Redacción Farmacosalud.com
Coincidiendo con el verano, todo el mundo asocia el calor con el acto de sudar, que es una reacción corporal muy natural. Ahora bien, hay personas que no son capaces de tener sudoración, o bien secretan de manera parcial, es decir, no secretan en todo el cuerpo. Esas personas sufren lo que se denomina anhidrosis, un trastorno que, en casos muy severos, puede llegar a causar cuadros fatales. Así lo refiere el Dr. Javier del Boz, dermatólogo de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV): “en primer lugar, es importante distinguir entre una anhidrosis localizada, que afecta a un segmento corporal, y una generalizada, que afecta a todo el cuerpo. Es la segunda la que puede originar un problema grave de salud, ya que la sudoración es fundamental para poder regular la temperatura corporal y, si no hay sudoración alguna, en situaciones como la exposición a temperaturas muy altas, es un cuadro que podría llevar a la muerte”.

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Como causas principales de la anhidrosis figuran, por un lado, alteraciones de las propias glándulas sudoríparas y, por otro, alteraciones neurológicas relacionadas con trastornos neurológicos primarios. O bien puede haber causas secundarias a otras anomalías -como algunas infecciones, tumores- o a determinados medicamentos. “Aunque también tenemos las anhidrosis idiopáticas (en las que no se ha identificado un claro origen subyacente)”, especifica Del Boz.
La anhidrosis está considerada una enfermedad rara, es decir, una patología poco frecuente, especialmente en su forma generalizada. La sospecha diagnóstica de este trastorno es eminentemente clínica, “si bien pruebas colorimétricas o gravimétricas pueden demostrar una sudoración disminuida o ausente, para lo cual puede precisarse inyectar previamente determinados fármacos que, de forma normal, promuevan la producción de sudor”, remarca el experto.

Dr. Javier del Boz
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¿Quien sufre anhidrosis puede realizar ejercicio físico o deporte?
Para controlar los síntomas de la anhidrosis, cabe evitar ambientes cálidos o calurosos. También hay que optar por usar ropa ligera y estar bien hidratado. “Desafortunadamente, las opciones terapéuticas para la anhidrosis son limitadas -afirma el Dr. Del Boz-. Además de procurar que estos pacientes permanezcan en un ambiente fresco, o el uso de esprays que puedan pulverizar agua para mantener dicha temperatura corporal, el tratamiento pautado “sólo iría enfocado a tratar las posibles causas de la afección: por ejemplo, ante trastornos en que el origen esté en la oclusión de las glándulas sudoríparas, la práctica de realizar exfoliaciones podría ser de utilidad”, explica el facultativo.
Si la anhidrosis es generalizada, se recomienda evitar la realización de ejercicios físicos que puedan favorecer un aumento de la temperatura corporal. “Si la anhidrosis es localizada, por lo general no supondría un problema la práctica de los mismos”, manifiesta el Dr. Del Boz.
Y, para rizar el rizo, ahí está la insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis (CIPA), una enfermedad genética que se caracteriza por la incapacidad de sentir dolor y de percibir la temperatura y la falta o disminución del sudor… “afortunadamente, eso es algo excepcional. La CIPA se presenta, además, con automutilaciones relacionadas a esa falta de dolor, discapacidad intelectual y episodios recurrentes de fiebre en relación a la anhidrosis”, detalla el dermatólogo de la AEDV.
¿Cómo detectar los síntomas de un golpe de calor?
En otro orden de cosas, cabe decir que los golpes de calor se están convirtiendo en un verdadero problema de salud pública en países como España, donde las temperaturas en verano son cada vez más intensas y frecuentes. Sólo durante el pasado año, el sistema de monitorización de mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) atribuyó, de manera oficial, 1.386 muertes a las temperaturas extremadamente altas en territorio español.
“El golpe de calor es una urgencia médica, puede poner en riesgo nuestra vida en pocos minutos. Pero puede prevenirse si actuamos con responsabilidad” y con rapidez, señala la vocal de la Sociedad Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SAMIUC) por la provincia de Jaén, Tania Amat Serna. Este tipo de eventos ocurren cuando el cuerpo se sobrecalienta por una exposición prolongada al sol o al calor extremo. El organismo pierde la capacidad de regular la temperatura, por lo que la temperatura corporal puede elevarse por encima de los 40 grados y, con ello, provocar daño cerebral, fallo orgánico, problemas cardiacos e incluso la muerte.
Según la intensivista, algunos de los síntomas que van asociados al golpe de calor son:
-mareo
-confusión
-debilidad
-piel muy caliente y enrojecida
-dolor de cabeza
-náuseas o vómitos
-visión borrosa
-pulso acelerado
-convulsiones
-o incluso pérdida del nivel de conciencia

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La población de riesgo se centra sobre todo en niños, ancianos, mujeres embarazadas, personas con enfermedades crónicas, trabajadores con exposición prolongada a los rayos solares y deportistas sin hidratación adecuada. “Cuando sospechemos que está ocurriendo un golpe de calor, a nosotros o a alguien que tengamos cerca, debemos de llevar a la persona afectada a un lugar fresco y ventilado, retirarle la ropa y aplicar compresas frías o agua en el cuerpo, no dar agua si la persona está mareada o inconsciente y llamar a emergencias”, precisa la experta.
Si la persona pierde el conocimiento y no responde, se debe iniciar la reanimación cardiopulmonar (RCP), al tiempo que se espera la llegada de los servicios de emergencia.