Redacción Farmacosalud.com
Las personas que padecen fenilcetonuria, conocida también como PKU, no descomponen adecuadamente un aminoácido llamado fenilalanina, por lo que deben evitar una larga lista de alimentos básicos que contienen dicho aminoácido. Los pacientes de PKU deben, pues, seguir una dieta con presencia nula o baja de fenilalanina. A menudo, este problema metabólico se asocia a situaciones de marginación derivadas de la condición de tener que comer diferente, tal y como certifica el Dr. Álvaro Hermida, especialista de la Unidad de Enfermedades Metabólicas Congénitas del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela (La Coruña): “Este es un motivo habitual de malestar que les hace sentirse diferentes al resto de sus amigos y familiares. Hace escasamente dos días, una de mis pacientes pidió expresamente participar en una entrevista en un medio local de comunicación ocultando su identidad, precisamente en relación con sus temores a que la enfermedad repercutiera negativamente en su empleo”.
“Es verdad que, con un tratamiento temprano y bien controlado, el rendimiento en los estudios y el acceso al mercado laboral son idénticos a los de la población normal, pero los pacientes siguen teniendo recelo de las reacciones de compañeros de estudios y de trabajo”, refiere Hermida a través de www.farmacosalud.com.
Un trabajo a jornada completa se asocia con peor control metabólico
Según un estudio social realizado por la Federación Española de Enfermedades Metabólicas Hereditarias (FEEMH), el 45% de los españoles no comunicaría en su trabajo que tiene PKU por miedo a ser despedido (23%) o por temor a ser juzgado o menospreciado por compañeros y jefes (22%)[1]. Con todo, una cosa es la percepción y otra la constatación fehaciente de un hecho, puesto que por ahora no hay datos sobre posibles despidos o situaciones de marginación en una empresa por el simple hecho de tener PKU: “Es muy difícil constatar que eso esté sucediendo -comenta el Dr. Hermida-. Muchas veces son más las sensaciones o los miedos a que pueda afectarles negativamente lo que conduce a ocultar o evitar hablar de la enfermedad. En cierto modo, los pacientes quieren evitar ser estigmatizados y las restricciones dietéticas son un signo evidente de su enfermedad”.
Tal vez el ejemplo más claro de las dificultades por las que atraviesan tiene que ver con el control de la afección y las condiciones laborales. “Está demostrado que un trabajo a jornada completa y horario continuo se asocia con un peor control metabólico en los pacientes de PKU y, de hecho, el porcentaje de pacientes con contratos a tiempo parcial supera al de la población normal. Esto supone en sí mismo un desafío al que deben enfrentarse. Afortunadamente, cada vez más pacientes se sienten cómodos en su entorno de trabajo y una mayor conciencia social permite integrar perfectamente enfermedad y mercado laboral”, señala el experto.
“Las enfermedades raras siguen teniendo cierto estigma en el entorno laboral; existe la idea errónea de que los pacientes no pueden trabajar, cuando a veces sólo se necesitan pequeños ajustes y esto siempre varía en función del nivel de gravedad”, afirma el Dr. “La situación es más complicada cuando la enfermedad se acompaña de algún grado de discapacidad intelectual. En mi consulta atiendo a pacientes adultos con PKU que presentan situación de precariedad laboral o que no han logrado un puesto de trabajo, cuando es importante recordar que, para ellos, más allá de la estabilidad financiera, un empleo les aporta inclusión social, bienestar e incluso la recuperación en algunas áreas de su enfermedad”, explica Hermida en un comunicado.
Evitar la carne, el pescado, los huevos…
El estudio de FEEMH revela, asimismo, que más del 40% de la población española piensa que, si tuviera PKU, le costaría más relacionarse con la gente o hacer nuevos amigos[1], ya que no podría unirse a muchos planes (24%) y porque le daría vergüenza hablar de su patología (18%). “Casi el 50% de los pacientes con PKU describe situaciones de frustración y exclusión social[2], fundamentalmente en relación con sus necesidades dietéticas. Muchos de ellos silencian su condición por la presión social y el temor a sentirse diferentes”, destaca el médico de la Unidad de Enfermedades Metabólicas Congénitas del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela.
La fenilcetonuria o PKU es una enfermedad rara metabólica, hereditaria, que afecta a un bebé de cada 10.000 recién nacidos[3] y que provoca que los afectados no puedan procesar las proteínas. Para prevenir una severa discapacidad intelectual y motora, así como consecuencias a nivel psicológico, estos sujetos se ven obligados a controlar su dieta de manera exhaustiva evitando la carne, el pescado, los huevos, la leche, los lácteos y otros derivados.
Sin diferencias en la tasa de separaciones y divorcios entre los adultos con o sin PKU
De acuerdo con el estudio de la FEEMH, un tercio de los españoles cree que tener PKU afectaría negativamente su relación de pareja[1]. “Así es, cerca de un 70% de los pacientes adultos con PKU vive todavía con sus padres y sin una relación sentimental estable debido, principalmente, a los trastornos psicológicos y psicoafectivos que pueden llegar a sufrir”, subraya el Dr. Hermida. La ansiedad y la depresión también suelen estar muy presentes… hasta un 52% de los afectados llega a necesitar medicación para tratarlas[4]. No obstante, “es indudable que aquellos pacientes que están mejor controlados porque han seguido las pautas dietéticas y farmacológicas recomendadas padecen menos las consecuencias de la enfermedad, por lo que alcanzan el mismo grado de autonomía que el resto de la población”, remarca.
