Redacción Farmacosalud.com
Un reciente estudio publicado en la Revista Española de Cardiología (REC), principal cabecera de ‘REC Publications,’ la familia de publicaciones científicas de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), concluye que la muerte súbita asociada al deporte ocurre en un 96% de los casos en deportistas recreativos (aficionados o amateurs). La causa más frecuente de esas defunciones es la cardiopatía isquémica, es decir, infartos de miocardio o anginas de pecho; el segundo grupo de patologías incide en las enfermedades del miocardio, entre las que destacan la miocardiopatía hipertrófica ventricular izquierda y la miocarditis, mientras que en tercer lugar figura el síndrome de muerte súbita arrítmica. Según el Dr. Joaquín Lucena, uno de los autores del estudio, hoy en día no existen herramientas diagnósticas que permitan prevenir con certeza la aparición de esos eventos potencialmente letales.
La causa más frecuente de muerte, sobre todo en personas por encima de los 35 años, es la cardiopatía isquémica, con un 63% de los casos. “El problema es que las guías de las sociedades científicas, fundamentalmente la de la Sociedad Europea de Cardiología (2020), basan el screening pre-participacional en la historia clínica, el examen físico y un electrocardiograma. Y con estas pruebas no pueden diagnosticarse estas patologías, sobre todo la cardiopatía isquémica. Porque, aunque se diagnostique una arterioesclerosis coronaria, en la mayor parte de los casos el fallecimiento se produce porque hay un síndrome coronario agudo relacionado con la ruptura de una placa que probablemente no sea complicada, o bien por una erosión de la placa que da lugar a una trombosis aguda oclusiva. Por tanto, desgraciadamente todo esto no puede detectarse con anterioridad al evento fatal”, argumenta Lucena a través de www.farmacosalud.com.
El segundo grupo de afecciones alude a las enfermedades del miocardio (21%), que fundamentalmente van asociadas a personas por debajo de los 35 años. Aquí el diagnóstico todavía es más complejo porque, con el screening pre-participacional, es muy difícil llegar a detectar una miocardiopatía. Incluso habiendo de por medio una prueba ‘eco’ o una resonancia magnética, a veces los criterios diagnósticos no permiten llegar a la identificación de una miocardiopatía.
El último grupo es el que corresponde al síndrome de muerte súbita arrítmica (6% del total), que es aquella muerte súbita que incide en un corazón aparentemente ‘sano’. En estos casos, si el corazón es macroscópicamente y microscópicamente normal, en cualquier prueba de imagen que se haga no se verá nada extraño. “La única manera de llegar a un diagnóstico de estas patologías es haciendo un electrocardiograma en el que pueda verse algún trazado que nos haga sospechar de una canalopatía, por ejemplo el síndrome de Brugada, el QT largo o la taquicardia ventricular polimórfica”, destaca el galeno.
“Incluso en deportistas de élite, que están supercontrolados, se han dado casos de muerte súbita”
“Es muy difícil descubrir ese tipo de anomalías, sobre todo cuando estamos hablando de deportistas aficionados y no de deportistas de élite: incluso en los de élite, que están supercontrolados y están sometidos a exámenes físicos y cardiológicos muy exhaustivos y detallados, se han dado casos de muerte súbita”, recuerda Lucena. Cabe hacer hincapié en el hecho de que los deportistas recreativos son aquellos que practican ejercicio simplemente para sentirse mejor, perder un poco de peso, estar en contacto con la naturaleza, etc, por lo que esas personas consideran que realizar ejercicio no les va a perjudicar en nada.
En resumen, que es prácticamente imposible pronosticar ese tipo de eventos fatales, ya que, incluso con un examen cardiológico mínimo, resulta muy difícil identificar el riesgo existente. “No es imposible, pero sí muy difícil detectar estas patologías mediante un screening pre-participacional", en el que lo que se tiene en cuenta son los antecedentes familiares de muerte súbita, síncopes previos y el posible padecimiento en el pasado de trastornos del ritmo cardiaco, explica.
Luego entran en escena los factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, obesidad, diabetes, dislipemia), que son los que ponen en alerta al médico o cardiólogo y que pueden suponer la realización tanto de pruebas básicas de screening pre-participacional como también de otras de mayor entidad -como las de imagen-, con el fin de llegar a un diagnóstico que permita ofrecer alternativas de deporte razonable. “El mensaje que queremos transmitir en nuestro trabajo no es el de ‘criminalizar’ el deporte; no se trata de que la gente tenga miedo a practicar actividad física… la actividad física está recomendada para todos los individuos, incluso para los que tienen algún problema cardiovascular. No se trata de que la gente tenga miedo y deje de hacer deporte: lo que hay que hacer es realizar una actividad física segura y adaptada al estado de salud de la persona, la edad y las condiciones físicas de cada uno", afirma el experto.
