Redacción Farmacosalud.com
La Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) ha creado una herramienta basada en la evidencia científica que busca avanzar en la investigación e interpretación de datos relativos a la desescalada de tratamientos oncológicos. La medicina de precisión intenta ajustar las terapias a las características moleculares de cada caso en concreto y, la mayoría de las veces, esto se traduce en la labor de encontrar aquellos biomarcadores que sugieran que un paciente puede beneficiarse de añadir cierto fármaco. No obstante, también hay biomarcadores que indican que algunos casos de cáncer pueden ser menos agresivos, lo que puede dar la oportunidad de conseguir el mismo éxito terapéutico con menos tratamiento. “El problema es que los ensayos para demostrar la eficacia de estas “desescaladas”, ya sea dando menos fármacos o dándolos menos tiempo, son muy complejos de diseñar y de realizar. Lo que intenta este estudio es proporcionar una terminología que clasifique biomarcadores según el nivel de evidencia existente para tomar decisiones sobre desescaladas”, explica el Dr. Joaquín Mateo, participante en la elaboración de la novedosa herramienta.
El nuevo marco de referencia, publicado en ‘Annals of Oncology’, ofrece a los profesionales de la oncología, investigadores y decisores políticos una serie de criterios para avanzar en la personalización de los tratamientos. Este estudio define la clasificación de ESMO para la gradación de certeza científica respecto a estrategias de desintensificación terapéutica. “Es un sistema con tres niveles y definiciones claras de qué condiciones se tienen que haber demostrado para que una evidencia sea considerada de nivel A, B o C. Usar una terminología estandarizada nos facilita la comunicación con los pacientes y también la discusión y diseminación de resultados entre los profesionales”, detalla Mateo, a su vez presidente del Grupo de Trabajo de Investigación Traslacional y Medicina de Precisión de la ESMO y oncólogo del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona).
Por ejemplo: ¿en ciertos casos, es necesario añadir ‘quimio’ a la cirugía?
Tomando como referencia la primera estrategia de este tipo, utilizada en niños con leucemia linfoblástica aguda y basada en la respuesta a la terapia inicial, el modelo que se propone desde ESMO toma como punto de partida biomarcadores predictivos o de pronóstico para estratificar a los pacientes en función del riesgo. Una vez realizado este análisis, se propone en cada caso un sistema de desintensificación del tratamiento. “El concepto de la desescalada no es nuevo; lo que pretendemos es que la demostración de que la desescalada es recomendable se haga de acuerdo a unos estándares de evidencia, para que luego todos podamos recomendarla o no a los pacientes de forma homogénea y basándonos en criterios objetivos”, subraya el Dr. Mateo.
“El ejemplo de la leucemia linfoblástica aguda es uno bien conocido, pero también en el cáncer de mama se han descrito casos donde ciertos perfiles genéticos identifican tumores con bajo riesgo de recidiva, y en los que añadir quimioterapia a la cirugía puede no ser necesario, ya que ante ese biomarcador genético, las pacientes parecen no sufrir recidivas con o sin quimioterapia”, precisa.
Metodología aplicable en casos terminales
Según el Dr. Mateo, la nueva metodología puede aplicarse también en caso de que el tratamiento sea ya paliativo porque el enfermo está en fase terminal debido a la gravedad de su cáncer: “la herramienta pretende guiarnos para identificar de una manera homogénea en qué cuadros -en este caso desde el punto de vista de presencia de biomarcadores- se puede desescalar el tratamiento porque existe suficiente evidencia de que, con menos tratamiento, se consiguen resultados igual de buenos. En cada estadío de la enfermedad, el manejo es diferente. Aquí lo que pretendemos es encontrar, dentro de un mismo estadío, qué pacientes son los que se pueden manejar con menos tratamiento pero consiguiendo al menos los mismos resultados. No se trata de simplificar el abordaje terapéutico, se trata de optimizarlo para cada paciente, y a veces eso significar dar más tratamiento, pero a veces puede significar dar menos”.
Lógicamente, la aplicación de la desescalada terapéutica debe tener en cuenta la opinión del enfermo. “En general -sostiene el oncólogo-, el avance en la medicina de precisión ha de ir de la mano del empoderamiento de los y de las pacientes para que sean parte activa en la toma de decisiones terapéuticas. Desde nuestro grupo intentamos, a través de este sistema de clasificación u otros que hemos publicado en el pasado, dar herramientas para que los enfermos y los médicos se entiendan más fácilmente, usando una terminología común. Obviamente, el paciente ha de estar de acuerdo en cambiar el tratamiento previsto en base a un biomarcador, pero hemos de ser capaces de que pueda entender cuánta evidencia hay detrás de esa decisión por no ser -el paciente- un experto en medicina ni en genética”.