Dra. Mónica Ruiz / Redacción Farmacosalud.com
-¿Hasta qué punto es importante la nutrición en el desarrollo del bebé en sus primeros años de vida?
El período de lactante se distingue por su rápido crecimiento corporal, el más rápido que el de ninguna otra etapa de la vida postnatal. Durante el primer año de vida, la mayoría de los recién nacidos sanos duplican su peso a los 5 meses y lo triplican al año de edad. Esto supone un aumento de un 200% de su peso, de un 55% de su longitud, y un 40% de su perímetro craneal. La cabeza de un lactante es desproporcionalmente grande, con un diámetro al nacimiento que excede el del pecho. El perímetro craneal aumenta de media de 35-36 cm al nacimiento hasta una media de 45-46 cm al año de edad, y refleja el crecimiento cerebral, que duplica su peso al año de edad, y lo triplica a los 2 años. A esta edad, el cerebro alcanza el 85% del tamaño del adulto. Este período de rápido crecimiento, desarrollo y maduración de los diferentes sistemas va a suponer unos requerimientos de nutrientes por unidad de peso corporal proporcionalmente mayores que en otros periodos del ciclo vital. Proporcionar una nutrición óptima que cubra estas necesidades va a constituir un garante de salud para las etapas posteriores de la vida y para la prevención de enfermedades crónicas en el adulto.
-¿Por qué la leche materna sigue siendo el gold standard en nutrición pediátrica?
La leche materna constituye el mejor alimento para el lactante durante los primeros meses de vida ya que cubre no sólo las necesidades nutricionales de éste para un adecuado crecimiento y desarrollo, sino que también proporciona efectos beneficiosos sobre la salud del lactante al disminuir la morbimortalidad frente a enfermedades infecciosas, así como un mejor desarrollo neurocognitivo. También se asocia con efectos a largo plazo sobre la salud del individuo tales como un menor riesgo de desarrollo de obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular, enfermedad inflamatoria y otros[1].
-El DHA (acrónimo de ácido decosahexaenoico) es un ácido graso Omega-3 específico que está presente en la lecha materna y en algunos alimentos, y que es muy necesario en la dieta del bebé ¿Qué avances destacaría tras la introducción del DHA?
El DHA y ácido araquidónico (ARA), presentes en la leche materna, son ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LPUFA) que intervienen en el desarrollo neurocognitivo, la agudeza visual y la respuesta inmune del feto y del lactante. La conversión a partir de sus precursores esenciales, ácido linoleico y ácido linolénico, respectivamente, se ve limitada debido a la competición por enzimas compartidos durante su síntesis, y a otros factores. Por ello es necesario su aporte en la dieta. Su concentración en la leche materna depende de la ingesta dietética de la madre, sobre todo en el caso del DHA, con una correlación lineal.
Basados en los efectos beneficiosos del DHA en la agudeza visual y el neurodesarrollo, la adecuada provisión de estos ácidos grasos en la leche humana y las fórmulas infantiles ha recibido gran interés, y la Unión Europea, en un Reglamento Delegado en 2016, añadía como nuevo requisito la adición obligatoria de DHA (20-50 mg/100 kcal) en las fórmulas infantiles[2,3].
Por otro lado, y dada la importancia como nutriente que tiene la grasa láctea en la leche materna, cabe destacar la relevancia de la membrana del glóbulo graso (MFGM). El proteoma del MFGM humano incluye 191 proteínas identificadas diferentes, incluyendo mucinas, butirofilina, lactoferrina y lactadherina. Entre los lípidos, cabe resaltar los esfingolípidos, que presentan efectos antitumorales, anticolesterolémicos, antimicrobianos y antivirales; y los fosfolípidos, de los que se sabe que son fuente de colina, protegen la mucosa gastrointestinal frente a distintos tipos de tóxicos y poseen actividad antimicrobiana y antioxidante. También promueven la síntesis y transmisión de neurotransmisores y están involucrados tanto en el desarrollo cerebral de los bebés como en la atenuación del declive cognitivo en el envejecimiento.
Los estudios han demostrado que la suplementación de fórmula infantil con MFGM puede reducir sustancialmente la brecha en los resultados de salud entre los lactantes alimentados con fórmula y los alimentados con leche materna[4].
-¿Qué más puede explicarnos acerca de la MFGM?
De sus siglas en inglés ‘Milk fat globule membrane’, es la membrana que envuelve los glóbulos de grasa secretados en la leche materna. Se forma a partir de un mecanismo único de la glándula mamaria, y los genes que regulan su síntesis se conservan a lo largo de las especies, lo que indica la existencia de un beneficio funcional de esta fracción de la leche.
Las grasas sintetizadas en el retículo endoplasmático del lactocito salen de él envueltas en una monocapa lipídica propia del retículo endoplásmatico, y migran hasta la superficie apical del lactocito, donde son envueltas por la membrana externa de éste (bicapa lipídica), y expulsadas a la luz glandular. De esta manera, el glóbulo graso adquiere las tres capas lipídicas que lo delimitan.
