Redacción Farmacosalud.com
‘Mucha mierda’, se dice en el mundo del teatro para desear suerte a los teatreros. Pues, aquí, de teatro nada y sí ‘mucha mierda’ de la real, de la auténtica, porque de eso se trata, de observarla con detenimiento por -y no es cachondeo- el bien de nuestra salud. “Si unas heces flotan puede ser un indicativo de que no estoy digiriendo bien las grasas, o que no estoy secretando suficiente cantidad de serotonina”, revela Ángela Quintas, química, coaching nutricional y autora del libro ‘El secreto de la buena digestión’ (Planeta). Y es que la observación de las heces, los excrementos, las ‘cacas’ o como se quiera decir, es uno de los temas centrales de un libro que, a pesar de tal temática, no huele mal sino todo lo contrario, dado que es una excelente herramienta para conocer nuestro aparato digestivo. Ahí está, por ejemplo, la explicación sobre los estómagos ruidosos: para que el alimento recorra el intestino durante el proceso de digestión, existen unos movimientos llamados peristálticos que producen ruido. “Luego, no siempre que tengo ruido, quiere decir que tengo hambre”, aclara Quintas.
Por cierto, la coaching nutricional viene a decir que lo de las tazas de váter ‘es para cagarse’, puesto que, según sostiene, la postura de sentarse con las piernas hacia abajo -la postura adoptada para usar este tipo de excusado- dificulta la evacuación en lugar de facilitarla. Quintas apuesta por ponerse en cuclillas, que “es la postura natural… lo que pasa es que aquí todo nos lo ponen muy difícil”.
-¿Cuál es el secreto de una buena digestión?
La digestión es un proceso muy complejo que está lleno de reacciones químicas de enzimas y mil cosas más. Lo primero que tenemos que hacer es elegir correctamente los alimentos que vamos a introducir en nuestra boca, después hacer el proceso de masticar y finalmente proceder a tragar. Ese es el secreto. Si eso no lo hacemos bien, ahí ya no hay vuelta de hoja. O sea, lo que nosotros tenemos en nuestra mano es poder elegir los alimentos más saludables. Así pues, una buena digestión es aquella que no me da problemas. Todo el mundo sabe cuándo la digestión me está fallando porque empiezo a tener hinchazón, gases, diarrea, estreñimiento… pero si todo funciona correctamente, no me van a aparecer esas señales.
-¿Somos lo que comemos o comemos porque somos?
Somos un poco lo que comemos. Dentro de nosotros tenemos microbiota, lo que antes llamábamos flora intestinal, y si la microbiota está alterada sufrimos distintas patologías. Si hacemos una dieta rica en alimentos ultraprocesados, grasas, azúcares, etc,. puede verse alterada nuestra microbiota, igual que pueden alterarla muchos otros factores, como puede ser el estrés, la toma de algunos fármacos o el sobrepeso. Entonces, si elegimos bien los productos alimenticios tendremos una microbiota en un estado correcto y ahí obtendremos un buen estado de salud. En el fondo, lo que está en nuestra mano es la elección de unos productos que sean de la mejor calidad.
-Su libro dedica un espacio a los probióticos y prebióticos. Hay una tendencia a desprestigiar estos complementos nutricionales, incluso con la salida de determinados artículos científicos no contrastados.
Hay una cierta tendencia a decir que los probióticos no son todo lo efectivos que deberían ser, pero es verdad que hay muchos otros estudios que sí que están avalados y que sostienen que, para determinadas patologías o para tratar determinados síntomas, sí tienen eficacia científica. Por ejemplo, hay estudios que demuestran que el uso de ciertas cepas probióticas (porque los probióticos son cepa-dosis-dependientes) pueden servir para paliar la sintomatología que va a producir un antibiótico, como puede ser una diarrea o una candida albicans.
-¿Si el estómago ruge, qué está ocurriendo?
Siempre lo asociamos a que tenemos hambre, pero no tiene por qué ser así. Nosotros tenemos 6-7 metros de intestino delgado y el alimento, que ya sale impregnado con los jugos gástricos, tiene que realizar ese recorrido por un espacio aproximadamente de unos 2-3 centímetros de diámetro -una moneda de dos euros, más o menos-. Para que el alimento recorra esos 6-7 metros y siempre en la misma dirección, existen unos movimientos llamados peristálticos que producen ruido. Luego, no siempre que tengo ruido, quiere decir que tengo hambre.
-¿Cómo puedo saber si mi dolor de cabeza viene del estómago o de los intestinos?
Cuando yo tengo disbiosis (microbiota alterada), además puedo tener un intestino hiperpermeable. El intestino delgado está formado por una monocapa de células, y cuando las uniones estrechas de esas células se agrandan, el intestino se hace hiperpermeable y pasan al torrente sanguíneo sustancias que no deberían llegar hasta allí. Cuando esas sustancias atraviesan la barrera intestinal y llegan hasta nuestro torrente sanguíneo, puede ser que se desencadenen todos los síntomas de los que hablo en mi libro, como dolor de cabeza o dolor en las articulaciones.
Relacionar el dolor de cabeza con el estómago ya es más difícil. El estómago es una bolsa que, en teoría, tendría que ser totalmente estanca. Cuando esa bolsa deja de ser estanca puede sufrirse reflujo, por ejemplo. Yo me he encontrado con gente que, de repente, pierde el habla, o la voz se le pone muy ronca porque el reflujo le está quemando el esófago. Pero de ahí a tener un dolor de cabeza, pues no hay mucha relación. Sin embargo, cuando un intestino es hiperpermeable y esas moléculas están atravesando la barrera intestinal, sí que puede aparecer cefalea. En el libro pongo el ejemplo de una chica que tenía dolores de cabeza continuos, causados por la alteración de su microbiota bucal: había llevado brackets durante mucho tiempo y no había seguido unas medidas higiénicas correctas.
