Redacción Farmacosalud.com
El nuevo presidente de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), el Dr. Ramón García Sanz, apuesta por redefinir la especialidad para dar mayor relevancia a la terapia celular. De ahí que ya se esté debatiendo una sustitución terminológica que permita pasar de la denominación de ‘hematología y hemoterapia’ al concepto de “‘hematología y terapia celular’”. Otro de sus objetivos al frente de la SEHH se centra en “solucionar las múltiples trabas que los investigadores se encuentran” en el ejercicio de su profesión, como por ejemplo la existencia de “un reglamento administrativo que complica hasta lo insólito el empleo del dinero destinado a investigar, ya de por sí escaso. Piense que incluso el dinero que se consigue desde ámbitos privados resulta muchas veces inútil cuando se pierde en la maraña administrativa”.
Sin abandonar su tono reivindicativo, el Dr. García Sanz reclama tapar algunos -según viene a decir- agujeros actuales de la sanidad española: “En diagnóstico, necesitamos ya que los avances en genómica entren en la cartera de servicios; no podemos aceptar que, en España, un niño con una leucemia aguda linfoblástica no tenga acceso al diagnóstico de la Enfermedad Mínima Residual por biología molecular, un procedimiento que ya está en la cartera de servicios de países de nuestro entorno (…) O es poco defendible no haber incorporado ya la ‘Next Generation Sequencing’ (secuenciación de nueva generación) al diagnóstico y tratamiento asistencial de los pacientes con hemopatías malignas (y tumores sólidos), o el diagnóstico de trastornos de la hemostasia como las hemofilias y trombopatías”.
-Uno de sus objetivos al frente de la SEHH pasa por redefinir la especialidad para dar mayor relevancia a la terapia celular. ¿Qué medidas concretas se pueden llevar a cabo para potenciar ese tipo de tratamientos?
A nuestro modo de ver, el trasplante de progenitores hematopoyéticos y el empleo de las células madre de la médula ósea o de la sangre periférica ha hecho que nuestra especialidad se haya colocado en primera línea de acción en la utilización de células para tratar enfermedades. De hecho, fueron los inicios de esta terapia, la transfusión sanguínea, los que dieron origen a nuestra especialidad, y procedimientos como la manipulación celular de componentes sanguíneos o la criopreservación de células progenitoras los que han hecho al hematólogo protagonista principal en toda esta terapéutica. Es por ello que estamos debatiendo una sustitución terminológica de la especialidad desde ‘hematología y hemoterapia’ hasta ‘hematología y terapia celular’. Creemos que este puede ser un camino de futuro y, al menos, es algo que tenemos que valorar.
-También se ha propuesto mejorar las infraestructuras de investigación en hematología.
Es cierto. Nuestra especialidad está consiguiendo grandes logros en investigación. Es un terreno en el que los hematólogos españoles están llegando muy alto, puesto que se están alcanzando los mejores índices de publicaciones y descubrimientos, lo que ha contribuido a cambiar paradigmas de tratamiento y control de los pacientes. Sin embargo, queda mucho. Hay que pensar cómo podemos solucionar las múltiples trabas que los investigadores se encuentran: la pérdida de derechos laborales de los jóvenes que salen a formarse en el extranjero, la falta de reconocimiento de los méritos en investigación, un reglamento administrativo que complica hasta lo insólito el empleo del dinero destinado a investigar, ya de por sí escaso. Piense que incluso el dinero que se consigue desde ámbitos privados resulta muchas veces inútil cuando se pierde en la maraña administrativa. Como digo, hay muchos ámbitos de mejora.
-Su nombramiento como nuevo presidente de la SEHH ha tenido lugar en el LXI Congreso Nacional de esta sociedad médica, celebrado recientemente en Valencia. ¿Qué avances o novedades diagnósticas y terapéuticas que se hayan conocido en la reunión científica destacaría?
Habría muchos campos con novedades, pero yo destacaría 4: los avances en la introducción de la terapia CAR-T en linfomas y leucemias -una realidad ya palpable en nuestro país-, la irrupción de los anticuerpos ‘puente’ en terapia antihemofílica, la mejora y universalización de los procedimientos e indicaciones de las aféresis terapéuticas, y el conocimiento de la biología íntima de las células tumorales y su resistencia, como ocurrió con la comunicación ganadora del Congreso, en la que se revelaron detalles moleculares de las células de la enfermedad mínima residual del mieloma (las células que son responsables de las recaídas). Pero no podemos olvidar que en la reunión se presentaron hasta 904 comunicaciones y hubo más de 80 conferencias cubriendo todas las áreas de la hematología. Todas ellas fueron contribuciones de interés para nuestra especialidad.
-En la cita congresual se ha sacado a colación la polémica por el uso de los anticoagulantes orales de acción directa (ACODs). ¿La prescripción de ACODs debe generalizarse en España?
