Redacción Farmacosalud.com
Según un estudio elaborado por el grupo de trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES) y presentado en la última reunión anual de esta organización científica, celebrada el pasado mes de septiembre en Toledo, la prevalencia del insomnio crónico se ha duplicado en España desde 1999 hasta la actualidad, pasando de afectar al 6,4% de la población adulta a hacerlo en el 14%, lo que supone que 5,4 millones de personas sufren este trastorno en España.
“El insomnio repercute de manera negativa sobre la calidad de vida, la salud física y la salud mental de la población afectada, pero es que incluso si nos centramos únicamente en valores puramente económicos, la repercusión de este trastorno del sueño es muy importante, aunque pasa bastante desapercibida porque los costes indirectos del insomnio son mayores que los costes directos (consultas médicas y fármacos)”, subraya el Dr. Manuel de Entrambasaguas, neurofisiólogo experto en medicina del sueño del Hospital Clínico de Valencia y miembro del grupo de trabajo de Insomnio de la SES.
Más consultas, más medicamentos…
Según De Entrambasaguas, esos costes indirectos se derivan, por un lado, del hecho de que las personas con problemas para dormir consumen más recursos sanitarios (más consultas, más fármacos, más pruebas diagnósticas y más hospitalizaciones) porque presentan una mayor morbilidad general, “ya que el insomnio influye negativamente en la salud física y mental, y cuando no se trata, empeora las enfermedades a las que se asocia”. Por otro lado, añade el experto, estarían los costos indirectos relacionados con la pérdida de la productividad laboral, al existir un mayor riesgo de accidentes y absentismo laboral, pero sobre todo de "presentismo" laboral*.
* presentismo laboral: el empleado está presente en el lugar de trabajo, pero sin ser productivo o bien siendo poco productivo
En 2023, un estudio de la corporación RAND estimó que el impacto económico del insomnio crónico sobre la productividad en España fue del 0.82% del PIB (Producto Interior Bruto). Es decir, el equivalente a 12.000 millones de dólares. “Si extrapoláramos las cantidades estimadas por la corporación RAND a los datos actualizados de prevalencia del insomnio crónico aportados por nuestro estudio, el impacto económico en nuestro país sería enorme, de más del doble de su estimación”, subraya el Dr. De Entrambasaguas.
Terapia cognitivo-conductual: mayor eficacia frente a fármacos, a corto y a largo plazo
Si bien el abordaje tradicional de las dificultades para conciliar el sueño se ha realizado a través de la farmacología, todas las guías internacionales de práctica clínica recomiendan desde hace varios años la terapia cognitivo-conductual como primer tratamiento a emplear en todos los adultos con insomnio crónico, incluido el comórbido. Un estudio reciente, publicado en la revista científica ‘Sleep’, concluía que este procedimiento es “una de las opciones más rentables” para el abordaje de este trastorno, y que es el que “puede aportar más beneficios económicos a largo plazo, especialmente en cuanto a eficacia duradera y reducción de costes”.
“El principal beneficio de la terapia cognitivo-conductual es su mayor eficacia frente a fármacos, tanto a corto como a largo plazo. Su beneficio se basa, en gran medida, en lo que dice un conocido proverbio chino: ‘dale a una persona un pescado y lo alimentarás durante un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para toda la vida’. La persona que responde a la terapia cognitivo-conductual para el insomnio adquiere herramientas que le permiten entender qué hay detrás de su problema de sueño y saber cómo manejarlo”, reflexiona el portavoz de la SES.
La terapia cognitivoconductual para el insomnio -señala Entrambasaguas- es un sistema de tratamiento que puede darse en formato individual o grupal, con múltiples componentes. El primero pasa por adquirir un estilo de vida favorecedor de la salud del sueño. El segundo, por corregir las creencias erróneas acerca del sueño y el insomnio, que generan mayor inquietud y lo empeoran. El tercero, por corregir también las conductas inadecuadas que aparecen como consecuencia de los problemas para dormir, y sustituirlas por estrategias útiles. Y el cuarto, por disminuir la hiperactivación, que es el aumento diurno o la falta de desactivación nocturna de la actividad mental en forma de pensamientos que no paran, emociones mal reguladas, y tensión en el cuerpo.
Un abordaje que mejora significativamente el estado del paciente en el 50% de los casos
“Esta terapia mejora de forma significativa el insomnio en el 50% de los casos. Podemos decir incluso que lo cura, y en estas personas se puede llegar a retirar la medicación para dormir si la estaban consumiendo, dado que la expectativa es que su mejoría sea persistente”, afirma el especialista, quien remarca que en otro 25% de los enfermos la mejora es parcial, algo que puede deberse a que algunos pacientes tienen dificultades para seguir las instrucciones y estrategias propuestas. “En estos casos también se pueden emplear fármacos como rescate puntual, a temporadas, o a bajas dosis de forma más persistente, siguiendo siempre la evolución del paciente”, apunta De Entrambasaguas.
Una correcta aplicación de la terapia requiere un diagnóstico correcto y completo del paciente que recoja todas sus características (incluyendo su historia personal y familiar, sus rasgos biológicos, las circunstancias laborales y sociales que influyen en su sueño, así como sus comorbilidades). “La terapia cognitivo-conductual es un traje a medida, es medicina de precisión”, asegura el neurofisiólogo.
Pese a estos buenos resultados cognitivo-conductuales, De Entrambasaguas lamenta que en España aún sean “escasas” las Unidades del Sueño multidisciplinares “en las que profesionales de distinto origen aborden de forma conjunta los trastornos del sueño”. En su opinión, es un error, puesto que este tipo de trastornos, y especialmente el insomnio, “son transversales e implican a distintos profesionales”. Esta falta de trabajo multidisciplinar, unida a la falta de tiempo, de formación, o desconocimiento de la oferta cuando existe, según el portavoz de la SES, suele derivar en que “muchas veces se despache a los pacientes que padecen insomnio con pastillas para dormir, sin una valoración adecuada ni un seguimiento posterior”.
“Por este motivo es fundamental que existan unidades multidisciplinares de sueño bien dotadas; y es importante también que existan vías clínicas que indiquen qué hacer con el paciente con insomnio ya desde Atención Primaria, y cómo, cuándo y a quién derivarlo para una atención especializada, que en el caso del insomnio debería incluir la terapia cognitivo-conductual”, concluye.