Redacción Farmacosalud.com
¿Existen los milagros en medicina? Pues parece que sí. Si bien la nefronoptisis tipo 9 es una enfermedad gravísima ultrarrara que provoca la muerte del feto o de los bebés a los pocos meses de vida, una niña que padece esta afección ha logrado alcanzar los 10 años de edad y se ha convertido, además, en el primer paciente pediátrico de España que ha sido trasplantado de corazón, hígado y riñón… y con la previsión de que en un futuro inmediato pueda llevar el ritmo de sus compañeros de escuela. La menor tiene una mutación en el gen NEK8 que provoca alteraciones en el desarrollo de los órganos y fibrosis y esclerosis de los tejidos que los forman. Años atrás, ya recibió un injerto de corazón, y ahora ha acogido el injerto renal y hepático. Tras el trasplante de corazón, la paciente hacía vida normal y practicaba “deporte con normalidad como cualquier otro niño… y lo volverá a hacer” dentro de unos meses, cuando se incorpore de nuevo al colegio una vez haya finalizado el período de convalecencia correspondiente a la nueva transferencia de órganos, explica a www.farmacosalud.com el Dr. Ferran Gran, cardiólogo pediátrico y coordinador médico de Trasplante Cardíaco Pediátrico del Hospital Vall d’Hebron (Barcelona).
Dado que el trasplante hepatorrenal es reciente (se practicó en octubre), la niña está recibiendo -lógicamente- un tratamiento inmunosupresor importante, por lo que en la actualidad su calidad de vida es la estándar de todo paciente que acaba de recibir un injerto. En este caso, la niña está recibiendo escolarización domiciliaria porque debe estar unos 6 meses sin ir a la escuela. La previsión es que a partir de marzo-abril pueda incorporarse al colegio con total y absoluta normalidad.
Injerto de corazón a los 5 meses de vida
La nefronoptisis tipo 9, una dolencia minoritaria perteneciente al grupo de las ciliopatías, se caracteriza por causar defectos severos en varias partes del organismo como el corazón, hígado, riñón, pulmones y en el sistema nervioso, y también alteraciones óseas. La mutación en el gen NEK8 se manifiesta de forma variable. En algunas personas provoca, en primer término, cardiopatías que hacen peligrar en extremo la vida, y también displasia renal (anomalías en el desarrollo de los riñones, habitualmente por la presencia de múltiples quistes renales), agenesia (ausencia de un riñón), o malformación de órganos durante el crecimiento y el desarrollo embrionario, así como graves afectaciones biliares. La mayoría de los afectados por la mutación en el gen NEK8 no superan el periodo fetal o mueren en los primeros meses de vida. En Vall d’Hebron, esta niña recibió un trasplante de corazón hace prácticamente diez años, cuanto tenía cinco meses de vida. No hay ningún otro caso documentado en el mundo que haya vivido tanto tiempo con esta patología.
“En 2009, pocos meses después de nacer, vimos que la paciente sufría una miocardiopatía hipertrófica que era incompatible con la vida. Se hizo un estudio genético y no se encontró la causa. Como la situación era muy grave, decidimos hacer un trasplante cardíaco”, señala el Dr. Gran a través de un comunicado. El injerto cardiaco fue un éxito, y la niña evolucionó favorablemente. Era la primera paciente en todo el mundo con esta enfermedad que recibía un trasplante de corazón.
Pero, como indica el Dr. Ramón Charco, jefe del Servicio de Cirugía Hepatobiliopancreática y Trasplantes de Vall d’Hebron, en 2017 "la paciente empezó a tener problemas en el hígado, y vimos que este órgano era demasiado grande para su edad y que presentaba signos de fibrosis”. Además, la menor sufría hipertensión portal, “que es la presión elevada en la vena porta”, lo que “condiciona un alto riesgo de hemorragia por varices esofágicas”, añade. Y, posteriormente, a finales de 2017, se detectó fallo renal con deterioro progresivo. Por este motivo, explica la Dra. Mercedes López, experta del Servicio de Nefrología Pediátrica de Vall d’Hebron, “fue necesario que la paciente recibiera diálisis durante varios meses”. De acuerdo con López, “la hemodiálisis no es curativa del fallo renal y, además, la paciente seguía empeorando por la fibrosis irreversible y toleraba cada vez peor la diálisis. Llegó un momento en que el doble trasplante de hígado y riñón fue el único tratamiento posible”.
“Ya se habían realizado dobles trasplantes de hígado y riñón en pacientes pediátricos -remarca Charco-, pero ahora era la primera vez que se hacía un doble trasplante de hígado y riñón en un paciente pediátrico que había recibido un trasplante de corazón”. El Hospital Universitario Vall d’Hebron es el único de Cataluña que ofrece injertos pediátricos para todos los órganos. “Y contamos con un equipo multidisciplinario con alta experiencia que, además de los equipos de trasplante hepático, renal y cardíaco, incluye anestesiólogos, profesionales de UCI Pediátrica y Enfermería, Enfermería de diálisis pediátrica, radiólogos y coordinación de trasplantes, entre otros”, expone la Dra. López.
Intenso seguimiento por si aparecen problemas pulmonares
Tal y como se ha apuntado anteriormente, la mutación de NEK8 es una enfermedad de las llamadas ultrarraras. “Solo hay diez casos descritos en todo el mundo”, detalla el Dr. Jesús Quintero, médico de la Unidad de Trasplante Hepático. Cuando la niña atendida en Vall d’Hebron se sometió al trasplante de corazón, todavía no se sabía qué patología específica tenía, puesto que no existían las técnicas de secuenciación masiva de genes actuales. Por lo tanto, había que secuenciar cada gen de forma individual. Desde hace unos años, las nuevas técnicas permiten secuenciar y analizar muchos genes al mismo tiempo. “Así, recientemente, cuando el hígado y los riñones empezaron a fallar, se descubrió que la paciente sufría una mutación en el gen NEK8”, destaca.
Así pues, el doble trasplante ha sido un éxito y la menor -la persona más longeva conocida que ha sufrido o sufre la mutación NEK8- se encuentra en buen estado de salud. Actualmente, continúa en seguimiento por parte del Servicio de Cardiología Pediátrica, la Unidad de Trasplante Hepático Pediátrico y el Servicio de Nefrología Pediátrica. El corazón mantiene una función óptima y el hígado y los riñones funcionan dentro de lo que son los parámetros de normalidad de un paciente trasplantado.
Ahora bien, de cara al futuro no hay que bajar, ni mucho menos, la guardia, básicamente por dos motivos: en primer lugar, porque esta dolencia es muy desconocida y ello plantea que su evolución sea imprevisible, sobre todo por el hecho de que la longevidad de la menor es única en todo el mundo (por tanto, la experiencia previa es inexistente), y en segundo lugar porque en algunos casos se han descrito afectaciones en el pulmón. “Hasta la fecha los pulmones de la niña no se han visto afectados, con lo cual esperamos que realmente estén libres de la enfermedad”, manifiesta el Dr. Gran. El especialista, asimismo, recuerda que el resto de órganos estarán sujetos a la evolución típica de los órganos trasplantados, ya que “no son órganos que vayan a durar toda la vida”, por cuanto que “los pacientes trasplantados en edad pediátrica necesitan un ‘retrasplante’” cuando alcanzan la edad adulta.