Redacción Farmacosalud.com
La conducta como paciente de Quimeta Pina, de 89 años de edad, es el sueño de cualquier médico. Y, tratándose de una paciente de hipertensión arterial, enfermedad que registra altos índices de incumplimiento terapéutico, esta señora se merece que le erijan un monumento ante cualquier Centro de Atención Primaria, a manera de ejemplo para todos. “Si el médico te dice ‘una (pastilla) por la mañana y otra por la noche’, es lo que tienes que tomar, y punto […] Nunca hay que dejar el tratamiento si el médico no te dice que lo hagas”. Y, por si quedara alguna duda, apostilla lo siguiente: “tomarse la medicación es sagrado”.
Quizá sea esa la clave de la longevidad de Quimeta, una viuda residente en Molins de Rei (Barcelona) que aparenta bastantes años menos de los 89 que ha cumplido y que, a pesar de los achaques propios de la edad, lleva con precisión el timón de su hogar, en el que viven dos personas más. Sus ganas de vivir y su dinamismo sólo son comparables a la lucidez extraordinaria que muestra ante las preguntas formuladas por www.farmacosalud.com. Y eso que la vida le dio hace 26 años un golpe duro, muy duro, durísimo, cuando murió, a los 40 años de edad, uno de sus tres hijos. “Hice una caída, no era la misma, aquello me atropelló mucho…” A Quimeta, por unos instantes, se le hace un nudo en la garganta, pero logra sobreponerse sobre la marcha, sin detenerse en sus explicaciones: “…pero seguí luchando, porque hay que seguir luchando”. Y aquí la tienen, sobreponiéndose también a los efectos de la viudedad.
“Lo que me dice el médico, lo hago”
Le diagnosticaron que sufría hipertensión arterial hace unos 13 años, cuando en varias mediciones comprobaron que su tensión era demasiado alta. Aquel diagnóstico no le afectó en lo más mínimo. “No soy de esas personas que por nada se sofocan, pensé: ‘me ha caído esto, pues me ha caído esto’”, relata Quimeta. Además de hipertensión arterial, actualmente padece de sordera -un aparato auditivo le permite escuchar-, insuficiencia respiratoria y problemas con dos válvulas coronarias. “A veces -comenta- salgo a la calle y pienso ‘no sé si llegarás, me siento chafada, pero pienso: poquito a poquito… y cuando no me doy ni cuenta ya se me ha pasado aquel peso, aquel sofoco, y ya voy bien”.
“Lo que me dice el médico, lo hago”, asegura Quimeta, quien añade que “soy muy meticulosa con los medicamentos”, de manera que es “muy raro que me olvide tomarlos”. Para la hipertensión, se toma dos pastillas (Losartán potásico) diarias, una por la mañana y otra por la noche. No obstante, que Quimeta sea una buena cumplidora con respecto a las indicaciones terapéuticas no quiere decir que le guste considerar la consulta del médico como una extensión de la sala de estar de su casa. Como ejemplo, un botón de muestra: “ahora estoy constipada, y mi sobrina quería que fuera al médico, pero me dije: ahora me darán medicamentos… ahora no tengo ganas de tomar medicamentos por un constipado; igual que hace una subida, el constipado después hará una bajada. Si no hay fiebre, pues con hacer reposo y no cansarse…” La sobrina de esta mujer interviene en la conversación para dejar constancia de que si Quimeta llegara a confiarse demasiado, allí está siempre ella para obligarla a ir a la consulta.
