Redacción Farmacosalud.com
Según un estudio publicado por el Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona) y el CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental), uno de cada cuatro pacientes pediátricos que acudieron a las Urgencias del Hospital Infantil por un motivo psiquiátrico entre los años 2015 y 2017 tenían las autolesiones como motivo de consulta. El estudio, titulado ‘Prevalencia a tres años de las conductas autolesivas entre los motivos de consulta a Urgencias en población infantil y juvenil’, se ha publicado en la revista ‘Actas Españolas de Psiquiatría’ y ha contado con la colaboración de la Unidad de Urgencias de Pediatría.
Concretamente, se analizaron 566 episodios clínicos relacionados con un problema de salud mental que se atendieron en las Urgencias pediátricas durante los años 2015 y 2017, constatándose que una cuarta parte tenían problemas de autolesiones (intentos de suicidio por sobreingesta de medicamentos, cortes en el brazo, golpes autoinfligidos, ideas de muerte, etc.).
Este problema se ha observado especialmente en chicas de una edad media de 15 años y a menudo sin patologías psiquiátricas de base. Como afirma el Dr. Marc Ferrer, jefe de la Sección de Hospitalización del Servicio de Psiquiatría, investigador principal del Grupo de Investigación en Psiquiatría, Salud Mental y Adicciones del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y líder del estudio, estos datos “invitan a reflexionar sobre un problema creciente y preocupante: son chicos y chicas que por la edad que tienen tendrían que estar disfrutando de la vida sin demasiadas preocupaciones y en cambio tienen un gran sufrimiento emocional y una manifiesta incapacidad para soportarlo, y llegan a la autolesión y en algunos casos al suicidio”.
“Cualquier forma de provocarse dolor es una forma de expresar sufrimiento”
La Dra. Mónica Sancosmed, del Servicio de Pediatría, explica que “cualquier forma de provocarse dolor es una forma de expresar el sufrimiento (rabia, tristeza, soledad). Son emociones que no pueden expresar, y les es más fácil controlar el dolor físico que el emocional. Con esto, liberan parte de la ansiedad que sienten”. En cuanto a la causa que lleva a los jóvenes a autolesionarse, interactúan múltiples factores. Hay factores de riesgo sociodemográficos (predominio del sexo femenino), psicopatológicos (baja autoestima, depresión, trastornos de conducta, abuso de sustancias) y factores precipitantes psicosociales (acoso escolar, divorcio de los padres, problemas familiares, abuso sexual, violencia doméstica, problemas económicos, paro, dificultades en las relaciones sociales, sentirse diferente, diferencias étnicas, culturales).
Según la Dra. Sancosmed, “el aumento de situaciones precipitantes como las mencionadas, sumadas a la eclosión de las nuevas tecnologías, ha generado y fomentado este fenómeno”. Muchos adolescentes y preadolescentes, ante vivencias negativas, “se refugian en la realidad virtual de las redes sociales, en las que últimamente se ha añadido un cambio en la percepción y ya no ven las autolesiones como una cosa negativa, y sienten cierto bienestar por la pertenencia a un grupo y el formar parte de algo que está de moda”. Un ejemplo de este fenómeno, apunta la Dra. Sancosmed, son las etiquetes #autolesión o #selfharm que se utilizan en redes sociales como Instagram o Twitter.
Los datos del estudio muestran como la edad mediana de los chicos y chicas que consultan a urgencias por un problema relacionado con la salud mental ha ido bajando a lo largo de los años: de los 16 años el 2015 a los 12 años el 2017. “Desgraciadamente, los datos de este estudio van en el mismo sentido que los que se observan en estudios similares en otros países y refuerzan la evidencia de la necesidad urgente de obtener recursos específicos para esta población tan vulnerable que después puede desarrollar trastornos psiquiátricos graves y que se pueden cronificar”, comenta el Dr. Ferrer.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de sus Planes de Acción en Salud Mental, considera prioritario atender la brecha asistencial entre las necesidades de los jóvenes y la atención que actualmente se les dispensa, a menudo insuficiente cuantitativamente y cualitativamente.