Redacción Farmacosalud.com
La estrategia convencional frente al cáncer avanzado pasa por administrar determinados fármacos citotóxicos o citoestáticos dirigidos contra la célula tumoral. Ahora, lo que se pretende hacer con la inmunoterapia es estimular las defensas del paciente, su sistema inmune, “para que de una forma generalizada ataque contra esa célula tumoral”, indica el doctor Ignacio Durán, jefe de Sección del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. En el caso concreto del cáncer de vejiga, la inmunoterapia se muestra más eficaz porque este tipo de tumor tiene la particularidad de que acumula una serie de alteraciones o mutaciones que le hacen más visible ante el sistema inmune en términos de reconocimiento. En otras palabras: aquellos tumores -como el vesical- que presentan muchas anomalías se identifican muy bien ante el sistema inmune, lo que propicia que las defensas del enfermo les detecten mejor y, en consecuencia, sean más eficaces a la hora de destruirlos.
La inmunoterapia, con una toxicidad tres veces menor con respecto a la ‘quimio’
Los ensayos clínicos muestran que, en general, el perfil de toxicidad de los fármacos inmunoterápicos es más favorable que el de la quimioterapia convencional, como lo demuestra el hecho de que se registren “tres veces menos toxicidades” de alto grado o severas en los pacientes tratados con inmunoterapia frente a aquellos que son tratados con quimioterapia, asegura el doctor Durán. “Dicho esto, no debemos caer en el error de pensar que la inmunoterapia es un tratamiento que no tiene efectos secundarios, puesto que algunos pacientes”, aunque “no demasiados, pueden presentarlos”, advierte el oncólogo. Son, además, “efectos secundarios muy particulares porque algunos de ellos tienen un componente novedoso que el médico debe ser capaz de reconocer y, sobre todo, tratar precozmente”, sentencia.
Los inmunoterápicos logran mayores supervivencias en los pacientes
La inmunoterapia en cáncer de vejiga se ha testado, fundamentalmente, en dos contextos: por un parte, en pacientes que habían progresado ya a un tratamiento previo, lo que se llama estudios en segunda línea y posteriores, en los que se ha observado que la inmunoterapia consigue un aumento en la supervivencia, llegándose a un 27% en la denominada ‘reducción en el riesgo de muerte’, y con un beneficio en términos numéricos que se aproxima a los 3 meses y medio-4 meses. El otro contexto en el que también se ha estudiado este tratamiento se centra en los pacientes que tienen enfermedad extendida pero que no son aptos para recibir quimioterapia convencional. En estas personas el beneficio ha sido aún mayor, ya que la aplicación de inmunoterápicos ha permitido obtener supervivencias que rondan los 16 meses, cifra que contrasta con los 8 meses y medio-9 meses que tradicionalmente se han venido recogiendo.
Por otro lado, los científicos tratan de aclarar hasta qué punto la eficacia de la inmunoterapia está directamente relacionada con el grado de mutaciones de los tumores vesicales. De hecho, la gran incógnita por resolver en la inmunoterapia es saber qué pacientes son los que van a obtener un mayor beneficio, dado que no todos los pacientes responden a este tratamiento. Según Durán, “tenemos que tratar de identificar señales que diferencien a aquellos tumores que van a tener una mayor probabilidad de respuesta a los inmunoterápicos. La cantidad de mutaciones parece ser una de esas señales. No es la única… la carga mutacional es una, una firma genética inflamatoria es otra, la expresión de algunos receptores es otra…” Por lo tanto, la carga mutacional probablemente sea un condicionante, pero no el único.
La novedosa técnica SABR, “una estrategia muy inteligente”
El jefe de Sección del Servicio de Oncología Médica del Hospital Virgen del Rocío ha hecho especial hincapié en la novedosa técnica SABR (ablación estereotáctica por radiación ionizante) para el cáncer de vejiga. La SABR consiste en combinar dos estrategias: dar altas dosis de radioterapia al tumor, junto con la administración de inmunoterapia. “Y uno podría preguntarse: ¿qué sentido tienen esto? -destaca el doctor- La lógica que subyace a esta estrategia de tratamiento es la siguiente: la radioterapia va a producir una serie de cambios en el tumor que van a hacer que ese tumor se convierta en más visible para nuestro sistema inmune, lo van a transformar en un tumor que llamamos más inflamado”. Así las cosas, ese tumor más inflamado va a despertar las alertas del sistema defensivo, de manera que éste atacará a la enfermedad de una forma más eficaz. “Desde el punto de vista teórico es una estrategia muy inteligente; desde el punto de vista práctico estamos aún en un momento muy experimental… hay estudios preliminares, sobre todo hay un estudio de un grupo norteamericano en la zona de Boston, en Harvard, pero esto todavía no lo hemos trasladado a la clínica habitual. Con todo, estoy muy seguro de que un plazo de tiempo no muy prolongado estaremos escuchando resultados”, señala el especialista.
Inmunoterapia: bien posicionada para paliar los problemas derivados de la 1ª y 2ª línea
Para el doctor Durán, los más de 20.000 nuevos diagnósticos al año de cáncer de vejiga que se registran en España, incluyendo los pacientes con enfermedad localizada y los pacientes con enfermedad diseminada, hacen de este tumor una patología “muy relevante” desde el punto de vista de la salud pública. Uno de los grandes problemas a que se enfrentan los oncólogos españoles remite al hecho de que solamente un 30-50% de los enfermos de cáncer de vejiga que desarrollan enfermedad extendida llegan a recibir el tratamiento de elección en primera línea para estos casos, que es la quimioterapia basada en cisplatino. La explicación de ello es que el resto de pacientes presentan “una serie de características que no los hacen elegibles para este tratamiento”, o sea, “probablemente no toleren adecuadamente” la ‘quimio’ convencional, especifica el médico. Estos pacientes van a recibir otros tratamientos quimioterápicos "con resultados subóptimos”, agrega. “Por lo tanto, la primera línea -indica el doctor- sigue siendo un reto que posiblemente en el plazo de un año, año y medio, pueda cambiar en base a los resultados de los estudios de inmunoterapia que están ahora en marcha en ese contexto”.
En cuanto a la segunda línea, actualmente en España se administra el fármaco vinflunina, “cuyos resultados en salud también son, de alguna manera, mejorables”, opina Durán. Este fármaco proporciona una supervivencia que se aproxima a los 7 meses, con unas tasas de respuesta de en torno al 10%. Y aquí, como en anteriores ocasiones, la inmunoterapia vuelve a adquirir notable relevancia, en el sentido de que los estudios realizados demuestran que los inmunoterápicos en segunda línea “mejoran estos resultados en salud, mejoran las tasas de respuesta y mejoran la supervivencia”, por lo que “es muy probable que pronto” esos nuevos tratamientos puedan ser incorporados “a nuestra práctica en España”, vaticina el galeno.