Redacción Farmacosalud.com
La microbiota vaginal tiene como función principal la de proteger la mucosa frente a la colonización y proliferación de microorganismos patógenos1. Dicha microbiota cambia con la actividad hormonal, siendo máxima su concentración y efectos durante el periodo fértil, durante el cual existe una predominancia de los lactobacilos. Su disminución (disbiosis vaginal) conduce a la aparición de vaginosis bacteriana (VB) y vaginitis candidiásica (VVC)1.
Los lactobacilos son microorganismos inocuos que forman parte de la microbiota autóctona y que, tan sólo en casos excepcionales, han sido asociados a procesos patológicos y siempre en pacientes con enfermedades previas extremadamente graves. Por todo ello, se les considera como bacterias GRAS (Generally Regarded As Safe, o ‘generalmente consideradas seguras')1.
Las infecciones vaginales representan el 20% de las consultas ginecológicas
La VB es el resultado de la colonización vaginal por comunidades bacterianas complejas, muchas de ellas no cultivables y con metabolismos interdependientes, donde las poblaciones anaerobias tienen muy probablemente un papel importante en su patogenia. Los principales síntomas son el aumento de la secreción vaginal y su desagradable olor2.
Las vulvovaginitis se corresponden con inflamaciones de la vulva y la vagina, siendo los principales agentes etiológicos Candida albicans, Gardenerella vaginalis y Trichomonas3. La vulvovaginitis candidiásica o VVC está producida por el hongo Candida albicans. La clínica característica de la VVC es el prurito intenso acompañado de leucorrea blanquecina en forma de grumos y no maloliente. A su vez produce eritema, edema vulvar y dispareunia4.
Las infecciones vaginales son un motivo frecuente de consulta en Atención Primaria, Especializada y Urgencias Hospitalarias, representando el 20% de las consultas ginecológicas5.
Los probióticos, útiles frente a las VB y VVC
Uno de los recursos para afrontar las VB y VVC remite al uso de probióticos. Estos compuestos son en realidad microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, ejercen un efecto beneficioso sobre la salud del huésped6.
Los probióticos son efectivos como coadyuvantes en el tratamiento de las infecciones vaginales más frecuentes1. De hecho, se pueden utilizar tras la terapia antibiótica con el objetivo de que se produzca una recolonización de la mucosa y un descenso del pH vaginal antes de que el patógeno se pueda recuperar. Por eso, se consideran útiles en la prevención de las recurrencias de las infecciones vaginales y urinarias, incluyendo la vulvovaginitis candidiásica recurrente1.
Los probióticos pueden administrarse tanto por vía oral como por vía vaginal. Su uso regular tiene un efecto positivo en la flora vaginal y en la activación de las defensas7.
Se ha observado que la administración por vía oral de estos preparados aporta un enriquecimiento significativo de lactobacilos en la cavidad vaginal, al tiempo que favorece una disminución de las tasas de recurrencia tras combinarse con antibióticos para las vulvovaginosis bacterianas8. Para que una cepa probiótica pueda ser administrada por vía oral, dicha cepa debe ser capaz de resistir el pH ácido del estómago, ser capaz de resistir enzimas digestivas y sales biliares, colonizar transitoriamente las células epiteliales, ser capaz de inhibir, desplazar y/o competir con patógenos, y ser capaz de producir ácido láctico9.
L. rhamnosus Lcr 35
Los lactobacilos predominantes en vagina son Lactobacillus crispatus, L. iners, L. jensenii y L. gasseri. También son frecuentes L. salivarius y L. vaginalis. Y aparecen con alguna frecuencia lactobacilos ambientales y colonizadores del tubo digestivo como L. rhamnosus, L. casei y L. plantarum7.
La cepa L. rhamnosus Lcr 35 ha demostrado en estudios in vitro que es útil para tratar la vaginosis bacteriana y la candidiasis por adhesión de probióticos humanos9. Es más, L. rhamnosus Lcr 35 previene el crecimiento de patógenos vaginales potenciales como Prevotella bivia, Gardnerella vaginalis y Candida albicans desde la cuarta hora posterior a la incubación10, y tiene además capacidad para estabilizar y restaurar la microbiota vaginal después de la terapia con antibióticos11(Figura 1). A nivel inmunitario, se asocia a un aumento de la respuesta inmunitaria frente a los patógenos12,13. L. rhamnosus Lcr 35, asimismo, disminuye el riesgo de infecciones intestinales14 y respiratorias15, y regula el tránsito intestinal16.
L. rhamnosus Lcr35® + Vitamina A: Lactoflora® protector íntimo
Lactoflora® protector íntimo, compuesto a base de Lactobacillus rhamnosus Lcr35® (1.000 millones UFC) y Vitamina A (540 mcg), es útil tanto para la VB como para la VVC10,17. Su composición única aporta una serie de ventajas para la salud de la mujer: así, L. rhamnosus Lcr35® produce H2O2 y ácido láctico, se adhiere a la mucosa vaginal mejorando los síntomas de sequedad y crea un reservorio natural en el recto, protegiendo así a la vagina10,17-20; por su parte, la vitamina A mantiene el buen funcionamiento de la mucosa vaginal, contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y mejora la resistencia a infecciones vaginales, de ahí que el déficit de vitamina A pueda aumentar la susceptibilidad a sufrir VB21-23.
Los Lactobacillus rhamnosus Lcr 35® pasan a través del aparato digestivo y llegan al recto, donde éste actúa como reservorio natural de los lactobacillus vaginales19,20. En cuanto a la vitamina A, cabe destacar que unos niveles adecuados de esta sustancia mejoran la condición del epitelio vaginal y permiten establecer, además, una mejor resistencia frente a las infecciones microbianas21-23.
Lactoflora® protector íntimo se administra por vía oral. Ello redunda en una serie de beneficios, como es por ejemplo -tal y como ya se ha comentado- la creación de un reservorio natural en el recto de lactobacilos beneficiosos para la vagina18,19. Esta vía de administración, además de ser eficaz y segura, permite una posología práctica y cómoda, aplicable en cualquier momento del ciclo menstrual.
Conclusiones
• La disminución de lactobacilos, o disbiosis vaginal, conduce a la aparición de vaginosis bacteriana (VB) y vaginitis candidiásica (VVC)
• La VB es el resultado de la colonización vaginal por comunidades bacterianas complejas. Entre sus síntomas figuran el aumento de la secreción vaginal y su desagradable olor; las vulvovaginitis se corresponden con inflamaciones de la vulva y la vagina, siendo uno de sus principales agentes etiológicos el hongo Candida albicans. La VVC genera prurito intenso acompañado de leucorrea blanquecina en forma de grumos y no maloliente
• Los probióticos son efectivos como coadyuvantes en el tratamiento de las infecciones vaginales más frecuentes
• La administración por vía oral de probióticos aporta un enriquecimiento significativo de lactobacilos en la cavidad vaginal, al tiempo que favorece una disminución de las tasas de recurrencia de las infecciones
• La cepa L. rhamnosus Lcr 35 es útil para tratar la vaginosis bacteriana y la candidiasis por adhesión de probióticos humanos
• Lactoflora® protector íntimo, compuesto a base de L. rhamnosus Lcr35® y Vitamina A, se administra por vía oral. Lactoflora® protector íntimo llega al recto para que el órgano rectal actúe como reservorio natural de los lactobacillus vaginales. Asimismo, mejora la condición del epitelio vaginal y permite establecer una mejor resistencia frente a las infecciones microbianas
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