Redacción Farmacosalud.com
Era una asignatura pendiente que la Clínica Universidad de Navarra (Pamplona) se ha encargado de aprobar: lograr que se supere la alergia al pescado. Su Departamento de Alergología ha puesto en marcha un novedoso tratamiento para los pacientes que presentan problemas de rechazo cuando comen e incluso huelen este alimento, considerado uno de los principales alérgenos del mundo. De hecho, el pescado representa el 10% de las causas de alergia alimentaria en las consultas al alergólogo en España. El sistema de desensibilización- pionero en territorio español- que ha ideado la Clínica Universidad de Navarra se ha “aplicado únicamente en niños. Es el mismo procedimiento que se realiza con huevo y leche, pero en este caso estamos empleando pescado. En base a la experiencia con la desensibilización en huevo y leche, podemos asumir que a mayor edad del niño, o incluso en adultos, el procedimiento es más complicado”, explica la doctora María José Goikoetxea, alergóloga de dicho centro médico.
En declaraciones a www.farmacosalud.com, la experta también especifica que, “a mayor gravedad” de la alergia al pescado, “más dificultad” existe a la hora de lograr que la terapia sea totalmente efectiva. “Existen fármacos que pueden ayudar al éxito del procedimiento, pero no hay garantías en los casos muy graves. No obstante, depende de cada caso”, matiza. Llegados a este punto: ¿Los pacientes deben medicarse tras el proceso de desensibilización? “En los casos de moderada gravedad no es necesaria la medicación concomitante. Únicamente se requiere cuando existen reacciones en el proceso, que suelen existir. Sin embargo, se educa al paciente y la familia en el empleo de los fármacos y además esas personas tienen acceso al personal médico a cualquier hora y día de la semana durante el procedimiento”, arguye Goikoetxea.
“Hay alérgicos que reaccionan con el contacto de otra persona que ha comido pescado”
El tratamiento de desensibilización consiste en ingerir dosis ínfimas de pescado que se van incrementando muy lentamente hasta llegar a una ración completa. Se trata de un proceso muy complejo que requiere la supervisión estrecha por parte del personal sanitario. No supone que el paciente deje de ser alérgico, sino que se ‘engaña’ a su sistema inmunológico para que no desencadene una reacción. Se considera, entonces, que ha conseguido la tolerancia y puede introducir el alimento en su dieta.
El método funciona para la alergia a la ingesta de pescado y también es efectivo cuando la persona reacciona alérgicamente a los vapores que desprende la cocción de este alimento. De hecho, muchas personas sufren crisis de asma o urticarias graves cuando notan este efecto vaporizador. “Hay personas alérgicas que reaccionan con el olor del pescado o incluso con el contacto de otra persona que ha comido este alimento. En nuestra experiencia hemos conseguido que pacientes de este tipo toleren el pescado y su olor”, garantiza la doctora. A pesar de la demostrada eficacia de la terapia, Goikoetxea se muestra prudente a la hora de valorar si las personas tratadas con éxito pueden comer todo tipo de pescado y cocinado de todas las maneras: “Hemos comenzado con este procedimiento y tenemos poca experiencia, por el momento. En un caso hemos conseguido, desensibilizando a merluza, que la persona tolere otros pescados empleando cualquier método de cocción. Pero probablemente cada caso será necesario estudiarlo individualmente”.
El caso de Maitane: detectora de vapores
Maitane es una de las pacientes de la doctora Goikoetxea. Sus padres sospecharon que era alérgica al pescado cuando, tras el primer puré, le aparecieron ronchas y habones en la cara. Le hicieron muchas pruebas hasta confirmarlo, pero aún no sabían cómo le iba a afectar a su calidad de vida, han indicado fuentes de la Clínica Universidad de Navarra.
Normalmente, si una persona es alérgica a un alimento, solo tiene que dejar de consumirlo. Sin embargo, Maitane era detectora de vapores y, cuando sus padres cocinaban pescado, la niña se encontraba muy mal. Fue entonces cuando se dieron cuenta de la gravedad de la situación: “El problema no se resolvía simplemente con evitar su consumo; no iba a poder tener una vida normal, ir a campamentos, quedar con sus amigas a cenar, comer en el colegio o ir a algún restaurante”, explica su madre, Edurne. El simple contacto con el vapor de la cocción podía generar reacciones alérgicas peligrosas para su salud. “Me planteé que todavía era pequeña y podía controlar que no tuviese contacto con el vapor de pescado, pero era insostenible a largo plazo. Lo hablé con mi marido y comenzamos el proceso de desensibilización”, cuenta.
Empezaron con una dosis muy pequeña de pescado a la semana y, si la toleraba bien, aumentaban la cantidad, siempre bajo un riguroso control. “Ha sido una etapa dura con momentos difíciles, pero realmente ha merecido la pena. Ahora tolera varios tipos de pescado, estamos introduciendo otros y los vapores no le afectan absolutamente nada. Su día a día es mucho más normal y su calidad de vida ha mejorado muchísimo”, asegura su madre.
Por ahora, los impulsores del innovador tratamiento de desensibilización no han probado el procedimiento con otro de los derivados de la pesca, el marisco, que es altamente alergénico. “Al ser el marisco un alimento más fácilmente evitable no lo hemos intentado. Pero a priori, en algunos casos, se podría conseguir” la tolerancia a este producto, opina la alergóloga.
Grandes avances también en el tratamiento de la alergia a huevo y leche
Las novedosas técnicas para combatir la alergia al pescado son similares a las que se emplean contra otros alimentos, como es el caso del huevo o la leche. Hasta ahora, el método de desensibilización convencional empleado para suprimir la alergia a estos dos alimentos básicos requería de un proceso de dos meses, en el caso del huevo, y de tres a cuatro meses, en el de la leche. Especialistas de la Clínica han conseguido, sin embargo, reducir este periodo a una semana en determinados pacientes. Muchos alimentos contienen trazas de huevo o leche, lo que hace que la calidad de vida de estas personas se deteriore. Se trata de un gran problema para los niños, a los que le resulta muy difícil evitar este tipo de alimentos (galletas, dulces, natillas, yogures…) y, por tanto, el riesgo que conlleva su ingesta accidental.
Gracias a este proceso de desensibilización, los pacientes podrán consumir un vaso de leche (200 ml) al día o un huevo cada dos días. Por lo tanto, el problema de las trazas quedaría resuelto y no tendrían que revisar las etiquetas de todos los productos cuando se trata de pacientes que no pueden consumir nada que tenga leche o huevo.