Redacción Farmacodsalud.com
Han pasado ya 5 años desde que en diciembre de 2019 apareciera un brote epidémico de neumonía de causa desconocida en Wuhan, en China, que en realidad era la primera manifestación del coronavirus SARS-CoV-2, el patógeno causante del COVID-19. “De esa época recuerdo que lo llamábamos el coronavirus de Wuhan y que lo veíamos como algo muy lejano que ocurría en una ciudad china ubicada en una región que tiene casi la misma población que España. Recuerdo también que los chinos construyeron, en poquísimo tiempo, un hospital para atender esos casos; el centro estaba automatizado y los enfermos aislados. Pero lo veíamos como algo distante y, a pesar de ser conscientes de la globalización, pensábamos que era difícil que esa crisis llegara aquí, a territorio español”, comenta Elena Pérez, vocal de Comunicación de la Asociación Madrileña de Covid Persistente (AMACOP).
En la web de AMACOP se recoge la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el COVID Persistente: ‘condición que ocurre en individuos con antecedentes de infección probable o confirmada por SARS-CoV-2, generalmente 3 meses después del inicio, con síntomas que duran al menos 2 meses y que no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo. Los síntomas comunes incluyen, entre otros, fatiga, dificultad para respirar y disfunción cognitiva, y generalmente tienen un impacto en el funcionamiento diario. Los síntomas pueden ser de nueva aparición después de la recuperación inicial de un episodio agudo de COVID-19 o persistir desde la enfermedad inicial. Los síntomas también pueden fluctuar o recaer con el tiempo’.
“Estamos ante una condición biológica crónica compleja”
“Con lo que sabemos gracias a la investigación -en la que cada día aparecen nuevos datos- y después del tiempo que ha pasado, se puede decir que el COVID Persistente es una ‘condición multisistémica’ que afecta a prácticamente todos los órganos, incluyendo el corazón, el cerebro, el sistema endocrino, el sistema inmunológico y el sistema gastrointestinal. Es una enfermedad que cursa por brotes y en la que los síntomas se agrupan de forma variable, fluctuando además en intensidad y en el tiempo, como ya apuntaba la OMS en su definición de 2021. Por la gravedad y la intensidad que puede alcanzar, creemos que estamos ante una condición biológica crónica compleja”, describe la vocal de Comunicación de AMACOP. Según una nota de la Red Española de Investigación en COVID Persistente (REiCOP) fechada en octubre de 2023, en España el COVID Persistente afecta al menos a un 10% de las personas que se han infectado por el SARS-CoV-2.
Pérez se contagió y desarrolló el COVID-19 en enero de 2021, cuando por aquel entonces en territorio español se dejaba notar la borrasca Filomena. “Antes del COVID yo estaba en buena forma y realizaba muchas actividades. Cuando, transcurrido un tiempo después de pasar la fase aguda, vi que me fatigaba andando 200 metros, tenía taquicardias, disnea*, migrañas, febrícula, tos, problemas de memoria y atención y, en definitiva, yo no era para nada mi yo anterior a la enfermedad, empecé a ver que algo no iba bien. Todavía no sabía de la existencia del COVID Persistente, si bien ya había información al respecto. Se lo contaba a mi médico de Atención Primaria, pero él tampoco lo conocía”.
*disnea: dificultad para respirar
‘Niebla mental’
El caso es que Pérez recurrió a médicos especialistas para cada uno de los síntomas, pero ellos tampoco le supieron decir qué era lo que le pasaba exactamente, ya que, a pesar de que las pruebas que le practicaban salían bien, ella seguía encontrándose mal. Empezó a buscar en Internet y allí vio algunos artículos de prensa que hablaban de COVID Persistente, “y me sentí totalmente identificada…. ahora que han pasado casi 4 años y he tenido reinfección, los síntomas que más interfieren con mi vida son la fatiga, las migrañas y los problemas cognitivos, lo que se conoce como ‘niebla mental’”.
A juicio de esta mujer, 5 años después del inicio de la pandemia de COVID-19 aún hay muchos claroscuros en la lucha contra el COVID Persistente: “aunque, evidentemente, desde 2020 se ha avanzado en algunos aspectos, todavía falta mucho por hacer y hay una gran desatención. Es cierto que existen guías clínicas para la atención al enfermo de COVID Persistente, pero no creo que se apliquen. Hay profesionales muy entregados que se preocupan por los enfermos, investigan e incluso promueven ensayos clínicos, mientras que otros facultativos ni tan siquiera creen en la enfermedad, como si se tratara de un acto de fe. La atención es muy desigual: no existe un consenso como en otras patologías que afectan a un porcentaje elevado de población, y la asistencia recibida depende de la suerte que tengas al dar con un profesional”.
Las asignaturas pendientes, concretadas en una PNL
Para Pérez, actualmente en España las asignaturas pendientes con respecto al COVID Persistente “se resumen muy bien en la Proposición No de Ley (PNL) que se aprobó el 28 de noviembre en el Congreso relativa al reconocimiento y atención de las personas que padecen esta afección, en la que se pide un registro de pacientes, la codificación correcta de la enfermedad, la formación del personal sanitario y el desarrollo y aplicación de las guías clínicas y protocolos de atención al paciente”.
Asimismo, los afectados piden una optimización del flujo asistencial y la creación de unidades multidisciplinares para la atención de los enfermos, “como por ejemplo la unidad que tenemos en Can Ruti**, además de medidas de prevención para evitar contagios, campañas de sensibilización en la sociedad, más investigación… y para todo ello hace falta financiación”, destaca.
**Can Ruti: Hospital Germans Trias i Pujol (Badalona, en la demarcación de Barcelona)