Redacción Farmacosalud.com
Por primera vez en la historia de las Conferencias de las Partes (COP) sobre cambio climático, la salud ha ocupado un lugar central en las negociaciones. La COP30 celebrada recientemente en Belém (Brasil), ha marcado un punto de inflexión al establecer el ‘Belém Health Action Plan’, un marco de acción político-sanitario que sitúa los sistemas de salud resilientes en el corazón de la lucha contra el cambio climático. La Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) valora esta decisión como un reconocimiento explícito de que la crisis climática no es meramente un problema ambiental, sino una emergencia de salud pública de gran magnitud.
Según el análisis de la cumbre realizado por Manuel Herrera, presidente de SESPAS, la convergencia entre los hallazgos científicos más recientes y los compromisos adoptados en Belém dibuja un panorama que exige una transformación urgente de los sistemas sanitarios globales. No obstante, “el progreso sigue siendo demasiado lento para responder a la urgencia de la crisis climática”, advierte Herrera. El informe ‘The 2025 Lancet Countdown on health and climate change’, publicado días antes de la conferencia mundial, presenta un diagnóstico alarmante. De los 20 indicadores que monitorizan riesgos sanitarios ligados al clima, 12 alcanzan niveles sin precedentes. Las cifras resultan devastadoras: se estiman unas 546.000 muertes anuales relacionadas con el calor, un aumento de más del 60% respecto a los años noventa.

Manuel Herrera
Fuente: SESPAS / La Tro(b)adora (IMAGEN DE ARCHIVO)
Los grupos más vulnerables, como personas mayores de 65 años y bebés menores de un año, experimentan hasta tres o cuatro veces más días de calor extremo que los registrados en las últimas décadas del siglo XX. En 2024, alrededor del 60% de la superficie terrestre mundial sufrió sequías muy severas, mientras que un 64% experimentó incrementos en episodios de lluvias extremas. El humo de los incendios forestales vinculados al clima causó aproximadamente 154.000 muertes solo en 2024. A esto se suman enfermedades infecciosas como dengue, leishmaniasis o enfermedades transmitidas por garrapatas, que encuentran en las nuevas temperaturas un terreno más favorable para su proliferación.
Europa es el continente que más rápido se calienta del planeta
El problema no es abstracto ni lejano. El informe ‘Europe's environment and climate: knowledge for resilience, prosperity and sustainability’ hace aterrizar la crisis en territorio europeo con datos inquietantes: Europa es el continente que más rápido se calienta del planeta. En 2022, se estima que más de 70.000 personas murieron por calor en Europa. Entre 1980 y 2023, unas 240.000 personas fallecieron por fenómenos meteorológicos y climáticos extremos. Además, aproximadamente el 10% de las defunciones prematuras en Europa se relacionan con riesgos ambientales (aire, agua, suelos contaminados, ruido, químicos), mientras que el 94% de la población urbana sigue expuesta a niveles peligrosos de partículas finas. Y cerca del 11% de las instalaciones sanitarias europeas están ubicadas en zonas inundables, en un contexto de eventos extremos cada vez más frecuentes.
En este escenario, SESPAS destaca que la COP30 ha dado pasos significativos. El’ Belém Health Action Plan’, elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Ministerio de Salud de Brasil y expertos globales es una hoja de ruta sanitaria para promover sistemas de salud resilientes frente a la crisis climática. El plan detalla tres líneas de acción prioritarias:
• mejorar los sistemas de información en salud para anticipar riesgos y reforzar la vigilancia
• adaptar las infraestructuras y el personal sanitario para hacer frente a eventos climáticos extremos
• y potenciar la innovación, la investigación y el seguimiento para evaluar el impacto del clima en la salud y orientar políticas basadas en evidencia

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El nuevo programa defiende la idea de que no puede haber resiliencia climática sin justicia sanitaria y social, y sin abordar las causas de la desigualdad dentro y fuera de los sistemas de salud. Convierte así lo que organismos como Lancet y la OMS llevan años advirtiendo en un marco de acción con responsabilidades explícitas para ministerios de salud y sectores aliados. Por primera vez, la cumbre también reconoció explícitamente la necesidad de abordar la desinformación climática y proteger a periodistas ambientales, científicos e investigadores.
Ausencia de alusión explícita a los combustibles fósiles
Sin embargo, desde SESPAS también se subrayan las limitaciones del acuerdo alcanzado. El Paquete de Belém, aunque incluye avances históricos en temas como transición justa, financiación para la adaptación y reconocimiento del riesgo de superar temporalmente el umbral de 1,5°C, ha dejado importantes lagunas. La ausencia de cualquier alusión explícita a los combustibles fósiles en el texto final refleja cómo la presión de los estados productores de petróleo ha limitado ambiciones más contundentes en materia de mitigación, sostienen las mismas fuentes. Tal y como aduce Herrera, existe "una brecha persistente entre lo que la ciencia exige y lo que la diplomacia es capaz de acordar". Las negociaciones multilaterales siguen enfrentándose a obstáculos estructurales relacionados con intereses geopolíticos y económicos.
Para SESPAS, los ministerios de salud de los países tienen una responsabilidad explícita de traducir los compromisos de Belém en sistemas sanitarios resilientes, bajos en carbono y equitativos. “La COP30 dejó claro que el mundo avanza, pero no a la velocidad necesaria. Que la acción climática se expande, pero la ventana para evitar impactos irreversibles se estrecha. Belém no salvó el clima, pero sí recordó al mundo que el reloj sigue corriendo… y que aún es posible cambiar el rumbo”, concluye el presidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria.




