Redacción Farmacosalud.com
‘Las mujeres que consumen sustancias, al igual que las que se ven afectadas por otras situaciones de vulnerabilidad (discapacidad y/o enfermedad mental), presentan un mayor riesgo de feminicidio […] No se pretende hacer una valoración del riesgo de la mujer, pero sí prestar interés sobre algunos elementos necesarios a tener en cuenta para abordar el riesgo presente’. Este es un fragmento del manual ‘Protocolo de detección implícita de violencia de género en mujeres con adicciones’, cuya publicación ha ido a cargo de UNAD, la Red de Atención a las Adicciones.
Por feminicidio se entiende el asesinato de una mujer a manos de un hombre por machismo, o misoginia (odio al género femenino). Existen una serie de características que ayudan a cribar la posibilidad de que se produzcan tales conductas violentas y que se han tenido en cuenta en el protocolo, como son que las mujeres tengan a su cargo a menores de edad o familiares dependientes, haya antecedentes de agresión previa, o se constate que la potencial víctima adolece de falta de apoyo familiar y social, entre otros condicionantes.
‘Porque yo ya estaba muy enganchada a la cocaína. Me había enganchado con él…’
En el nuevo manual también se apunta que, en el ámbito de las adicciones, ‘se suelen acentuar los sentimientos de bidependencia (dependencia sentimental mediatizada por las sustancias de consumo) y codependencia (dependencia afectiva obsesiva hacia otra persona y su relación con esta) de la pareja […] Ejemplo: ‘porque yo ya estaba muy enganchada a la cocaína. Me había enganchado con él, él se me traía la …, la pareja de esta que me pegaba les robaba a los camellos y me traía todo, me traía, me tenía enganchada, súper enganchada’.
La guía, asimismo, plantea una serie de indicaciones para poder identificar posibles episodios de violencia en mujeres que reciban tratamiento por un problema de drogodependencias. El nuevo manual es el resultado de un estudio realizado por UNAD con la colaboración del Centro de Investigación en Derechos Humanos y Políticas Públicas ‘Diversitas’ de la Universidad de Salamanca y la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. La elaboración del protocolo ha sido posible gracias a la financiación de los Ministerios de Igualdad y de Derechos Sociales y Agenda 2030.
Nieves Sanz, directora del Centro de Investigación en Derechos Humanos y Políticas Públicas ‘Diversitas’ de la Universidad de Salamanca, señala que, desde el entorno universitario, se pueden “aportar el conocimiento, el análisis y la investigación, pero sin la intervención en el día a día esto no serviría para nada”, por lo que invita a “trabajar de forma estrecha en la realidad de unos problemas gravísimos que requieren soluciones interdisciplinares”.
Muchas víctimas de violencia sexual
Por su parte, la vicepresidenta de UNAD, Felisa Pérez, alerta que la violencia de género “se da mucho más de lo que podríamos imaginar”. Pérez concreta esta realidad apoyándose en “los pocos estudios existentes en este ámbito”, en los que se cifra que entre el 60% y el 80% de las mujeres drogodependientes han sufrido episodios de agresividad, “y muchas de ellas violencia sexual, durante su período de consumo”. La vicepresidenta de UNAD reivindica la necesidad de atajar estas situaciones con más medios, puesto que “existen muy pocos recursos disponibles que trabajen la violencia de género en relación con otros factores”.
En esta misma línea se muestra el vocal de UNAD Castilla y León, Luis Iglesias, quien resalta que hay que prestar especial atención “no sólo en la prevención”, sino también en el diseño de “herramientas y protocolos para llevar a cabo un abordaje y una atención integral” a las víctimas de violencia de género, una población que está incluida en las más de 1.200 personas con adicciones que reciben atención en la red UNAD Castilla y León.
Con respecto al nuevo protocolo, Eva Picado, docente e investigadora de la Universidad de Salamanca, remarca que la detección de las conductas agresivas “que vamos a hacer es implícita, porque es muy difícil que las mujeres verbalicen que han sido víctimas de violencia”. En este sentido, Picado opina que el manual es una herramienta pensada para identificar “esa cifra más invisible”, y no solamente durante la primera atención que reciba la mujer agredida, sino también en cualquier momento “del proceso de intervención”.
Dificultades en el acceso a los recursos de tratamiento
Según el presidente de UNAD, Luciano Poyato, “hace ya años que empezamos a darnos cuenta de que había muchas dificultades para que las mujeres accedieran a los recursos de tratamiento” cuando dichas mujeres son adictas y sufren, además, episodios violentos. A todo esto, la segunda teniente de alcalde del Ayuntamiento de Salamanca, Miryam Rodríguez, sostiene que las connotaciones sociales que se atribuyen a la población femenina consumidora de sustancias “suelen ser mucho más graves, lo cual conduce más fácilmente a que la mujer esconda tanto su perspectiva de adicción como de violencia de género”. Frente a ello, Rodríguez defiende que estas problemáticas necesitan del apoyo institucional, así como de una sensibilización que permita “poner remedio” a situaciones como las que viven las mujeres agredidas.
“Hay que dar, en el modelo a seguir, un trato muy especial a las víctimas de violencia de género mayores de 65 años, y a aquellas con discapacidad o con adicciones”, argumenta la gerente regional de Servicios Sociales de Castilla y León, Esperanza Vázquez. “En la violencia de género, el tema de la intolerancia es vital y tenemos que seguir trabajando en la educación, en el cambio de cultura y en la sensibilización”, agrega. Finalmente, el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias, pone en valor el trabajo que desarrollan las entidades sociales ante esta problemática: “es fundamental apoyar y alentar al tercer sector en España” porque, si no fuera por la labor de estas organizaciones, “tendríamos una sociedad menos libre, más vulnerable y con menos oportunidades”.