-¿De qué está compuesta la MFGM?
Se trata de una estructura compleja, que consiste en una tricapa de fosfolípidos y colesterol con incorporación de proteínas y glicoproteínas, componentes biológicos activos con efectos beneficiosos para la salud. Casi los 2/3 de los fosfolípidos totales de la leche se encuentran en esta membrana (esfingomielinas, fosfatidilcolinas, y fosfatidiletanolaminas). La esfingomielina es el principal fosfolípido y es un componente clave de la vaina de mielina que recubre los axones contribuyendo a una eficiente transmisión nerviosa.(Figura 1).
La mayoría de los gangliósidos de la leche están localizados también en la MFGM, y participan también en la neurotransmisión, mielinización y crecimiento axonal.
Las proteínas de la MFGM (mucinas, lactoferrina, lactoadherina), aunque sólo representan entre un 1-3% de las proteínas totales de la leche, tienen efectos antimicrobianos[4].
-¿Por qué no se incluía hasta ahora este ingrediente en las leches de fórmula?
Tradicionalmente, la fracción de MFGM se desechaba junto con la grasa de la leche para ser reemplazada por aceites vegetales, constituyentes grasos de las fórmulas infantiles.
-¿Cómo se ha logrado incorporar este ingrediente en las fórmulas?
Gracias a los avances en la tecnología láctea, actualmente algunas fórmulas disponen de concentrados de origen bovino aislados de MFGM que se utilizan como suplementos en los alimentos. De hecho, la MFGM bovina es la que más se parece a la lecha materna. Su añadido a determinadas fórmulas infantiles surge de comprobar sus propiedades bioactivas relacionadas con el neurodesarrollo y salud del lactante, que podrían explicar algunas de las diferencias observadas entre los lactantes alimentados con leche materna o con fórmulas infantiles.
La composición de la MFGM puede variar según su procesamiento ya que es muy sensible a las modificaciones durante su aislamiento y purificación. Existen muchos factores que afectan su estabilidad: fisiológicos (raza, alimentación, estado de lactancia), medioambientales (calidad bacteriológica, mastitis) y, sobre todo, los físicos/mecánicos, derivados del tratamiento de la leche en el momento de su procesamiento. Por ello se trata de un nutriente costoso de aislar. Hay que significar que de 150 litros de leche solo se saca uno de MFGM.
-¿Qué beneficios tiene para el niño a nivel cognitivo?
Entre diferentes estudios, destacan en concreto dos ensayos clínicos, doble ciego, aleatorizados controlados, que evidencian que la suplementación de las fórmulas infantiles con MFGM tiene efectos prometedores en el neurodesarrollo. En ambos estudios se utilizó como grupo de referencia una muestra de lactantes amamantados. Gurnida et al.[5] evaluaron el impacto en la función cognitiva al enriquecer la fórmula infantil con gangliósidos de leche bovina en 30 lactantes utilizando la Escala de Desarrollo Mental de Griffiths a los 6 meses. Tras ajustar por variables socioeconómicas, observaron que los test de Coordinación Mano-Ojo, IQ Ejecutivo e IQ General eran mejores, presentando unos niveles mayores de gangliósidos en sangre que en el grupo control de fórmula no enriquecida.
Posteriormente Timby et al.[6], en una muestra de 80 lactantes emplearon una fórmula experimental con una fracción de MFGM rica en proteínas que además tenían un menor contenido energético y proteico comparado con una fórmula estándar (60 kcal/100 ml versus 67 kcal/100 ml, y 1.2 g/100 ml versus 1.27 g/100 ml, respectivamente). Se observó, a los 12 meses de edad, una puntuación cognitiva significativamente mayor en el grupo tratado respecto al grupo control, según el test de Bayley. No hubo diferencias significativas entre el grupo tratado y el grupo de referencia de lactantes amamantados (Figura 2).
-¿Qué evidencia se ha demostrado en la inmunidad y el intestino del bebé y del niño?
En el estudio de Timby et al.[6,7] durante el período de intervención, el grupo suplementado con MFGM tuvo una menor incidencia de otitis media que el grupo control (1% comparado con 9%, P=0.034), concretamente, un -89% en otitis media aguda, así como una menor incidencia de uso de antipiréticos. La presencia de inmunoglobulina G contra los serotipos de neumococos 1,5 y 14 fueron menores en el grupo tratado que en el control (Figura 3).
Existen pocos estudios aleatorizados que utilicen MFGM tras la inicio de la alimentación complementaria. En el estudio de Zavaleta et al.[8] en niños amamantados, de 6-11 meses de edad a los que se les complementó la dieta con fracción proteica de la MFGM durante 6 meses, se observó una menor tendencia a sufrir diarreas y diarreas sanguinolentas con respecto a los no suplementados. En un estudio belga[9], un concentrado de MFGM rico en fosfolípidos administrado a diario durante 4 meses a niños entre 2.5-6 años, disminuyó los problemas de comportamiento y redujo los días de fiebre durante el período de intervención.
