Redacción farmacosalud.com
Quien sabe si las heces de bebé, por supuesto totalmente depuradas, podrían tener efectos beneficiosos para las personas que sufren los efectos nocivos de la obesidad. Es uno de los posibles caminos a seguir después de que científicos del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) de la Generalitat hayan conseguido aislar varias cepas de bacterias potencialmente probióticas a partir de heces de bebés sanos, y con ello se hayan elaborado unos fuets (un embutido típico de Catalunya) con posibles efectos beneficiosos de tipo probiótico.
La doctora Margarita Garriga ha explicado que, tras la elaboración de dichos fuets, ahora sólo queda esperar que empiece la parte “más importante” del proyecto: comprobar qué efectos probióticos tienen esos embutidos en los seres humanos. En este sentido, para la doctora el siguiente paso debería consistir en trasladar la investigación a algún hospital universitario para que equipos de endocrinólogos pudieran probar los nuevos productos en determinados tipos de pacientes, como por ejemplo “pacientes obesos” que aceptaran voluntariamente participar en los ensayos. De hecho, los nuevos fuets “están reducidos en sal y grasa”, lo que les confiere unas propiedades “compatibles con una dieta equilibrada”, ha remarcado. Además, desde un punto de vista organoléptico, los catadores de los embutidos probióticos “no detectaron ninguna diferencia” con respecto a los de elaboración tradicional, ha añadido la doctora.
“Era menos agresivo recoger pañales de lactantes que hacer biopsias”
Si las expectativas se cumplen, esos nuevos embutidos -que no están comercializados- podrían permitir a aquellas personas que no consumen productos lácteos (la vía de ingestión de probióticos más extendida) poder incluir esos beneficiosos nutrientes en su dieta.
A cualquier lector puede sonarle muy extraño, e incluso quizás repulsivo, que las cepas usadas para elaborar los fuets hayan sido recogidas de heces de bebés. Garriga, que es jefa del Programa de Seguridad Alimenticia del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) de la Generalitat, ha enviado un mensaje de tranquilidad: “Cuando llegas al final del proceso (de aislamiento de cepas), heces ya no las tienes, quedan absolutamente diluidas” después de haber sido convenientemente “purificadas” en el laboratorio. Según la experta, los microorganismos buscados para conseguir tales fines probióticos se encuentran originariamente en la piel y en el tracto gastrointestinal, de manera que “era bastante menos agresivo recoger pañales de lactantes que hacer biopsias”.
Se trataba de ver si una cepa humana fermentaba un producto cárnico
“Cuando los bebés nacen, adquieren esa microbiota intestinal a partir del contacto con la madre y a partir del ambiente, y eso es una rica y amplia fuente para encontrar variabilidad de cepas”, ha explicado. Con el experimento de los fuets, los investigadores trataban de comprobar si una cepa de origen humano “era capaz de fermentar un producto cárnico y alcanzar una concentración adecuada”, ha comentado Garriga. Y visto el resultado final, así ha sido.
La doctora ha dirigido al equipo del IRTA que ha elaborado los fuets probióticos en el marco de un proyecto financiado por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA).