Desde un punto de vista farmacológico, las guías europeas 2013 para el tratamiento de la hipertensión arterial ponen especial énfasis en el abordaje personalizado de grupos específicos de estos enfermos como, por ejemplo, diabéticos, jóvenes, ancianos y mujeres embarazadas. Además, tal y como ha aclarado el doctor Mariano de la Figuera, internista y médico de familia en el EAP Sardenya-Unidad Docente ACEBA de Catalunya, “en pacientes hipertensos grado I con riesgo bajo o moderado se acuerda por primera vez demorar el tratamiento hipertensivo con fármacos, incluso varios meses, hasta comprobar que cambia o mejora la presión arterial con estilos de vida saludables”.
En esta línea, el doctor Ramón Estruch, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona, sostiene la importancia de enseñar al paciente hábitos de vida saludables para reducir su presión arterial. Es más, ha asegurado que en un elevado número de casos bastaría con que el enfermo introdujera pequeños cambios en su estilo de vida para alcanzar los objetivos de salud, sin necesidad de recurrir a tratamiento farmacológico. Más recientemente, el estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea) ha confirmado esta idea, concluyendo que comer de manera sana y equilibrada reduce en un 30% la incidencia de complicaciones cardiovasculares mayores (muerte cardiovascular, infarto de miocardio y accidente vascular cerebral).
Tensiómetro electrónico en detrimento del de mercurio
En lo que se refiere al diagnóstico de la hipertensión arterial, el nuevo documento europeo de consenso establece el uso extensivo del tensiómetro electrónico (esfigmomanómetros semiautomáticos) en detrimento de los de mercurio y confirma como predictores de riesgo cardiovascular tanto la diferencia de la presión arterial sistólica de más de 10 mmHg entre ambos brazos como el descenso brusco de la misma (hipotensión ortostática). Asimismo, recomienda medir sistemáticamente la frecuencia cardiaca.
Establecido un único valor de presión sistólica
En base a las últimas evidencias científicas, los expertos en hipertensión arterial han acordado establecer un único valor de presión arterial sistólica para todo tipo de pacientes, que fijan en < 140 mmHg, a excepción de las personas ancianas, que revisan de modo más flexible en 140-150 mmHg. El objetivo en ambos casos es similar: adecuar los valores que se tenían como referencia de manera que permita a los profesionales sanitarios un mejor control de los niveles de hipertensión de sus pacientes y, por tanto, de los factores de riesgo asociados.
Se trata de una de las novedades recogidas en las mencionadas guías europeas 2013 para el tratamiento de la hipertensión arterial. Según la presidenta de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), la doctora Nieves Martell, el conjunto de documentos busca, entre otros aspectos, “ofrecer una formación específica y global del riesgo cardiovascular para una mejor evaluación y atención del paciente hipertenso”.
La denervación renal, prometedora contra la hipertensión resistente
También como novedad, las guías 2013 contemplan la denervación renal como un tratamiento prometedor en el paciente con hipertensión resistente, es decir, aquel que no responde a la terapia habitual, incluso después de probar con varias medidas y tratamientos farmacológicos.
“La selección de pacientes es imprescindible para optimizar los resultados beneficiosos de este tratamiento”, ha explicado el doctor José Antonio García Donaire, de la Unidad de Hipertensión del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Por el momento y hasta la publicación de los resultados de los estudios en marcha -ha proseguido-, “la técnica de denervación renal será empleada en pacientes que cumplan los criterios del estudio Symplicity 1 y 2, que ha demostrado resultados eficaces en cuanto al descenso de presión arterial en consulta, mantenidos hasta 36 meses después”.