-Actualmente ya existe alguna fórmula en el mercado que incorpora este ingrediente (por ejemplo, Enfamil). ¿Qué beneficios aporta para el lactante respecto a las leches actuales sin este componente? ¿Hay diferencias?
Existen estudios que evidencian que la suplementación de las fórmulas infantiles con MFGM tiene efectos prometedores en el neurodesarrollo, teniendo también posibles efectos beneficiosos en la reducción de enfermedades infecciosas. La suplementación en todos ellos fue segura. Estos hallazgos están apoyados por los conocidos efectos de componentes individuales de la MFGM en el neurodesarrollo y protección contra la infección, la mayoría basados en estudio in vitro y/o en animales. Actualmente las áreas de investigación más prometedoras sobre compuestos bioactivos funcionales son la inclusión de MFGM y DHA a las fórmulas infantiles[10].
Ya existe una legislación sobre la obligación de añadir el DHA que debe cumplirse en el 2020, y que ya cumplen algunas casas comerciales, aunque no todas. Con respecto a la MFGM, podríamos concluir que su suplementación en las fórmulas infantiles constituye un paso importante para disminuir las diferencias existentes entre el lactante amamantado y el alimentado con fórmula respecto al neurodesarrollo, enfermedades infecciosas, y el metabolismo del colesterol[11].
-¿Qué debe tener en cuenta el pediatra a la hora de aconsejar a los padres una buena nutrición en los lactantes y niños pequeños?
La lactancia materna está considerada la mejor fuente de alimentación y de nutrientes esenciales del lactante para conseguir un adecuado crecimiento y desarrollo, y el combustible óptimo para el rápido crecimiento del cerebro, que requiere aproximadamente el 75% de la ingesta calórica diaria total, mientras que para el cerebro del adulto es de sólo un 20-30%. La composición nutricional de la leche materna es superior no sólo por su adaptación continua a las necesidades del lactante, sino también por sus componentes inmunológicos, enzimáticos y bioactivos diversos que protegen al bebé frente a infecciones respiratorias y gastrointestinales y enfermedades alérgicas, promoviendo el vínculo afecto madre-hijo, así como un mejor desarrollo neurológico. En aquellas situaciones en las que no es posible utilizar la leche materna, hay que recurrir al empleo de fórmulas infantiles, diseñadas para alimentar al lactante de forma total o parcial una vez iniciada la alimentación complementaria.
Su elaboración y composición está basada en la de la leche materna, utilizada como gold estándar. Es difícil o imposible imitar las características de este líquido bilógico específico de la especie humana, pero en ese intento los pediatras deberíamos recomendar aquellas fórmulas cuyo diseño se vaya acercando cada vez más al de la leche materna y conseguir la nutrición más óptima disponible sustituta de la ideal.
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Bibliografía
1. Breastfeeding and the Use of Human Milk. Pediatrics 2012;129:e827–e841
2. Koletzko B. Human Milk Lipids. Ann Nutr Metab 2016;69(suppl 2):28–40
3. Demmelmair, H, Koletzko, B. Lipids in human milk. Best Practice & Research Clinical Endocrinology & Metabolism, 2018; 32(1): 57–68
4. Timby N, Domellöf M, Lönnerdal B,4 and Hernell O. Supplementation of Infant Formula with Bovine Milk Fat Globule Membranes. Adv Nutr 2017;8:351–5
5. Gurnida DA, Rowan AM, Idjradinata P, Muchtadi D, Sekarwana N. Association of complex lipids containing gangliosides with cognitive development of 6-month-old infants. Early Hum Dev. 2012;88:595-601.
6. Timby N, Domellof E, Hernell O, Lonnerdal B, Domellof M. Neurodevelopment, nutrition, and growth until 12 mo of age in infants fed a low-energy, low-protein formula supplemented with bovine milk fat globule membranes: a randomized controled trial. Am J ClinNutr. 2014;99:860-868.
7. Timby N, Hernell O, Vaarala O, Melin M, Lonnerdal B, Domellof M. Infections in infants fed formula supplemented with bovine milk fat globule membranes. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2015;60:384-389.
8. Zavaleta N, Kvistgaard AS, Graverholt G et al. Efficacy of an MFGM-enriched complementary food in diarrhea, anemia, and micronutrient status in infants. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2011;53:561-568
9. Veereman-Wauters G, Staelens S, Rombaut R, et al. Milk fat globule membrane (INPULSE) enriched formula milk decreases febrile episodes and may improve behavioral regulation in Young children. Nutrition. 2012;28:749-752.
10. Ahern G, Hennessy A, Ryan C, Ross P and Stanton C. Advances in Infant Formula Science. Annu. Rev. Food Sci. Technol. 2019. 10:75–102
11. Xuan He, Parenti1 M, Grip T et al. Metabolic phenotype of breastfed infants, and infants fed standard formula or bovine MFGM supplemented formula: a randomized controlled trial. Nature, Scientific Reports 2019; 9:339