Raúl Vicente, autor del libro ‘Hermano fuego’ (editorial pepitas): Raúl Vicente Pérez nació en Zaragoza (1972), aunque se siente de Cerveruela (Zaragoza). Se asomó a los escenarios llameantes por ‘probar’ como bombero y lleva ya más de 20 años apagando incendios forestales. No se considera un ‘pirofriki’, pero con todo lo vivido, aprendido y sentido ha escrito un libro sobre incendios. Durante la mayor parte de esos 20 años ha dirigido una brigada en la base helitransportada de la BRIF (Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales) de Daroca, en Aragón. Desde allí, los bomberos forestales son movilizados para participar en la extinción de los fuegos más devastadores que se declaran en cualquier parte de la geografía española.
Redacción Farmacosalud.com
En su libro 'Hermano fuego', el bombero forestal Raúl Vicente hace un hueco en el helicóptero de extinción de incendios para hacer al lector partícipe de sus experiencias y permitirle conocer de cerca una profesión tan gratificante como dura. 'Hermano fuego' comienza siendo un viaje encaminado a apagar bosques ígneos, pero termina siendo mucho más: todo un recorrido tan sincero como vehemente por las emociones que se esconden en el corazón de las llamas. Pero cuidado, a juicio de Vicente, no es el momento de heroicidades... es el momento de sentarse a reflexionar y tomar decisiones que garanticen un futuro para las próximas generaciones, puesto que el actual modelo en el que los habitantes del planeta Tierra estamos instalados es, desde un punto de vista medioambiental, totalmente insostenible, y el hermano fuego ya hace algún tiempo que, desde el monte, viene avisando al resto de la familia: si el mundo sigue jugando con fuego, se va a quemar.
-El fuego tiene sus dos caras: ha sido un recurso vital para el progreso del ser humano (cocinar, calentarse, quema de vegetación afecta de plagas, etc), pero también tiene su lado oscuro (incendios forestales, accidentes domésticos, etc.) ¿Cuál de las dos caras le impacta más?
No es una mala pregunta. A todos nos sale como primer impulso decir que la segunda, su lado oscuro, pero si nos paramos a reflexionar un segundo, el fuego como herramienta ha sido para el desarrollo humano revolucionaria, cuando se ha usado con inteligencia.
-‘Hermano fuego’… ¿el fuego es como el garbanzo negro de la familia, el hermano que siempre la está fastidiando pero que está ahí, y al que hay que intentar comprender?
No, no exactamente. Y volvemos a la pregunta anterior: el fuego es capaz de arrasar paisajes, pero también es una herramienta habitual para nuestros agricultores; también hoy en día, limpiando ribazos, eliminando árboles enfermos o restos de poda, por ejemplo. Todo depende de sus condiciones. Puede ser amigo o enemigo, y de alguna manera esa es nuestra elección como sociedad. La pregunta sería: ¿qué relación queremos tener con el fuego, amistosa o de confrontación?
-Su primer contacto con los incendios forestales no se produjo por su trabajo en la base de Daroca (Aragón). Usted escribe: «Estrictamente hablando, no iba a ser esa mi primera experiencia apagando llamas. Tuve una muchísimo antes como voluntario, durante el verano de 1994, en el incendio de Paternoy (Huesca)». ¿Cómo vivió aquello?
Pues, lógicamente, era mucho más joven que ahora… tenía 21 años, y era apasionado. Quise vivir un incendio forestal de cerca, pero resultó muy frustrante porque, a la hora de la verdad, yo no sabía cómo se apagaba un incendio. Quería ofrecer mi fuerza física, supongo, mis brazos, pero ni siquiera en eso era destacable. De darse la oportunidad de trabajar duro, que no se dio, supongo que me habría desfondado después de un rato no demasiado largo. Como también digo en el libro, no vale sólo con poner el corazón y buena intención. Es algo más difícil que eso.
-¿Si ahora mismo tuviera delante a un político con poder para tomar decisiones en gestión forestal, qué le recomendaría que hiciera para evitar que el fuego arrase los bosques? ¿Qué medidas debería tomar?
Es muy complejo, porque las causas afectan no solo a la gestión forestal; también afectan incluso al modelo de economía global, al propio sistema capitalista. Yendo a la mayor, habría que revertir drásticamente el calentamiento global, que es el gran problema al que nos enfrentamos y que hace de guinda al pastel. Como sabemos, las emisiones sin límite de CO2 están calentando el Planeta, y nosotros, los bomberos forestales, eso ya lo observamos desde hace unos años a nivel global en los incendios que se están sucediendo (EE.UU., Chile, Australia…), pero este año 2022 por primera vez lo hemos sufrido con total evidencia a nivel local, en España. Nunca habíamos visto tantas olas de calor sucediéndose, y tan largas…. y con ellas los incendios. Hemos vuelto a cifras de hectáreas quemadas de 1994, cuando apenas había bomberos forestales. Este año, con 25.000 bomberos, se nos ha quemado lo mismo porque las condiciones están cambiando a peor. No es una impresión, es ciencia.
Y el otro factor es la gestión de nuestro mundo rural. Nuestro sistema de producción alimentario (agrícola y ganadero) necesita virar hacía la sostenibilidad. Porque ahora, que nadie se engañe, no lo es. Cuando los suelos agrícolas se han empobrecido, al tiempo que los acuíferos se siguen contaminando y una vez que los animales de granja generan una huella de carbono y residuos que no sabemos gestionar, tenemos un gran problema. Por ejemplo, la ganadería tiene que volver a virar hacía el uso extensivo, que es el único sistema de producción ganadera que tiene sentido, y que, si se sabe hacer bien, además crea y mantiene el paisaje equilibrado. Y la agricultura, la gestión del suelo, entendiendo éste como ecosistema vivo, tiene que virar hacía la producción ecológica.