Según Hermida, el hecho de que estos pacientes tengan tantas dificultades para poder mantener una relación estable no implica que, buscando ser aceptados o mejor comprendidos, se vean empujados a buscar pareja únicamente entre otras personas que también padecen fenilcetonuria: “Es completamente cierto que los pacientes de PKU adultos sufren con mayor frecuencia trastornos del ánimo como la ansiedad o la depresión, y no cabe duda que esto afecta a sus relaciones de pareja, pero no necesariamente les limita a encontrar un acompañante con su misma condición PKU. De hecho, los médicos que tratamos enfermedades metabólicas recomendamos que esto no sea así por el mayor riesgo de transmisión de la enfermedad a la descendencia”.
Nuevamente, aquí el control de la afección resulta crucial, puesto que la mayoría de los trastornos afectivos se asocian con un peor control metabólico. Aquellos sujetos que han tenido un mejor control y han seguido de forma regular los consejos dietéticos y farmacológicos padecen en menor grado las consecuencias de la enfermedad y alcanzan una relación afectiva plena. “De hecho -apunta el especialista-, no se han encontrado diferencias en la tasa de separaciones y divorcios entre los adultos con o sin PKU. Sin embargo, los datos están ahí y el grado de control de la enfermedad, sobre todo en los pacientes adultos, a veces no alcanza el 50%. Este es uno de los motivos que pueden explicar las dificultades por las que atraviesan a la hora de encontrar pareja de forma estable”.
La modificación genética de la microbiota, línea de investigación abierta
Por otro lado, cabe destacar que el estudio de la microbiota intestinal (la población de microorganismos que habitan en nuestro sistema digestivo) y su aplicación terapéutica en el ámbito de las enfermedades metabólicas está desarrollándose cada vez de forma más rápida. La PKU no ha escapado a esta área de investigación y, en este sentido, la modificación genética de dicha microbiota ha constituido el avance más importante. Otras estrategias, como el trasplante de microbiota fecal, no han logrado esos resultados.
En la actualidad se han desarrollado bacterias habituales en nuestra microbiota intestinal -como la Escherichia coli- pero con capacidad para metabolizar la fenilalanina de los alimentos con la intención de que las personas con PKU puedan llegar a ingerir cualquier alimento sin riesgo de que su dolencia empeore. “Hay que señalar que estos estudios han llegado a demostrar en modelos animales (roedores y primates) que, realmente, estas bacterias son capaces de disminuir los niveles de fenilalanina en sangre tras la ingesta de alimentos. Sin embargo, todavía no se ha demostrado su efectividad en humanos y se postula más como una herramienta para ayudar a mejorar el control metabólico. En ningún caso supondría una cura de la enfermedad ni probablemente evitaría que los pacientes tuvieran que atenerse a unas restricciones dietéticas”, advierte el Dr. Hermida.
La investigación en el ámbito del tratamiento de la fenilcetonuria no ha cesado y, además del esfuerzo realizado para mejorar las fórmulas de aminoácidos, “cada vez más equilibradas nutricionalmente y más atractivas al gusto, hoy disponemos de un cofactor (la sapropterina) que potencia la actividad del defecto enzimático y permite a muchos pacientes mejorar el control con un mayor aporte de proteínas naturales. Pero, sin duda, una de las principales novedades es el desarrollo de la pegvaliasa, enzima recombinante que sustituye de manera eficaz a la enzima defectuosa y que logra que un alto porcentaje de pacientes alcancen un control pleno en los primeros meses de tratamiento. En muchos casos, permite una ingesta de proteínas en la dieta similar a la normal”, detalla.
Tratándose de una afección de origen genético, hoy se dispone del conocimiento y de la tecnología capaces de ensamblar un gen sano en las células afectadas. En los próximos meses se pondrán en marcha los primeros ensayos clínicos con terapia génica en pacientes con fenilcetonuria (como ocurre ya en otras enfermedades metabólicas). A juicio del Dr. Hermida, “la terapia génica supone una alternativa más que posible para el manejo de la enfermedad”.
¿Las enfermedades raras están menos atendidas?
De acuerdo con el estudio de la FEEMH, 8 de cada 10 españoles consideran que las enfermedades raras cuentan con menos recursos y herramientas que aquellas patologías más conocidas[1]. ¿Es realmente así? “En concreto, muchos pacientes con PKU no ven satisfechas sus necesidades en materia social y sanitaria; faltan todavía herramientas básicas que podrían ayudarlos enormemente”, asegura Aitor Calero, presidente de la FEEMH. Por esta razón, Calero recuerda la existencia de ‘Live Unlimited PKU’ (www.liveunlimitedpku.com), la campaña que han puesto en marcha FEEMH y otras seis asociaciones europeas más, con la colaboración de BioMarin, con el objetivo de sensibilizar sobre la PKU, favorecer un cambio de políticas y proporcionar a los pacientes las herramientas necesarias para que puedan convivir con la enfermedad sin limitaciones.
Desde un punto de vista global, las patologías minoritarias afectan hoy en día a más de 300 millones de personas en todo el mundo. En España, según cifras de la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER), un paciente con una enfermedad rara espera una media de 5 años hasta que logra un diagnóstico. En el 20% de los casos llegan a transcurrir 10 años o más hasta que reciben el diagnóstico adecuado. Asimismo, el 46,6% no se siente satisfecho con la atención sanitaria que recibe y, a nivel de gastos, los costes relacionados con la afección suponen cerca del 20% de los ingresos familiares anuales.
Referencias
1. Estudio social realizado por la FEEMH, Diciembre 2019, entre 600 españoles por cuestionario online.
2. Molecular Genetics and Metabolism Reports 17 (2018) 57–63
3. https://www.orpha.net/consor/cgi-bin/OC_Exp.php?Lng=ES&Expert=716
4. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2214426918300934