Redacción Farmacosalud.com
El síndrome de la excitación genital persistente es aquel trastorno en el que la mujer tiene una sensación persistente de excitación genital que aparece sin un desencadenante sexual previo, persiste durante períodos prolongados de tiempo y no desaparece a pesar de tener uno o varios orgasmos, provocando en las mujeres que lo padecen sentimientos de vergüenza o culpa y angustia personal. Contrariamente a lo que se piensa, los varones también pueden vivir el síndrome de la excitación genital persistente. “Hay casos de hombres descritos; posiblemente la diferencia es que, en el caso masculino, las erecciones espontáneas la mayoría de las veces son vividas como placenteras y autoafirmantes, no como invasivas e intrusivas. El factor psicológico aquí es muy importante”, asevera la Dra. Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS).
Mujeres y síndrome de la excitación genital persistente
En la población femenina, el síndrome de la excitación genital persistente presenta los siguientes rasgos:
• La excitación sexual se siente como intrusiva y no deseada
• Las sensaciones persisten durante horas o días y no se alivian fácilmente con la consecución de uno o más orgasmos
• Puede ser desencadenado por la actividad sexual pero también por estímulos no sexuales o sin estímulo reconocido
• El trastorno produce a la mujer al menos ansiedad moderada
• Más recientemente se ha identificado otra característica de la enfermedad, que es la aparición de orgasmos espontáneos e intensos que la mayoría de las mujeres consideran incómodos, inquietantes y fuente de distracción
“La investigación actual sugiere que las mujeres son capaces de una mayor capacidad de respuesta sexual de lo que se pensaba, y que pueden experimentar sensaciones genitales de excitación sin sensación subjetiva de excitación sexual”, revela la Dra. Molero. “Hay poco reconocimiento de que muchas mujeres responden a las experiencias sexuales con una rápida respuesta de excitación sexual y placer”, destaca Molero, quien a renglón seguido opta por no generalizar con respecto a la sexualidad femenina: “mientras hay mujeres que disfrutan de la sensualidad y del juego previo, no todas lo necesitan o desean”.
Así pues, quien sufre síndrome de la excitación genital persistente puede tener orgasmos continuados en un contexto para nada erótico. Según Molero, los desencadenantes de estos episodios “son múltiples y a veces desconocidos”, de tal manera que pueden iniciarse “por la actividad sexual pero también por estímulos no sexuales o sin estímulo reconocido”. Detrás de todo ello puede haber factores neurológicos centrales (por ejemplo, post-lesión cerebral, focos epilépticos), factores neurológicos periféricos (ej. afectación nervios pélvicos: hipersensibilidad o compresión), factores vasculares (ej. congestión pélvica), factores hormonales, presión mecánica contra las estructuras genitales, cambios inducidos por fármacos, factores psíquicos (estrés), o una causa idiopática (la mayoría de los casos) (Goldstein, 2005).
Los quistes de Tarlov pueden estar vinculados al trastorno
Un estudio de Barry R. Komisaruk PhD y Lee Huey-Jen sugiere que los quistes de Tarlov pueden estar vinculados al síndrome de la excitación genital persistente (también conocido como TEGP [siglas de Trastorno de la Excitación Genital Persistente]). Los quistes de Tarlov son quistes perineurales, unas bolsas de LCR que se forman en el extremo inferior de la columna vertebral, entre las vértebras S1-S4. Además, una revisión sistemática del 2012 asocia fuertemente el TEGP con vejiga hiperactiva, síndrome de piernas inquietas y varices pélvicas (Thubert, 2012).
“En cualquier patología de este tipo podemos encontrar una serie de factores que desencadenan el trastorno y otros que lo mantienen”, indica la experta. Entre los factores precipitantes o desencadenantes habría:
• Cesárea
• Embarazo
• Infecciones de repetición
• Accidente o lesión en la pelvis
• Desencadenante relacionado con fármacos: antidepresivos, anticonvulsivos, hormonales, ISRS
• Ansiedad
• Irritación del nervio pudendo
Entre los factores mantenedores, la mayoría de las veces son psicológicos:
• Eventos psicológicos
• La vigilancia excesiva de las sensaciones, la sensación de falta de control, la vergüenza y la culpa
• La ansiedad tiene efectos psicológicos y fisiológicos, incluido el aumento de la actividad del sistema nervioso simpático y la focalización del cognitivo, centrándose cada vez más en las señales de peligro y en mantener e incluso intensificar la respuesta genital no deseada
Nada que ver con la ninfomanía
Así las cosas, el TEGP no tiene nada que ver -ni que sea indirectamente- con el trastorno de la adicción al sexo o ninfomanía, ya que el síndrome de la excitación genital persistente “produce malestar y angustia, no placer ni satisfacción, y no se busca, sino que se rechaza”, detalla la presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología. Está claro que este trastorno puede comprometer gravemente a una mujer, por cuanto ésta puede mostrar signos de orgasmo estando en público, en un escenario completamente inadecuado. No obstante, Molero cree que, cuando se habla de las repercusiones psicológicas de la TEGP, el gran problema para las pacientes es su tendencia a encerrarse en sí mismas: “Es más lo que siente la mujer y cómo reacciona que lo que perciben los demás… es la mujer la que se aísla y la que piensa que los demás se dan cuenta”.
Lógicamente, el síndrome de la excitación genital persistente altera todas las fases de la respuesta sexual, incluido el deseo, es decir, puede comportar una pérdida del apetito sexual. Hay que recordar que este trastorno, que en muchas ocasiones no lleva al orgasmo, produce rechazo en la mujer.
La terapia sexual, obligada en estos casos
Hoy en día no existe un tratamiento generalizado para el TEGP. Para el abordaje terapéutico de estos casos, se recomienda:
• Llevar a cabo intervenciones de: terapia sexual, psicoterapia cognitivo-conductual
• Fisioterapia
• Uso de anestésicos locales
• Uso de fármacos cómo el ácido valproico, o bien ISRN (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina): venlafaxina o duloxetina
Sea como fuere, el tratamiento para estas pacientes “siempre se ha de acompañar de terapia sexual”, indica la Dra. Molero. Las afectadas deben ser conscientes de la diversidad y multitud de estímulos sexuales, algunos difíciles de aceptar. También hay que tener en cuenta que las mujeres que presentan excitación genital espontánea sin ansiedad, reconocen con mayor frecuencia que los estímulos visuales del entorno las excitan. Desde un punto de vista terapéutico, para las afectadas por TEGP “la distracción es la mejor opción”, apunta la sexóloga.