Sí. De hecho, ya lo está. Queda todavía camino por recorrer, porque hay todavía puntos de mejora, pero seguimos avanzando. Son fármacos de gran utilidad, pero su empleo debe ajustarse a las indicaciones correctas, y éstas dependen de la evidencia científica que se sigue generando. Y una vez que haya evidencia científica para una indicación concreta, se deben dar los pasos para que los pacientes se beneficien de estos fármacos siguiendo las pautas que se generan desde los laboratorios y consultas de coagulación.
-En los últimos tiempos se están produciendo notables avances en la lucha contra los cánceres hematológicos. ¿Qué puede comentarnos al respecto?
Que no paramos. Ya se curan el 90% (prácticamente todos) de los linfomas de Hodgkin, las leucemias infantiles o las leucemias mieloides crónicas. E incluso se han encontrado opciones para ese 10% que no se curan con el tratamiento ‘estándar’. Y en linfomas no Hodgkinianos podemos llegar cerca, en especial con la irrupción de la terapia CAR-T, que es capaz de curar la mitad de los linfomas agresivos que no se han curado con otras opciones.
Y empezamos a acercarnos a situaciones de ‘rutina’ en procedimientos tan complejos como el trasplante alogénico de médula ósea, una estrategia que ya está al alcance del 100% de los pacientes que la puedan necesitar en España. Y se están dando pasos de gigante en enfermedades que, como la leucemia mieloblástica o la mielodisplasia, todavía no estaban dentro del grupo de ‘más de la mitad se curan’. Y vienen muchas nuevas oportunidades como los BiTEs, los CAR-T duales, los CAR-NK, nuevos inhibidores de Tirosín Kinasa, fármacos dirigidos, terapia génica…
-¿Qué papel están jugando los biosimilares en la medicina hematológica española?
Yo los veo como una oportunidad de refinanciación del sistema para seguir mejorando nuestro armamento terapéutico. Está claro que tenemos que implementar todas las nuevas terapias, pero también está claro que el coste de esta inversión en salud debe ser hecho sin poner en peligro nuestro sistema: la famosa sostenibilidad. Si un biosimilar permite reducir el consumo de recursos con respecto a un original que ya ha agotado su tiempo de patente, esos recursos podrán ir destinados a financiar otras áreas de mejora en nuestras posibilidades farmacológicas.
Además, el sistema de biosimilares, como el de genéricos, permite introducir más actores en el escenario, es decir, aumenta la competencia. Y eso es bueno en un sistema como el nuestro. Es obvio que se pueden generar desajustes e incluso injusticias, pero son situaciones que yo confío que nuestras autoridades tratarán de corregir cuando se produzcan.
-¿Qué presente y futuro tiene la terapia génica aplicada a la hematología?
Como bien dice, ya es un presente. Ya hay un procedimiento aprobado en Talasemias que resulta muy prometedor, y hay otros en camino. En hemofilia los veremos llegar muy pronto, como en anemia falciforme. En anemia de Fanconi, también, y aquí con contribuciones españolas de gran calado. La terapia CAR también es una terapia génica que lleva un desarrollo casi explosivo, también en nuestro país. Y habrá más en el futuro, donde la hematología volverá a ser punta de lanza para iniciar una nueva línea terapéutica que nos ayude a solucionar numerosos desafíos, y beneficiar así a los pacientes, nuestro verdadero objetivo.
-¿Qué más puede adelantarnos sobre los próximos avances diagnósticos y terapéuticos que están por llegar?
Para nuestro país, básicamente hacer que los avances comentados lleguen a los pacientes. En diagnóstico, necesitamos ya que los avances en genómica entren en la cartera de servicios; no podemos aceptar que, en España, un niño con una leucemia aguda linfoblástica no tenga acceso al diagnóstico de la Enfermedad Mínima Residual por biología molecular, un procedimiento que ya está en la cartera de servicios de países de nuestro entorno (Alemania, Francia, Reino Unido, Chequia, Portugal…), en algunos de ellos desde hace más de 15 años como Alemania.
O es poco defendible no haber incorporado ya la ‘Next Generation Sequencing’ (secuenciación de nueva generación) al diagnóstico y tratamiento asistencial de los pacientes con hemopatías malignas (y tumores sólidos), o el diagnóstico de trastornos de la hemostasia como las hemofilias y trombopatías. Por desgracia, hoy en día esto sólo se ha solucionado destinando recursos desde la parte de investigación a la parte asistencial o mediante financiación desde la industria farmacéutica. Es un desajuste que debemos solucionar cuanto antes.
Y en el tratamiento, hay que mejorar los procedimientos de acceso a las nuevas terapias para que éstas lleguen lo antes posible a todos los pacientes. Y en cuanto a novedades en este campo, ya he apuntado antes que en el horizonte tenemos mucho hacia lo que mirar (terapia génica, terapia celular, nuevos inhibidores y anticuerpos monoclonales…) Estoy seguro de que el futuro nos sorprenderá.