Redacción Farmacosalud.com
Gema Herrerías, farmacéutica y vocal de Dermofarmacia del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, sugiere que habría que concienciar a la población de que “la exposición a la luz procedente de pantallas de ordenadores, tablets, smartphones o cualquier otro dispositivo electrónico que emita luz azul puede dañar la piel de forma semejante a la radiación solar”. La sugerencia de Herrerías parte de un trabajo de la Vocalía de Dermofarmacia de dicho Colegio en el que se ha realizado una revisión bibliográfica actualizada de las evidencias científicas que existen en torno al efecto perjudicial que la luz azul visible -tanto natural como artificial- produce sobre la piel.
La revisión, que ha sido presentada en Infarma 2018, se ha elaborado utilizando bases de datos de revistas científicas, tales como Pubmed, Scopus y Science Direct, así como de otras revistas especializadas.
El envejecimiento ‘digital’ de la piel existe
El espectro solar comprende la emisión de radiaciones que abarcan longitudes de onda desde los 290 a los 3000 nanómetros: ultravioleta (290 a 400 nanómetros), visible (400 a 700 nanómetros) e infrarroja (por encima de los 700 nanómetros). Uno de los intervalos en los que se ha focalizado una mayor preocupación por sus efectos sobre la piel es el de la luz visible, y en especial el de la luz azul natural (que abarca la longitud de 400 a 500 nanómetros) y también la luz azul producida de forma artificial, dado que dispositivos electrónicos de uso muy común entre la población (ordenadores, tablets o móviles) emiten este tipo de luminosidad.
De acuerdo con un comunicado de la institución que agrupa a los farmacéuticos sevillanos, la luz azul artificial (ordenadores, etc) produce el llamado ‘envejecimiento digital’ de la piel. “No hemos encontrado ninguna investigación que concluya indicando el tiempo de exposición mínimo necesario ni la edad de la persona a partir de la cual comienza el envejecimiento digital. Sí parece que puede existir una relación con los fototipos cutáneos, ya que la protección solar natural influye en la capacidad de disminuir los efectos negativos de la luz azul”, expone la farmacéutica.
Por otra parte, la exposición a la luz azul natural incrementa la producción de radicales libres y abre las puertas a la posibilidad de que se genere una inflamación crónica, lo que se traduciría en una piel seca, deshidratada y con la pigmentación alterada, o ‘fotoenvejecimiento’. “Los estudios realizados hasta el momento se basan en demostrar a nivel celular los efectos perjudiciales de la luz azul. Para ello, han determinado, por un lado, cuáles son las longitudes de onda más dañinas dentro del espectro visible y, por otro, el efecto de la energía de estas radiaciones sobre la piel. También se demuestra que una mayor exposición incrementa los daños celulares y estructurales de la piel”, argumenta Herrerías a través de www.farmacosalud.com.
Evitar daños sobreañadidos a los ya provocados por las radiaciones UVB, UVA e IR
La capacidad de afectación del fotoenvejecimiento y del envejecimiento digital vendría más determinada por el grado de exposición a las radiaciones que por la edad del individuo que las recibe, tal y como señala Herrerías: “Pensamos que ambos envejecimientos se suman en el envejecimiento cutáneo. No creemos que dependa tanto de la edad como del grado de exposición a las distintas radiaciones solares”. La experta, además, añade que en este aspecto “es importante tener en cuenta la protección natural de cada individuo”.
El trabajo de la Vocalía de Dermofarmacia del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla concluye que es necesario revisar los actuales protocolos de protección solar con el fin de prevenir los efectos perjudiciales que produce la luz azul en la piel. En otras palabras, habría que rediseñar los protocolos para evitar los daños sobreañadidos a los ya provocados por las radiaciones UVB, UVA e IR. En relación a las pautas de protección existentes hoy en día frente a la luz azul, tanto natural como artificial, Herrerías explica que “los estudios revisados para elaborar este trabajo recogen que los antioxidantes son fundamentales para prevenir el daño de la luz azul sobre la piel, al igual que lo hacen de otras radiaciones como la ultravioleta e infrarroja”.
“Solamente se ha encontrado en algunas publicaciones, realizadas a nivel celular, que aquellos filtros que reducen la transmisión en el intervalo de 400 a 500 nm pueden ser útiles para proteger de la luz azul (dióxido de titanio, óxido de zinc y methylene bis—benzotriazolyl tetramethylbutylphenol –MBBT-)”, detalla.