“Dicen que tengo hipertensión de bata blanca, pero yo no lo noto”
En el ámbito de la hipertensión arterial, uno de los grandes problemas con que se encuentran los facultativos es la falta de adherencia al tratamiento. De hecho, se calcula que el porcentaje de pacientes hipertensos que siguen las recomendaciones efectuadas por el profesional sanitario no es superior al 50% en el mejor de los casos. A Quimeta que no la busquen entre los incumplidores terapéuticos porque no la van a encontrar. “Si el médico te dice ‘una (pastilla) por la mañana y otra por la noche, es lo que tienes que tomar, y punto. No dejaré de tomar las pastillas, las necesito… tengo el suficiente conocimiento como para hacer lo que dice el médico. Yo les diría a esas personas (incumplidores del tratamiento) que no lo hagan, primero que consulten al médico porque es él el que te tiene que llevar. Nunca hay que dejar el tratamiento si el médico no te dice que lo hagas; la medicación es sagrada”, exclama con energía. De hecho, la hipertensión arterial (HTA) es algo muy serio. De acuerdo con la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), la HTA es “un mal silencioso, usted puede tener la tensión arterial elevada y no mostrar síntomas. La HTA, por tanto, es la señal de alerta de un mayor riesgo cardiovascular: problemas cardíacos (infarto, angina o insuficiencia cardíaca), renales (insuficiencia renal) y cerebrales (hemorragia o infarto cerebral y a la larga demencia).
En una entrevista concedida a www.farmacosalud.com, el doctor Gabriel Coll de Tuero manifestó que en la mala adherencia al tratamiento para la hipertensión arterial también puede influir una “falta de empatía o un estilo de gestión del profesional que dificulte el ‘empowerment’” del enfermo. En este aspecto, a Quimeta que tampoco la busquen porque “me gusta mucho la doctora que tengo, es fantástica. Tengo fe en ella. Si ella me dice ‘esto es así, es esto, no hay nadie que me tuerce’. A mí me han motivado bien, siempre he tenido suerte con los médicos, han sido buenos médicos”. Ello no comporta, según la sobrina de esta paciente, que Quimeta no se haya ‘contagiado’ de la conocida como ‘hipertensión de bata blanca’ (tener una subida de tensión involuntaria en una consulta, es decir, cuando la medición la efectúa un profesional médico). Si bien la doctora de Quimeta habría dicho que esa subida ‘es por los nervios’, la paciente puntualiza que “ellos lo dicen así, pero yo no lo noto; en la consulta yo me encuentro igual, como si hablara con algún familiar”.
“Me tomo la tensión yo sola; si estoy bien ya no voy a ver a la doctora”
Quimeta dispone de un moderno tensiómetro doméstico, lo que deja la ‘hipertensión de bata blanca’ en clara inferioridad a la hora de poder reaparecer en el escenario. ¿Y, conociendo a Quimeta, no adivinan quién realiza las mediciones en casa y siguiendo los consejos de quién? “Me tomo la tensión yo sola. Si veo que estoy bien, ya no voy a molestar a la doctora, ya no voy a verla. Me tomo la tensión de vez en cuando porque la doctora me dijo que no me obsesionara”. La facultativa que lleva a esta paciente puede estar tranquila también por otras razones. Cuando hay que llevar un registro de los resultados obtenidos en casa, Quimeta cumple escrupulosamente con el cometido para posteriormente enseñar las mediciones a dicha profesional sanitaria. Y, por si acaso, por ahí asoma siempre la famosa sobrina de Quimeta, controlando que los datos anotados en casa sean los correctos y que siga teniendo la presión arterial controlada. Además, en el hogar de Quimeta no es necesario usar sal baja en sodio (a los hipertensos se les recomienda reducir la cantidad de sodio -sal- que se consume) porque “en casa no somos de comer con mucha sal, de toda la vida hemos cocinado con poca sal. El azúcar sí que me gusta, lo dulce, bueno… como mucho chocolate”, confiesa con sonrisa socarrona la paciente.
Lo de comer mucho chocolate es una pequeña licencia que se permite Quimeta, cuya etiqueta de paciente ejemplar no se desprende ni tan siquiera con la recomendación médica de hacer ejercicio físico, una de las pautas de tratamiento para los hipertensos: “por la mañana ya me pego el palizón de ir a comprar con el carrito de la compra… el carrito me ayuda muchísimo a aguantarme; hago la comida, limpio y por la tarde descanso. No hace falta hacer deporte porque ya hago ejercicio cuidando la casa”. Como quien dice, es como llevar puesto el chándal sin necesidad de vestirse con él.