Redacción Farmacosalud.com
Dos en uno. Una novedosa y revolucionaria prueba diagnóstica es capaz de descartar en dos horas un posible caso de Alzheimer en pacientes con deterioro cognitivo leve y, además, puede ser útil para verificar la eficacia de los nuevos fármacos que van apareciendo para tratar esta enfermedad neurológica. El nuevo examen se lleva a cabo en dos instituciones médicas de Reus (Tarragona): el Hospital Universitario Sant Joan y el Instituto Pere Mata.
“En mi opinión, es un importante avance, ya que esta prueba nos permite descartar el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer. La duración completa de la prueba es de 2h, en la que se incluye la inyección del trazador, reposo durante 90 minutos y adquisición de la imagen durante 20 minutos”, comenta la doctora Mònica Danús, jefa de Servicio de Medicina Nuclear del Hospital Sant Joan. A lo que añade: “En el momento actual se está estudiando mucho sobre los fármacos que pueden alterar el curso natural de esta patología. La técnica de la que estamos hablando no sólo permite descartar la enfermedad de Alzheimer, sino que se puede utilizar como monitorización del efecto de los nuevos fármacos (sobre todo en ensayos clínicos)”.
Un procedimiento diagnóstico de alta fiabilidad
La nueva prueba permite descartar el diagnóstico del Alzheimer en aquellas personas con deterioro cognitivo leve en las que los métodos diagnósticos tradicionales no son concluyentes. El examen se basa en visualizar el depósito de la proteína beta-amiloide en el cerebro, dado que dicha proteína se acumula de forma excesiva en pacientes con Alzheimer. Si la prueba es negativa, porque no se detecta esta acumulación, se descarta que la persona sufra Alzheimer. El procedimiento se realiza mediante PET-CT (tomografía de emisión de positrones, unido a tomografía computerizada). En cuanto a la fiabilidad del examen, Danús explica que “la técnica nos permite descartar en un alto porcentaje el depósito patológico de proteína beta-amiloide en sustancia gris, analizándose unas áreas específicas (temporal lateral, frontal, cíngulo posterior, precuña y frontal). En medicina, desgraciadamente, no existe el 100% ni el 0%”.
El examen se inicia administrando al paciente el trazador Florbetaben-F18, una sustancia que permite visualizar el depósito de la proteína beta-amiloide en el cerebro. Pasados 90 minutos, se realiza la imagen cerebral con el PET-CT durante unos 20 minutos. Según la especialista, “la técnica, como el resto de las pruebas de medicina nuclear, consiste en administrar una sustancia radiactiva de baja actividad, aproximadamente como un CT. El paciente, por lo normal, no percibe otra molestia aparte de la punción para la administración de la dosis. Como en cualquier fármaco, hay ciertos efectos secundarios, pero son muy poco frecuentes”.
Así pues, si la prueba da negativo -no detecta la mencionada acumulación beta-amiloide-, se descarta definitivamente que el paciente sufra Alzheimer. Si da positivo, se requerirán otras pruebas diagnósticas porque el Alzheimer no es la única enfermedad que presenta la acumulación de dicha proteína en el cerebro. “Las otras entidades que pueden presentar depósito de beta-amiloide cerebral son, por ejemplo, demencia de cuerpos de Lewy y angiopatia amiloide cerebral”, precisa la doctora.
Exámenes adicionales: resonancia magnética cerebral, SPECT, electroencefalograma...
En lo concerniente a las pruebas complementarias que deben practicarse en caso de que haya un positivo por acumulación beta-amiloide y se quiera determinar si se trata de un caso de Alzheimer, el doctor Marcel Rosich, responsable de la Unidad de Diagnóstico de Demencias del Instituto Pere Mata, detalla lo siguiente: “La positividad del PET-TC para un depósito de amiloide orienta a una enfermedad de Alzheimer. Pero, independientemente de este resultado, en todo paciente siempre debe disponerse de una buena historia clínica, exploración clínica general, neurológica y neuropsicológica, y según los casos determinados estudios complementarios dirigidos, de imagen y de función cerebral (TAC o Resonancia Magnética Cerebral, SPECT, Electroencefalograma, entre otros) y eventualmente estudio del líquido cefalorraquídeo. En muchos casos no se requieren estudios complementarios de alta complejidad. Debe valorarse cada caso de forma individual”.
El diagnóstico del Alzheimer no es algo fácil. Tanto es así, que estudios postmorten indican que un 15-20% de las personas diagnosticadas de Alzheimer en realidad no padecían esta enfermedad, sino de otro tipo. “La demencia -señala Rosich- es un síndrome clínico de deterioro cognitivo adquirido que se produce por una disfunción del cerebro. La mayoría de demencias se deben a enfermedades del propio cerebro, y la causa más frecuente es la neurodegenerativa. La enfermedad de Alzheimer es la forma más frecuente de demencia neurodegenerativa. Las personas que la sufren presentan las siguientes características clínicas: inicio gradual, declive progresivo, pérdida de memoria, deterioro de otros dominios cognitivos e interferencia significativa con la vida cotidiana. En las personas afectas de la enfermedad de Alzheimer se acumula en su cerebro una proteina (β-amiloide), característica de esta enfermedad”.
“Pero existen otras demencias neurodegenerativas, menos frecuentes, con las que puede confundirse. En ocasiones la asociación de otros signos neurológicos permite orientar el diagnóstico de estas otras demencias. Así, la presencia de un cuadro parkinsoniano orienta hacia una degeneración corticobasal o una demencia de cuerpos de Lewy. Una alteración del lenguaje sugiere la presencia de una afasia progresiva primaria. Una apraxia o mano alienígena (el paciente nota que una extremidad no le obedece) se asocia a la degeneración corticobasal, y la presencia de mioclonías hace pensar en una enfermedad por priones”, detalla el experto.
“Mejorar el diagnóstico siempre acaba siendo un ahorro sanitario”
Llegados a este punto, cabe preguntarse por qué es tan difícil diferenciar el Alzheimer de estas otras patologías. A este respecto, Rosich explica que, “en vida, el diagnóstico puede ser difícil. Hay clasificaciones clínicas, en función del cuadro de presentación, que permiten orientar inicialmente el diagnóstico del paciente. No obstante, cada vez se tiende a tener como referencia las clasificaciones patológicas con bases inmunohistoquímicas, con especial énfasis en el tipo de proteína que se acumula y que se relaciona con el daño cerebral. Así, se habla de las amiloidopatías, en las que hay depósito patológico de β-amiloide (como en la enfermedad de Alzheimer), las taupatías, en las que se acumula la proteína tau, o las α-sinucleopatías, en las que la proteína patológica es la α-sinucleína. Estos estudios sólo pueden hacerse post-mortem”.
“Existe, además -agrega-, una importante limitación diagnóstica definitiva dado el solapamiento de las características patológicas de estas enfermedades, como consecuencia de su heterogeneidad así como de los cambios relacionados con la edad y la concurrencia de varios de estos cuadros. EL PET-TC del que se habla en este artículo permite en vida conocer el depósito de β-amiloide, lo que representa un gran avance”.
Un gran paso adelante que, por supuesto, repercute también positivamente en las finanzas sanitarias, aduce el doctor: “La posibilidad de mejorar el diagnóstico de las enfermedades siempre acaba siendo un ahorro sanitario; se ha demostrado a lo largo de la historia de la medicina. También es muy importante hacer un análisis coste-beneficio y tener claras las indicaciones y limitaciones de las diferentes pruebas diagnósticas disponibles”.