Redacción Farmacosalud.com
A través del libro solidario ‘La vida corre por tus venas’, la élite del himalayismo* mundial ha unido esfuerzos con la asociación Activa’TT y el Instituto de Investigación Sant Pau (IR Sant Pau, en Barcelona) para concienciar sobre la gravedad de la trombosis -patología que puede ser mortal- y recaudar fondos para su investigación. “En mi primera ascensión a un ochomil cometí muchos errores, y eso me obligó a asumir muchos esfuerzos”, comenta Lina Quesada, alpinista que relata su experiencia en el manual. A raíz de ese empeño físico extremo, Quesada desarrolló una crisis hemorroidal que le ocasionó un trombo. Si un trombo hemorroidal se produce habiendo un centro médico cerca, el problema “suele solucionarse de forma eficaz, pero en un contexto de alta montaña se corre un alto riesgo de que el coágulo se infecte o se rompa, lo que puede ocasionar un sangrado intenso que puede requerir de la evacuación inmediata del alpinista”, explica el Dr. José Manuel Soria, jefe del grupo de Genómica de las Enfermedades Complejas del IR Sant Pau.
*himalayismo: ascensión a montañas del Himalaya, algunas de ellas con altitudes superiores a los 8.000 metros
Las hemorroides son sacos venosos situados en la parte final o más externa del canal anal. En una crisis declarada en esta zona, las venas hinchadas e inflamadas alrededor del ano o en la parte inferior del recto se pueden trombosar debido a la mala circulación de la sangre venosa en el interior de los vasos. La trombosis se produce cuando un coágulo de sangre obstruye total o parcialmente un vaso sanguíneo, impidiendo el flujo normal de la sangre. Esta alteración es una de las principales causas de eventos graves como las embolias pulmonares, los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares. Además, constituye la primera causa de muerte en pacientes oncológicos.
Cualquier persona (practique o no montañismo) puede sufrir una trombosis
‘La vida corre por tus venas’ es una iniciativa pionera que, coliderada por el Dr. Soria y el periodista Jordi Viader, une la majestuosidad del alpinismo con el reto científico de combatir la enfermedad trombótica, una afección que cada año causa 10 millones de muertes en todo el mundo.
La trombosis (recordémoslo, formación de coágulos sanguíneos en venas o arterias con capacidad de obstruir dichos vasos) es una patología compleja en la que intervienen factores genéticos -específicos de cada persona- y ambientales. Por lo tanto, cualquier individuo, practique o no actividades de montaña, puede sufrir una trombosis si convergen tales factores genéticos y ambientales.
Atención a la falta de movimiento prolongado en paredes de escalada
“Los factores de riesgo de trombosis que concurren en la práctica de los deportes de montaña, especialmente en el alpinismo, son los mismos que aumentan el riesgo en la población general, más otros específicos de estas prácticas deportivas, como la falta de movimiento prolongado (por ejemplo, en las reuniones en paredes de escalada o en la tienda de campaña durante la noche, o porque el mal tiempo impide continuar la travesía), la deshidratación o el frío intenso. Sin embargo, el factor de riesgo más importante de trombosis en la práctica del alpinismo es la altitud elevada”, detalla Soria a través de www.farmacosalud.com.
“Sin entrar en descripciones fisiológicas exhaustivas, a medida que se superan los 3.000 metros de altitud la presión atmosférica va disminuyendo y, como consecuencia de ello, la tensión del oxígeno va descendiendo y disponemos de menos oxígeno para respirar (aunque la composición del aire sea la misma que a nivel del mar)”, precisa a continuación. Para que los órganos y tejidos puedan disponer de una cantidad de oxígeno suficiente, el cuerpo pone en marcha entonces una serie de mecanismos de adaptación para compensar la carencia detectada (incremento de la frecuencia respiratoria, dilatación de los bronquios, aumento de la presión arterial e incremento del número de glóbulos rojos, entre otros). Todos estos mecanismos conllevan una disminución del componente líquido de la sangre, haciéndose ésta más viscosa. Además, se generan alteraciones en la hemostasia, la coagulación y la fibrinolisis (procesos esenciales para mantener la fluidez de la sangre), con lo cual se incrementa la posibilidad de que se formen coágulos y se acabe padeciendo una trombosis.
Así pues, no hace falta subir un ochomil para desarrollar un cuadro trombótico, ya que “una trombosis se puede sufrir a cualquier altura (incluso a nivel del mar), si bien el riesgo de padecerla se incrementa a medida que ascendemos”, afirma el facultativo. Por lo tanto, en cualquiera de las montañas españolas -la más alta es el Teide, con 3.715 metros- se puede padecer uno de estos cuadros.
“Yo siempre me había adaptado muy bien a la altura, hasta que tuve una embolia pulmonar”
El nuevo libro reúne las experiencias de 14 reconocidos alpinistas que han conquistado algunas de las cimas más altas del mundo. Cada uno de ellos relata no solamente su lucha contra las adversidades de la alta montaña, sino también cómo estas vivencias se asemejan a la resiliencia necesaria para superar enfermedades graves como la trombosis. “Yo siempre me había adaptado muy bien a la altura, hasta que tuve una primera embolia pulmonar que me llevó al hospital de Katmandú”, rememora el escalador Juanito Oiarzabal. Allí mismo, en la capital del Nepal, le detectaron un par de pequeños trombos.
“Cuando iba a la montaña, no sabía muy bien qué poner en el botiquín, y gracias a este libro he aprendido mucho sobre la trombosis”, subraya por su parte la alpinista Núria Balagué.
