Redacción Farmacosalud.com
El gluten es la proteína fundamental de los cereales más comunes: trigo, avena, centeno y cebada. La intolerancia al gluten se produce en personas predispuestas genéticamente que en algún momento de su vida y por algún mecanismo aún desconocido, cuando ingieren gluten, desarrollan la enfermedad. Existe otra patología denominada sensibilidad al gluten no celíaca, aún poco estudiada. Estos pacientes no toleran el gluten pero pueden ser diagnosticados de celiaquía según las definiciones actuales.
Ambos grupos tienen síntomas similares. Los síntomas digestivos de la enfermedad celíaca son: diarrea, dolor abdominal, hinchazón después de comer, náuseas y vómitos, astenia, anorexia o pérdida de peso. Entre los síntomas no digestivos están la anemia ferropénica crónica, las alteraciones menstruales, los abortos de repetición, los trastornos de la coagulación, e incluso los trastornos psiquiátricos. “Si una persona detecta estos síntomas debe acudir a un médico especialista para que realice un diagnóstico sobre la existencia o no de celiaquía”, aconseja el Dr. Federico Argüelles Arias, experto de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) y especialista de Aparato Digestivo de la Unidad de Aparato Digestivo Intercentros de los Hospitales Virgen de la Macarena y Virgen del Rocío de Sevilla. “Hay una tendencia a eliminar el gluten de la dieta sin un diagnóstico que corrobore esta certeza, simplemente porque quizás ha sentado mal algo que hemos comido”.
“No se puede retirar el gluten sin el diagnóstico de un especialista”
“Actualmente las intolerancias alimentarias tienen mucha difusión, la población tiene mucha información sobre los efectos secundarios y si piensa que algo le sienta mal, lo deja de tomar”, observa el Dr. Argüelles. “Sin embargo, no se puede retirar el gluten sin el diagnóstico de un especialista”. La no ingestión de gluten en personas sanas puede tener efectos secundarios. Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard en Boston (EE.UU.), las dietas sin gluten no solo no son beneficiosas para la población sin enfermedad celíaca, sino que pueden aumentar el riesgo de desarrollar diabetes del tipo 2. Y esto es debido a que los alimentos libres de gluten contienen, por lo general, menos cantidad de fibra dietética y de otros micronutrientes, por lo que son menos nutritivos.
“Otra consecuencia del mayor conocimiento de esta enfermedad por parte de los expertos y de la opinión pública ha sido que el número de personas diagnosticadas haya crecido en los últimos años de manera sustancial”, explica el Dr. Argüelles, “aunque el infradiagnóstico de la celiaquía sigue siendo muy alto”. Con el objetivo de profundizar en el conocimiento de la enfermedad celíaca, la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) dedicará una ponencia a esta cuestión en su LXXVI Congreso Nacional, que tendrá lugar en Madrid el próximo mes de junio. Dicha ponencia llevará por título “Enfermedad celíaca refractaria: ¿Cómo identificarlo y qué hacer?” y se celebrará en la mesa conjunta de la SEPD y la American Gastroenterological Association (AGA).
Los productos sin gluten se han consolidado como una categoría diferenciada en los puntos de venta de alimentos. La oferta de productos sin gluten creció un 136% entre 2013 y 2015. Si bien esto facilita la vida a las personas celíacas, este tipo de alimentación es cada vez más popular entre personas a quienes no se ha diagnosticado el trastorno, con los problemas para la salud que esto puede conllevar.
Dos principales grupos de riesgo donde identificar la celiaquía
La enfermedad celíaca es una enfermedad prevalente en el entorno actual que afecta tanto a niños como a adultos. Su epidemiología ha variado en los últimos años gracias a los avances que se han producido en los métodos diagnósticos. La importancia del diagnóstico precoz reside en que la instauración de una alimentación exenta de gluten consigue, no sólo la normalización del estado de salud, sino también la recuperación de la calidad de vida de los pacientes. Se estima que la prevalencia mundial de la enfermedad celíaca es muy relevante y afecta 1 de cada 266 personas. En España oscila entre 1/118 en la población infantil y 1/389 en la población adulta.
Existen dos principales grupos de riesgo donde identificar la celiaquía: los familiares de enfermos celíacos y los pacientes con enfermedades asociadas a enfermedad celíaca. Los familiares de primer grado constituyen un grupo de riesgo elevado en el que la prevalencia de enfermedad celíaca oscila entre el 5 al 15%. Las enfermedades asociadas (dermatitis herpetiforme, hipo e hiper tiroidismo, enfermedades hepáticas, diabetes, osteoporosis, lupus y vitíligo, entre otras) suelen preceder a la enfermedad celíaca, aunque también pueden manifestarse simultáneamente e incluso después del diagnóstico. Los pacientes que las padecen son considerados grupos de riesgo, ya que su asociación se produce con una frecuencia superior a la esperada. Por todo ello, es muy importante que los médicos, fundamentalmente pediatras y médicos de familia, pero también los que trabajan en la atención hospitalaria, conozcan bien cuándo hay que pensar en la enfermedad celíaca y cómo diagnosticarla. Para su diagnóstico basta hacer un análisis de sangre buscando serología celíaca positiva. Si el resultado es positivo, se debe hacer una toma de biopsia del duodeno buscando una alteración de la mucosa.