Redacción Farmacosalud.com
La guía El autocuidado en las personas con dolor apuesta por estimular el erotismo como uno de los métodos para reducir las percepciones dolorosas en estos pacientes. ‘Algunas investigaciones indican que el dolor, y especialmente el dolor persistente, produce cambios en la sexualidad en al menos el 70% de las personas que lo sufrimos, viendo afectadas nuestras relaciones y la satisfacción sexual propia y de nuestras parejas. A su vez, el hecho de que no mantengamos una vida sexual activa impide la liberación de endorfinas y otras sustancias cerebrales, conocidas, entre otras cosas, por aliviar el dolor, reducir el malestar e inducir sensaciones placenteras de forma natural’, indica el manual.
‘Estimular el deseo y jugar con la insinuación y la seducción: ropa sexy, música provocadora, movimientos insinuantes… Enriquecer la erótica reduce las sensaciones dolorosas y da paso a otras agradables. Prepararse para un encuentro sexual incrementa el deseo’, sostiene el nuevo documento.
El buen humor se traduce en menos necesidad de calmantes
La guía, asimismo, aboga por fomentar el buen humor entre las personas que sufren sintomatología dolorosa crónica como otra pauta para intentar sobrellevar mejor la patología: ‘el humor y la risa se han asociado a una disminución de los umbrales del dolor en pacientes con dolor crónico, posiblemente debido a un aumento de las endorfinas, que hacen que el paciente se sienta mejor. Además, también se han realizado estudios concretos en pacientes con dolor crónico en situación paliativa, y los resultados demostraron que, tras exponer a los pacientes a diferentes situaciones humorísticas, éstos demandaban menos medicación para el dolor, sonreían más a menudo, dormían mejor, y en general manifestaban tener una mejor calidad de vida’.
‘En estudios realizados en pacientes hospitalizados, se ha demostrado que la utilización de la risa como terapia contribuye a disminuir el miedo y la ansiedad durante la hospitalización, reducir los días de ingreso, reducir la necesidad de analgésicos y mejorar el sueño y la calidad de vida’, según se puede leer en el manual.
Manual profesional del autocuidado analgésico
Y es que el dolor crónico “impregna” la vida de los enfermos y sus familias, creando sufrimiento, alteraciones del sueño, ansiedad, pérdidas laborales, disminución de relaciones sociales, discapacidad, etc. hasta el punto, en los casos más graves, de pérdida del sentido de la vida. Son palabras de Manuela Monleón, enfermera familiar y comunitaria, Dra. en Cuidados de la Salud y coordinadora de esta guía y también del Manual profesional del autocuidado analgésico, ambos documentos elaborados con la colaboración de la compañía Grünenthal.
Estos trabajos tienen como objetivo dar a conocer las actividades que una persona con dolor crónico puede llevar a cabo para mejorar su sintomatología. Por ello, recogen recomendaciones sobre actividades que influyen en el control de la enfermedad, como -aparte de los ámbitos ya comentados de la sexualidad y la risa- la alimentación, el ejercicio, el sueño, el ambiente de confort, el ocio y el tiempo libre, las relaciones sociales, la actitud positiva, la expresión de las emociones, la relajación, etc., contemplando también la seguridad en el uso de la medicación, entre otros aspectos.
La guía El autocuidado en las personas con dolor aporta consejos para que los pacientes aprendan a prevenir y calmar sus percepciones dolorosas, mientras que el Manual profesional del autocuidado analgésico proporciona información sobre las mejores intervenciones en autocuidado para la gestión de esta enfermedad. La prioridad, según esta enfermera, es “cumplir una de las principales peticiones de las personas que sufren dolor crónico, quienes se quejan de que los profesionales del ámbito del dolor aconsejan actividades (ejercicio, alimentación, relajación, etc.), pero no concretan cómo llevarlas a cabo”.
De esta forma, se promueve de manera sencilla el desarrollo de una “conducta analgésica” para combatir el dolor, es decir, “qué pueden hacer para estar mejor y convivir con la enfermedad, lo que repercutirá en la salud y la autonomía del paciente”, asegura Monleón. Además, la publicación de ambos textos permite que los enfermos sean activos en su propio cuidado complementando, al mismo tiempo, el tratamiento farmacológico, lo que al final redunda en una mayor autonomía a la hora de gestionar su salud. Las personas con dolor quieren participar en su salud, pero necesitan estar formadas, refiere la experta.
Las personas con dolor crónico necesitan compartir su vivencia con el equipo sanitario que las atiende
“Cuando el dolor se cronifica, este tipo de contenidos (el de los manuales) puede ser útil para buscar formas de mejorar la condición física y emocional, la comunicación y las relaciones sociales, entre otros aspectos”, remarca Ana Panadero Gómez, miembro de la junta directiva de la Asociación de Pacientes de Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica-Encefalomielitis Miálgica y Sensibilidad Química Múltiple (AFIBROM). Panadero, asimismo, destaca la importancia de que los pacientes con dolor crónico cuenten con una guía específica con información y estrategias para manejar el dolor, así como con contenidos que les permitan comprender mejor su condición y adoptar decisiones con evidencia científica sobre su autocuidado.
Monleón subraya que las personas con dolor crónico necesitan compartir su vivencia con el equipo sanitario que las atiende. Por ello, en el caso de los profesionales, el manual persigue aumentar el conocimiento sobre este tipo de acciones con el fin de impulsar el autocuidado desde la consulta. En la misma línea, Panadero hace hincapié en la necesidad de que el personal sanitario tenga también acceso a estos materiales, para garantizar de este modo un abordaje integral y personalizado: “el manual es una herramienta que les posibilita estar informados de las últimas prácticas para el manejo del dolor crónico y, además, facilita la comunicación entre los profesionales de la salud y los pacientes, promoviendo la colaboración y la corresponsabilidad en el tratamiento y la mejora en la atención”.
Y, si bien el dolor siempre ha sido abordado sólo desde una perspectiva física, sin analizar el impacto en la esfera psicoemocional, es una alteración que, especialmente si tiene carácter crónico, influye en la salud mental de los pacientes. Así lo sugiere la enfermera y coordinadora de los nuevos documentos: “en ciertas ocasiones, las discapacidades o pérdidas de función producidas por el dolor pueden conducir a una baja autoestima situacional o crónica, que junto con las repercusiones sociales (bajas laborales, factores socioeconómicos, aislamiento, etc.), incrementan el malestar psicológico”.