Un fenómeno que castiga más a la población masculina
La muerte súbita asociada al ejercicio físico afecta de forma notablemente más alta a hombres que a mujeres y, en concreto, tienen más riesgo de sufrirla aquellos menores de 35 años que juegan a fútbol, y aquellos que a partir de los 39 años practican ciclismo y carrera a pie. Durante un periodo de ocho años, la investigación recogió un total de 288 casos de muerte súbita asociada al deporte, lo que supone una incidencia de 0,38 casos por cada 100.000 habitantes al año. Según estos datos, las proyecciones apuntan a que el número anual de casos de defunción inesperada asociada a la práctica deportiva alcanzaría la cifra de 167.
“Aunque la muerte súbita asociada a la actividad deportiva en España tiene una incidencia muy baja, es un acontecimiento dramático con importantes implicaciones en el ámbito clínico y social”, explica mediante un comunicado el Dr. Lucena, quien añade que “nuestro objetivo fue no sólo determinar la incidencia de este fenómeno, sino también las causas de la muerte, el tipo de deporte implicado, las características clínicas de los afectados y los resultados toxicológicos”.
El 99% de los casos de muerte súbita asociada al deporte presentó un origen cardiovascular. “Por grupos de edad, a partir de los 40 años, la cardiopatía isquémica se dispara como causa de la muerte con tasas de hasta el 80%, mientras que en jóvenes de entre 20 y 34 años, las enfermedades del miocardio fueron las más prevalentes (un 38%), aunque destaca también en este grupo la cardiopatía isquémica, próxima al 30%”, detalla el investigador.
Entre los que practicaban ciclismo y carrera, la cardiopatía isquémica fue la causa de la defunción en el 74 y el 60% de los casos, respectivamente. En el fútbol, la cardiopatía isquémica también fue la primera causa de muerte (43%), aunque seguida más de cerca por las enfermedades del miocardio (37%). Respecto a los datos clínicos de los afectados, el 42% presentaban algún factor de riesgo cardiovascular (obesidad, hipertensión arterial, dislipemia, tabaquismo y diabetes mellitus), cifra que ascendía hasta el 62% en los mayores de 54 años.
De todo ello se desprende que puede haber personas que hagan ejercicio físico alegremente, pensando que el mismo ejercicio en sí les reducirá tales riesgos cardiovasculares -en caso de que los presenten-, por lo que empiezan a practicar deporte sin pasar por los controles médicos oportunos. A este respecto, el Dr. Lucena recuerda que hay una actividad física para cada persona, para cada edad y para cada estado de salud, incluso la hay para aquellos sujetos que padecen una dolencia cardiovascular -tras un infarto se aplica un programa de rehabilitación cardiaca en el que se incluye actividad física adaptada-, si bien “tiene que ser un profesional médico el que indique qué tipo de deporte practicar y con qué intensidad”.
La obesidad abdominal, un importante indicador de riesgo cardiovascular
En el estudio, la presencia de factores de riesgo era más frecuente en aquellos individuos que practicaban ciclismo. En concreto, este condicionante de salud ascendía al 38% entre los que pedaleaban, frente al 17% de los corredores y el 14% de los que jugaban al fútbol. También destaca el hecho de que el índice de masa corporal fuese más alto entre los ciclistas. De hecho, no resulta nada extraño ver a ciclistas aficionados con una obesidad abdominal más que evidente pegándose un tute en carretera bajo un sol de justicia… Y eso no es nada baladí, puesto que la grasa abdominal u obesidad visceral es uno de los factores antropométricos que miden la obesidad en general. “La más peligrosa es la obesidad visceral, porque la grasa que se acumula en el abdomen es la que está relacionada con la grasa epicárdica y la que hay dentro de las arterias coronarias. Por eso el exceso de peso se utiliza como elemento de valoración del riesgo cardiovascular… en estos casos, lógicamente, el peligro que se corre a la hora de sufrir un evento cardiovascular letal es mayor”, precisa Lucena.
