están bastante acotadas: “Al no haber guardería ni colegio, los contagios son muy inferiores, son mucho menos probables, y por consiguiente es menos habitual que esos virus se vayan extendiendo”, aduce el doctor Rodrigo. Ante cualquier resfriado o cualquier infección de vías respiratorias de tipo vírico, las medidas fundamentales anticontagio pasan por no estornudar encima de quien esté al lado, usar pañuelos desechables para deshacerse de las secreciones, y lavarse las manos siempre que sea posible, sobre todo antes de cualquier contacto con otra persona.
“Es cierto que siempre se ha dicho, aunque es difícil saber cuál es la realidad, que las exposiciones al aire acondicionado y los cambios de temperatura (bajas-altas o viceversa) pueden favorecer la aparición de un resfriado. Pues probablemente sí, pero a mí no me consta que haya una documentación científica clara en este sentido, entre otras cosas porque es tan poco transcendente… que no va a más. Los virus, habitualmente, se encuentran más cómodos a temperaturas más bajas, y en verano, al estar expuestos en algunos momentos a aires acondicionados con temperaturas muy bajas, pues quizás pueda favorecerse su presencia, pero tampoco es algo muy transcendente ni es una cosa que pueda garantizarse que esté demostrada científicamente”, sostiene el galeno. Con todo, hay que tener en cuenta que, en ocasiones, los agentes víricos se comportan de una manera, si no imprevisible, como mínimo poco previsible. “Acordémonos del año 2009 -rememora el experto-, cuando vino aquella gripe especial procedente de México… llegó hasta España y llegó antes de tiempo, todavía era agosto-septiembre, y sin embargo no dejaba de ser un virus de la gripe, cuyo momento ideal es el invierno”.
En fin, esperemos que este año -y por qué no, los siguientes- todo permanezca en calma…
Herramientas frente a los ‘males del verano’
Riesgo de ahogamiento
Por otro lado, la felicidad asociada al verano, especialmente con los niños, puede tornarse en disgusto, incluso en tragedia, si no se siguen tres principios básicos que son esenciales todo el año, pero que cobran una especial relevancia en los meses de estío. Vigilancia, prevención y protección son tres armas clave para evitar los denominados ‘males del verano’, que tienen en la inmersión por ahogamiento a su principal y más grave exponente. “Es el más temido. No es un motivo frecuente de consulta, pero por desgracia todos los años hay en España algún dramático caso. Es muy importante que los pediatras concienciemos a los padres del peligro de dejar sin vigilancia a los niños en playas y piscinas, incluso en las pequeñas de juguete con poca agua”, apunta la doctora Isabel Romero, coordinadora de Pediatría de HM Hospitales.
Por cierto, el interés por la medicina hiperbárica se ha disparado en España después de conocerse el caso de una niña tratada con oxígeno hiperbárico con el fin de revertir el daño cerebral causado por un preahogamiento, según informa el Instituto Español de Medicina Hiperbárica (IEMH). Las consultas al teléfono y la web del instituto, dedicado a la difusión de esta disciplina médica, se han multiplicado por tres desde que se conoció el caso, a mediados de julio, con la publicación de un estudio en la revista ‘Medical Gas Research’.
La medicina hiperbárica se basa en respirar oxígeno 100% a alta presión (igual o superior a 1,4 atmósferas) en cámaras selladas. La publicación del estudio con la niña, que consiguió recuperar sus funciones neuronales tras recibir 40 sesiones de oxigenoterapia hiperbárica, “abre nuevas posibilidades de recuperación en cientos de personas que sufren preahogamientos cada año”, explica el doctor Antonio Ruiz, miembro de la junta directiva del IEMH y director médico de la clínica Ulcemed. No obstante, “en nuestra clínica contamos con varios casos de éxito como coadyuvante en regeneración neuronal”, como parálisis cerebral, indica.
Volviendo al tema de las vacaciones, otro de los percances que pueden producirse en esta época del año es la molesta lesión ‘en ráfaga’ causada por los tentáculos de las medusas. “Hay que intentar lavar la zona con agua de mar. Nunca con agua dulce, ni frotar la zona. Si quedasen restos de medusa, tratar de quitarlos con unas pinzas o un plástico duro. Lo más efectivo para calmar el dolor es aplicar frío durante 15 minutos. No es eficaz mojar la lesión con amoniaco ni con orina. Nunca se debe tocar con los dedos una medusa muerta o sus restos”, avisa la Dra. Romero. También hay que recordar seguir en todo momento las recomendaciones de los socorristas de la playa o de la piscina. “La bandera amarilla significa extremar precaución no sólo por oleaje, puede ser por presencia de medusas. Las cremas solares aplicadas correctamente (media hora antes de la exposición y repetida a lo largo de las horas) no sólo previenen las quemaduras, también actúan de protección frente a las medusas”, recuerda la experta.