Embolias que pueden pasar desapercibidas
La complicación trombótica más frecuente en la práctica de actividades en la montaña es la trombosis venosa profunda (TVP). Suele declararse en individuos predispuestos por algún otro motivo (incluidos factores genéticos) y la presencia de factores de riesgo ambientales (ya descritos anteriormente).
La inmensa mayoría de las TVP no dan síntomas. Lo habitual es tener trombos formándose en las venas y que, sin mostrar signos, vayan deshaciéndose. “El problema está en si alguno de ellos viaja hasta quedar atrapado en la circulación pulmonar y produce una embolia pulmonar (EP). La EP constituye una patología grave que ha llegado a considerarse la primera causa de muerte no traumática en el montañismo de altitud. No obstante, igual que la mayoría de las TVP declaradas en las extremidades, muchas EP pasan desapercibidas o presentan unos síntomas en forma de cansancio y dificultad al respirar, que pueden atribuirse al esfuerzo o la falta de oxígeno”, indica el jefe del grupo de Genómica de las Enfermedades Complejas del IR Sant Pau.
En todo este contexto, la lucha personal y física que implica escalar una montaña se convierte en una metáfora poderosa de la lucha que enfrentan los pacientes y los investigadores para superar la enfermedad trombótica. Así como los alpinistas necesitan entrenamiento, preparación y equipamiento adecuado para alcanzar la cima, los médicos e investigadores dependen de herramientas innovadoras y recursos para avanzar en la comprensión y tratamiento de esta patología. "Cada ascensión es una prueba de resistencia física y mental. Esa misma fortaleza es la que debemos tener para superar una afección tan compleja como la trombosis", declara el Dr. Soria mediante un comunicado.
Señales de trombosis venosa profunda y embolia pulmonar
La manifestación de los síntomas de una trombosis es independiente de que el paciente practique o no alpinismo. De hecho, la sintomatología de una trombosis es variada y no aparece por igual en todas las personas, lo que conlleva que muchos casos no se detecten hasta que la situación se agrava. Con todo, cabe precisar que hay signos específicos de la trombosis venosa profunda y de la embolia de pulmón, las dos afecciones clínicas de la trombosis venosa. Por eso es importante distinguirlos.
Los síntomas más representativos de una trombosis venosa profunda son:
• Inflamación e hinchazón en la zona afectada (pie, tobillo, pierna, brazo, etc.)
• Enrojecimiento o decoloración notable en la zona afectada
• Calor en la zona afectada
• Dolor en la zona afectada
Asimismo, es necesario resaltar que no siempre están presentes todos estos síntomas a la vez.
En el caso de una embolia de pulmón, que ocurre cuando un coágulo viaja desde las venas profundas hasta los pulmones y bloquea el flujo sanguíneo, los síntomas que pueden presentarse son:
• Dificultad para respirar (ahogo)
• Dolor en el pecho
• Ritmo cardíaco acelerado
• Mareo o desmayo
El dolor en gemelos o parte posterior de la pierna puede estar revelando un cuadro trombótico
“El diagnóstico temprano es crucial para evitar complicaciones graves asociadas a la trombosis. Por desgracia, la falta de conciencia y conocimiento sobre los síntomas y el hecho de no acudir inmediatamente a un centro médico para recibir una atención adecuada contribuyen a que muchos casos no se detecten a tiempo y la situación médica se agrave”, advierte el experto. “Vale la pena destacar -añade- que los practicantes de actividades de montaña deben prestar especial atención a los síntomas de trombosis venosa profunda, ya que el dolor en los gemelos o en la parte posterior de la pierna puede confundirse con problemas musculares relacionados con la práctica del deporte, de modo que tal confusión, de producirse, estaría enmascarando la presencia de una TVP que podría progresar a embolia de pulmón si no se actúa rápidamente”.
Conocer los signos, tanto de una trombosis profunda como de una embolia pulmonar, es de suma importancia para identificar la presencia de un ataque trombótico. En cualquier caso, si se tiene la sospecha de que se está sufriendo un cuadro de este tipo, hay que acudir de inmediato a los servicios de urgencias del centro sanitario más cercano.
Existen medidas de prevención
Es importante tener en cuenta que existen unas medidas de prevención que pueden llegar a evitar el desarrollo de una trombosis. Tal y como ya se ha apuntado, el riesgo trombótico viene determinado por la interacción de la base genética y factores ambientales. “Nuestros genes no podemos modificarlos, pero sí que podemos modificar los factores ambientales, como nuestros hábitos y estilo de vida, especialmente si son poco saludables”, remarca el Dr. Soria.
• Medidas simples, como mantenerse activo, evitar estar sentado o de pie durante períodos prolongados, mantener un peso saludable y no fumar, pueden reducir significativamente el peligro
• Asimismo, hay que evitar el uso de anticonceptivos orales en mujeres que tengan familiares de primer grado que hayan padecido algún evento tromboembólico (consultar con un médico si se da este caso para tomar las decisiones más adecuadas)
• Además, en algunos casos, cuando concurren factores de riesgo relevantes, el facultativo puede prescribir medicamentos anticoagulantes para prevenir la formación de coágulos en circunstancia concretas
En el ámbito de las actividades de montaña, la prevención pasa por:
• Mantener una buena hidratación, un buen aporte de líquidos (pese a la dificultad que esta operación representa en el entorno del alpinismo)
• Luchar contra la inmovilidad y el sedentarismo, a base de movimientos de flexión-extensión, sobre todo de las piernas
“Por último, siempre que surja alguna duda, consultar con un médico para que las resuelva y nos aconseje sobre cualquier situación de riesgo”, concluye el galeno.