Redacción Farmacosalud.com
“Supongamos que usted sufre fibrilación auricular, tiene unos 60 años de edad y está sometido a un procedimiento de anticoagulación… ¿Qué preferiría: tomar anticoagulantes de por vida o someterse a una intervención no agresiva que en manos expertas dura 45 minutos y permite olvidarse de la anticoagulación para siempre?” Lanza la pregunta el doctor Ignacio García Bolao, director del Departamento de Cardiología de la Clínica Universidad de Navarra e investigador del Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra (IDISNA). Tener una respuesta será mucho más fácil tras la lectura de este artículo.
La Clínica Universidad de Navarra realiza un tratamiento combinado para prevenir arritmias y embolias que consiste en llevar a cabo una ablación de las venas pulmonares -tratamiento para la fibrilación auricular, la arritmia cardíaca crónica más frecuente- y el cierre de la orejuela izquierda del corazón -técnica que logra evitar la salida de trombos desde el órgano coronario-. Dicho método combinado permite suprimir los anticoagulantes en un 95% de los casos.
“Hemos demostrado que la técnica es segura y factible”
Dicho y hecho. Todo un avance en la medicina. Pero el doctor García Bolao hace de la modestia una virtud y prefiere no adjudicarse todo el mérito de una terapia que, a ojos de los demás, es revolucionaria en el ámbito de la cardiología: “La revolución no viene dada por el tratamiento conjunto, sino por los dos procedimientos por separado. Realmente, lo único que hemos hecho nosotros ha sido combinar, en un subgrupo de pacientes muy concretos, ambos procedimientos cuando éstos están indicados aisladamente. Nos hemos dado cuenta de que podemos combinar perfectamente las dos técnicas y hacerlo todo en una sola intervención… eso es bastante conveniente para la comodidad del paciente porque, además, hemos demostrado que el procedimiento es seguro y factible”.
Hoy en día, cerca de 800.000 personas necesitan tomar anticoagulantes en España, el más conocido de los cuales es el Sintrom. Desde la Clínica Universidad de Navarra se recuerda que estos medicamentos evitan el riesgo de sufrir trombos e ictus derivados de arritmias cardiacas. Sin embargo, al favorecer la disolución de los coágulos también generan riesgos de complicaciones hemorrágicas. “Nuestro tratamiento combinado es el inicio de un camino que tiene que ser explorado en el futuro. Lo que sabemos hasta la fecha es que hay una técnica intervencionista, el cierre percutáneo de la orejuela izquierda, que es igual de eficaz cuando menos que los anticoagulantes… e incluso existen datos bastante contundentes que sugieren que es superior a la anticoagulación para prevenir las embolias y los eventos hemorrágicos en pacientes con fibrilación auricular”, sostiene el cardiólogo en declaraciones a www.farmacosalud.com.
“Eso es lo que sabemos de momento. Si esos datos, como los del estudio PROTECT, se corroboran con el tiempo y tenemos evidencia a través de más ensayos clínicos, creo que está claro lo que será más beneficioso para el bienestar de los pacientes”, comenta.
Los secretos de una intervención sin merma funcional para el paciente
De todos modos, es lógico que cualquier paciente se pregunte qué posibles perjuicios puede conllevar el haberse sometido a una ablación de las venas pulmonares -estas venas transportan sangre oxigenada desde los pulmones al corazón- y al cierre de la orejuela izquierda del órgano coronario. Es decir, ¿se produce alguna merma funcional para el enfermo intervenido?
De entrada, cabe decir que la fibrilación auricular se desencadena a raíz de unos impulsos descoordinados provenientes de las venas pulmonares. García Bolao aclara que cuando se procede a practicar una ablación de estos vasos sanguíneos lo que se hace es llevar a cabo un aislamiento eléctrico, es decir, “las venas pulmonares no se tocan, o no se deberían de tocar, sino que lo que hacemos es causar una serie de lesiones muy finitas, una cauterización por radiofrecuencia, que evita que la conducción eléctrica que nace en el músculo de la vena llegue a la aurícula a través de las venas pulmonares. Una de las rarísimas complicaciones es la estenosis (constricción o estrechamiento) de estos vasos sanguíneos. Normalmente, con la ablación no alteramos para nada la fisiología hemodinámica de esas venas, de manera que el flujo sanguíneo no se altera para nada”.
Con respecto a la orejuela, el experto destaca que este apéndice “es un remanente embriológico, es una parte de la aurícula que no tiene ninguna función especial. En realidad, la orejuela es absolutamente prescindible y, además, es dañina cuando hay fibrilación auricular porque sabemos que en el 90% de los casos de embolias, los émbolos vienen de la orejuela de la aurícula izquierda. Cuando hay fibrilación, donde se acumula la sangre es en la orejuela, y es ahí donde se forman los trombos. Su cierre evita que quede sangre estancada en la aurícula”.
Tener una orejuela demasiado grande o pequeña impide por ahora su cierre
“Hay una teoría -señala el facultativo- sobre la apendicitis según la cual el apéndice (del intestino) es un órgano que es prescindible: eso no es así, porque tiene una función inmunológica. En el caso de la orejuela, no: estamos hablando de un remanente venoso con forma anatómica de pequeño ‘saquito’ que, a pesar de estar dentro de la aurícula, no tiene ninguna función específica. Por tanto, su oclusión es absolutamente inocua siempre y cuando no haya una complicación derivada del procedimiento”.
El tratamiento combinado para prevenir arritmias y embolias permite suprimir los anticoagulantes en un 95% de los casos. El 5% restante -pacientes que deberán seguir tomando esos medicamentos- lo constituyen aquellas personas en las que alguna de las dos técnicas, sobre todo el cierre percutáneo de la orejuela, no resulta posible. No es factible o bien porque se produce una complicación durante el procedimiento o el cierre no ha quedado técnicamente bien ejecutado, o bien porque no todas las orejuelas son anatómicamente susceptibles de oclusión, ya sea por ser demasiado grandes o por ser demasiado pequeñas. Según el doctor, “aunque es muy raro de ver, hay orejuelas que tienen un tamaño superior a los 3 centímetros y medio y también las hay por debajo de los 16-17 milímetros. En ambos casos, hoy en día todavía no tenemos dispositivos que permitan ocluirlas”.
El tratamiento híbrido requiere un ingreso hospitalario de dos noches y el mantenimiento de la anticoagulación oral durante 3 meses, plazo habitual tras un procedimiento de ablación para la fibrilación auricular. Transcurrido este tiempo, el paciente se somete a una serie de pruebas para verificar que la terapia ha resultado eficaz. En caso de que las pruebas sean positivas, se puede suspender la anticoagulación oral. En el estudio de la Clínica Universidad de Navarra se ha demostrado que, 3 meses después del tratamiento híbrido, el cierre de la orejuela fue exitoso en un 100% de los casos.