-¿Por qué hay determinados alimentos que nos sientan mal?
Puede ser, por poner un caso, por una hernia de hiato, que se produce cuando el estómago ha salido por encima del diafragma y deja de ser totalmente estanco. Al dejar de ser totalmente estanco, los ácidos que vienen del estómago pasan al esófago y se genera el reflujo. Pero luego hay otras razones, como la presencia de una disbiosis: si mi microbiota está alterada y, yendo un poco más allá, tengo un intestino hiperpermeable, puede ser que haya alimentos que yo no tolere bien. Es el caso de la intolerancia a la lactosa. Hay mucha gente que tiene intolerancia a la lactosa y lo primero que hay que hacer es ver qué grado de intolerancia presenta la persona afectada. Porque puede ser que yo no tolere la leche de vaca, que es donde más lactosa hay, pero esa lactosa va a disminuir en los yogures y en el queso, y habrá mucha menos en el queso de oveja y en el de cabra. Así, en vez de eliminar la lactosa de golpe sin someterme a una prueba, sin ver qué grado de intolerancia tengo, lo ideal sería pasar esa prueba porque, si bien no tolero la leche, el test quizás me demuestre que sí tolero el queso de oveja o de cabra.
-Uno de los grandes ejes sobre los que gira ‘El secreto de la buena digestión’ se centra en las deposiciones. ¿Tan importante es observarlas, qué nos pueden revelar los excrementos?
Situándonos en el caso más extremo, hay muchos cánceres de colon que se han detectado en un estadio muy temprano porque el paciente ha encontrado sangre en las heces. La presencia de sangre en las heces no siempre quiere decir que se tenga un cáncer de colon, ya que el hallazgo podría guardar relación con una hemorroide interna; pero es verdad que si esas personas no hubieran mirado la consistencia de sus excrementos, no se hubiera podido detectar el cáncer en un estadío tan temprano. El hecho de observar las heces nos da muchísima información: si son demasiado blandas quizás nuestro tránsito intestinal esté siendo demasiado rápido, o si son muy pequeñas y muy compactas puede que estén pasando demasiado tiempo en la parte final del colon.
No deja de ser información que es muy fácil de ver… si yo, por ejemplo, empiezo a ver restos de alimentos que no están digeridos por completo, pues eso significa que algo está funcionando mal dentro. Si unas heces flotan puede ser un indicativo de que no estoy digiriendo bien las grasas, o que no estoy secretando suficiente cantidad de serotonina.
-Pero, ver unas deposiciones negruzcas no siempre quiere decir que estén teñidas de sangre. También puede ser algún tipo de alimento el que dé ese tono…
Claro, yo me refería a un caso extremo. Hay muchos alimentos que tiñen las heces, como el arroz negro. Pero es verdad que, si yo repetitivamente voy viendo sangre en mis heces, lo que tengo que hacer es acudir al médico lo antes posible.
-¿Es normal que, en función de lo que se haya comido, varíe el color de las deposiciones o lo que coloquialmente se conoce como ‘caca’? ¿O bien es conveniente que la caca presente siempre el mismo tono cromático?
Normalmente, el color suele ser siempre homogéneo. Lo que pasa es que sí que es verdad que puede haber variaciones dependiendo de la ingesta de alimentos que pueden teñir las heces. El color también puede dar pistas de que algo está funcionando mal. Si son muy, muy claras, pueden estar indicando que hay algo que no está funcionando bien, o que el tránsito está yendo demasiado deprisa, lo que podría estar originado por un déficit de algunas vitaminas o algunos minerales.
-¿Diariamente, lo ideal es defecar una vez, o más veces?
Según el Criterio de Roma (ya vamos por el Criterio de Roma IV, que son unas pautas que establecen los gastroenterólogos), lo normal es hacer entre una y dos deposiciones al día, pero también es normal hacer tres por semana. Menos de tres por semana ya se podría considerar estreñimiento y esa señal se dirige especialmente a las mujeres, ya que las mujeres solemos ser mucho más estreñidas que los hombres debido a temas hormonales. Solamente tendríamos que prestar atención cuando se hacen muchas deposiciones al día, o bien cuando se hacen menos de tres por semana.
-Todos defecamos sentados en la taza del váter, eso parece ya indiscutible… ¿Es una buena posición?
No es una buena posición. El músculo puborrectal rodea la parte final de nuestro intestino grueso y, cuando nos sentamos en la postura que todos sabemos para ir al baño, ese músculo tira del intestino grueso hacia atrás, haciendo que nuestro intestino grueso termine en un codo, lo que dificulta el proceso. Sin embargo, si nos ponemos en cuclillas o elevamos los pies encima de un banco, ese músculo puborrectal deja de estar tenso, de tal manera que conseguimos la verticalidad perfecta para facilitar la defecación. Hay personas que, simplemente, con el acto de levantar las piernas consiguen ir al baño con muchísima más fluidez.
-Vamos, que se trataría de recuperar las posiciones en cuclillas que se adoptaban en las antiguas letrinas, cuando no había tazas de WC…
Claro, ponerse en cuclillas es la postura natural. Cuando los niños pequeños todavía llevan pañal, enseguida ves cuando van a hacer caca porque rápidamente se ponen en cuclillas, que es la postura natural… lo que pasa es que aquí todo nos lo ponen muy difícil.