Riesgo de insolación
Pero la vigilancia, prevención y protección también deben ser tenidas en cuenta para evitar, en la medida de lo posible, otros ‘males del verano’ que tienen menor riesgo, pero que pueden suponer un verdadero quebradero de cabeza para los más pequeños y sus familiares. De hecho, insolaciones, picaduras de insectos, hongos o intoxicaciones alimentarias son el abecé de las consultas médicas en los meses veraniegos. “Otros motivos de consulta de verano suelen ser urgentes, no por su gravedad, sino por requerir generalmente un tratamiento inmediato. Estoy hablando de quemaduras solares, picaduras de avispas y otros insectos, caídas (que provocan heridas abiertas, contusiones o fracturas), otitis externas, insolaciones, cuadros gastrointestinales, etc.”, señala Romero.
En este sentido, hay que estar muy atento a los síntomas, que en la mayoría de los cuadros son evidentes por la aparición súbita y la relación con el desencadenante. Quizás lo más difícil de reconocer sean los cuadros de insolación. “El niño mayor se quejará de dolor de cabeza intenso, malestar general, incluso vómitos y fiebre; los más pequeños estarán irritables. Cuando los días de calor son muy fuertes, aunque se use la crema protectora adecuada y la piel del niño ya esté bronceada, no hay que olvidar evitar la exposición solar prolongada; además, hay que protegerse con gorras y ropa clara, y beber agua en cantidad suficiente”, expone la doctora.
Cuidado con las picaduras de insectos
En el campo, al aire libre, es muy común encontrarse con picaduras de todo tipo de insectos que producen en pequeños y mayores un intenso dolor. La medida de prevención más lógica pasa por usar repelentes y medidas de barrera como mosquiteras o ropa clara de manga larga para evitar sufrir daños. Pero si la picadura se produce, la Dra. Romero ofrece las claves para poder identificarla de inmediato: “La avispa produce un habón, la abeja deja su aguijón, la araña una lesión con dos puertas de entrada, la garrapata una mancha negra”. El modo de actuar más eficaz reside en lavar con agua y jabón; si es por abeja conviene quitar con unas pinzas el aguijón lo antes posible para impedir que el veneno penetre. “Se pueden aplicar localmente soluciones con calamina, barritas de amoniaco o frío, evitando el contacto directo con la piel”, recomienda Romero.
En algunas ocasiones, no sólo se trata de una lesión local, sino que puede haber lesiones similares que se extienden por el resto del cuerpo. En esos casos conviene consultar al pediatra, quien decidirá si son necesarios otros tratamientos como antihistamínicos o cremas específicas. “A veces las picaduras producen reacciones alérgicas más graves, y siempre que haya una reacción cutánea exagerada, hinchazón de párpados o labios, picor intenso de manos o dificultad respiratoria, se debe acudir de forma inmediata a urgencias o contactar con el 112”, asegura la Dra. Isabel Romero.
Cuidar la alimentación
El verano también es tiempo de viajes y cambio temporal de residencia. Muchas veces, al viajar y cambiar de ciudad o alojamiento se tiende a relajar las medidas habituales de protección con los más pequeños, “pero hay que extremar la precaución y adoptar las medidas de prevención y vigilancia: protección de escaleras, mobiliario, enchufes, acceso a herramientas, fármacos y productos de limpieza, utilización de chalecos salvavidas, cascos y protectores…”, afirma la facultativa.
También el calor puede afectar al estado óptimo de determinados alimentos, por lo que en este campo también es necesario mantener una especial atención para evitar las intoxicaciones alimentarias. “Mantener la cadena del frío evitando consumir alimentos refrigerados que hayan estado expuestos durante algunas horas a temperatura ambiente o que no tengamos seguridad de la integridad del envasado o de las condiciones de preparación”, son algunas de las propuestas que realiza Romero en este ámbito. En definitiva, una serie de medidas que pueden ayudar a disfrutar sin complicaciones con los más pequeños de la temporada de verano.