De todos es conocido el arraigo que tiene en España el ciclismo, fundamentalmente por las condiciones climáticas óptimas para su desarrollo y por la irrupción en el escenario español de grandes campeones profesionales, fenómeno que ha popularizado su práctica. Existen muchas agrupaciones ciclistas y cuadrillas de amigos que salen los fines de semana a pedalear en grupo. A ellos se suman personas que, a pesar de llevar un estilo de vida sedentario y presentar factores de riesgo cardiovascular, se han comprado una bicicleta y un equipo de ciclista y se animan a recorrer 50 o 100 quilómetros en una sola mañana. “Esto es un error porque este deporte, que es una actividad aeróbica cuando se hace en terreno llano o con pequeñas ondulaciones, se convierte en un deporte completamente anaeróbico cuando, ya sea por carretera o bien por montaña, se recorren muchos quilómetros en unas condiciones físicas que requieren de un gran esfuerzo”, aduce el especialista.
“El mensaje que queremos enviar es que el ciclismo, como el resto de actividades deportivas, es algo bueno siempre y cuando la intensidad de su práctica se adapte a la condición física previa del sujeto. Antes de iniciar un deporte -en este caso el ciclismo-, hay que hacer una evaluación cardiológica en la que el cardiólogo, a través de la historia clínica, la exploración física y la prueba de esfuerzo, deberá comprobar si el estado de salud cardiovascular del candidato es el adecuado o no para realizar la actividad física programada”, indica.
“No es lo mismo practicar una natación suave que recorrer quilómetros dentro de una piscina”
El nuevo estudio pone de manifiesto que el ciclismo y la carrera a pie a partir de los 39 años entrañan un mayor riesgo de muerte súbita asociada al deporte, mientras que la gimnasia y natación presentan un peligro menor. Por otro lado, los menores de 35 años que practican fútbol tienen más riesgo que en otros deportes a esa misma edad. “Estos resultados pueden estar relacionados con el alto componente dinámico del ciclismo y el fútbol y con el alto componente estático del primero. Otros factores que podrían justificar el mayor riesgo entre los ciclistas son la mayor edad de éstos y la mayor prevalencia de cardiopatía isquémica y obesidad”, reflexiona el Dr. Lucena.
Para Lucena, todo ello no quiere decir que la natación sea el deporte más completo -como se suele comentar- y de los más seguros: “Yo creo que el término ‘seguro’ no es el más adecuado. Todos los deportes son completos y seguros, siempre que el estado físico del individuo y la intensidad con la que se realice el ejercicio sean los adecuados. O sea, no es lo mismo practicar una natación suave que una natación intensa a base de recorrer quilómetros dentro de una piscina" (en argot de nadadores, ‘hacer piscinas’).
Según el facultativo, “una cosa es hacer una actividad natatoria que sea relajada y que permita fortalecer la musculatura, algo que va bien para la espalda y que en general constituye una actividad muy completa, que convertir el ejercicio en una carrera de 20 quilómetros por la piscina y sin estar preparado, dado que entonces se está pasando de una actividad recomendable a una actividad no recomendable. Quizás haya menos fallecidos entre los aficionados a la natación porque nadar es un deporte que, aparte de soler ejercitarse con menor intensidad, tiene menos practicantes en comparación con otros deportes que, en la mayoría de los casos, se practican al aire libre y no requieren de una instalación determinada”.
El nuevo estudio pone de manifiesto que la frecuencia de muerte súbita asociada a la práctica deportiva es notablemente más alta en varones que en mujeres (0,76 casos por 100.000 habitantes en hombres frente a 0,01 casos en mujeres). Por otro lado, este tipo de eventos son secundarios a una enfermedad cardiovascular silente. Esta investigación pone de manifiesto, además, que en el 10% de los casos la enfermedad que causó la defunción inesperada durante la práctica deportiva se conocía en vida, en otro 13% de los casos había síntomas cardiovasculares (principalmente palpitaciones/arritmia y síncope) y en un 20%, antecedentes familiares.
Con todos estos datos y teniendo en cuenta la alta prevalencia de factores de riesgo, los resultados de este trabajo tienen trascendencia a la hora de desarrollar medidas de cribado o prevención de la muerte súbita asociada al deporte, al menos hasta allá donde por ahora la capacidad pronóstica de la medicina permita llegar. “El conocimiento de la incidencia y las causas de este dramático acontecimiento, así como su distribución por sexo y edad, son elementos imprescindibles para optimizar estrategias de prevención y la elección de las pruebas de cribado previas a la participación en estas actividades deportivas”, concluye el Dr. Lucena.
Artículo de referencia:
Morentin B, Paz Suárez-Mier M, Monzó A, Ballesteros J, Molina P, Lucena J. Muerte súbita relacionada con la actividad deportiva en España. Estudio poblacional multicéntrico forense de 288 casos. Rev Esp Cardiol. 2021;74(3): 225-232