Un millón, diez o mil millones de personas en el Mundo quizás podamos maltratar el Planeta, y puede que éste lo encaje bien. Pero somos 8.000 millones y creciendo. O viramos o nos estrellamos. No vamos a extinguirnos, pero vamos a deteriorar progresivamente nuestras condiciones de vida como especie. Estamos hipotecando la vida de nuestros hijos y nietos, de las futuras generaciones. Suena peliculero, dramático, pero es así.
Y como muestra, mi particular botón de bombero forestal: como habitantes de la región mediterránea, despidámonos de nuestros paraísos forestales de referencia. Van a arder. Cada verano unos pocos, pero año a año y sin parar, les irá tocando a todos. No sabemos cuándo, pero les tocará. ¿O pensamos que solo va a arder el monte del vecino?
Eso, o cambiar. Es nuestra elección.
-El subtítulo del libro remite a ‘Percances, alegrías y sinsabores de un bombero forestal’. Cuéntenos alguna alegría…
Me divierto en mi trabajo. Me gusta afrontar el reto de ir a un incendio forestal con mi brigada y tratar de hacer las cosas bien, que no es otra cosa que apagar un cachito de todo el perímetro del fuego habiendo medido bien los riesgos, sin poner a nadie en peligro.
-En la película 'Llamaradas' un pirómano habla del animal para referirse al fuego. Usted y sus compañeros se refieren a este fenómeno térmico también en términos zoológicos, habiéndolo bautizado con el nombre de la bestia. ¿Por qué no se usan palabras humanizadas para describirlo, como el dictador, el desalmado, el sádico, etc.?
La primera impresión, cuando te enfrentas a grandes incendios, con grandes llamaradas que se desplazan y que a veces lo hacen con velocidad y con cambios de dirección, es que el fuego parece que esté vivo. Porque a su manera lo está. No es un animal ni una planta, pero de algún modo te transmite vida con su movimiento y sus cambios constantes de forma. Y al hacerlo de una forma desaforada, lo que nos sale es llamarlo bestia. Humanizarlo más, personalmente, me parece excesivo. De hecho, yo me siento con las paces hechas: mi trabajo es extinguirlo, pero no hay rencor. Porque si hay culpables de determinados desastres naturales, no es el fuego precisamente el culpable. Lo tenemos más cerca...
-Se habla de prevención de la violencia de género, de las agresiones racistas… por supuesto, son medidas necesarias, pero, ¿por qué no se habla de prevención frente a los actos pirómanos, teniendo en cuenta que la mano intencionada del hombre también está detrás de algunos incendios forestales?
Bueno… si somos estrictos con el significado del lenguaje, los actos pirómanos son testimoniales en la causalidad de los incendios, pues un pirómano tiene por definición un trastorno de tipo patológico. Pero sí que hay un porcentaje interesante de fuegos intencionados en las zonas rurales, especialmente en las montañas del norte de España. Y también, y en mayor porcentaje, está el error humano, el accidente casual o por negligencia. Es decir, detrás de la mayor parte de los incendios está de una forma u otra la mano del Hombre, actuando de múltiples formas. Y esa multiplicidad es lo que hace más difícil evitarlos o prevenirlos. Queremos tomar medidas, pero es obvio que no encontramos las teclas adecuadas; es complejo. En España sigue habiendo una media anual de 10.000 incendios, muy pocos de origen natural.
Fragmento de la película 'Llamaradas' en la que un pirómano, Ronald (el actor Donald Sutherland), se entrevista con Brian (William Baldwin), un bombero que trata de descubrir al autor de unos incendios
-En su libro se lee: «La bestia se deja ver cuando avanza entre un bosque de pinos de ocho o quince metros de altura que arden como si fueran un montón de cerillas, lanzando unas llamas que duplican o hasta triplican la altura de los árboles, emitiendo una intensidad de calor que te obliga a alejarte varias decenas de metros para poder soportarlo». ¿Son ustedes unos héroes o simplemente gente que intenta hacer bien su trabajo?
En mi trabajo encuentro gente joven -algunos creo que de una forma más explícita y otros de una forma más disimulada- que se identifican con esa idea del trabajo heroico. Con los años creo que eso se va relativizando, y al final te sientes 100% intentando hacer bien tu trabajo, que, dicho así, no es poco. En mi caso dirijo una brigada de 16 bomberos forestales y siempre se te escapan cosas. Pocas veces sale todo a pedir de boca.
-‘Hermano fuego’: «Sé de alguna base helitransportada donde las fumadas de porros dentro del mismo centro de trabajo eran antológicas. ¡Y así que salían hacia el incendio si tocaba la sirena!» ¿Quiere esto decir que los bomberos forestales son, ante todo, humanos, y que como tales tienen sus momentos de debilidad?
Ja, ja, ja. Humanos son al 100%, te lo garantizo. Pero es cierto que el sector se ha profesionalizado mucho. Ese ejemplo que citas quiero pensar que ya no se da en ninguna parte de España, pero hace 20 años sí que se daba, porque era todo mucho más precario, un trabajo temporal y aventurero para gente joven. Y cuando todo el entorno que estructura tu trabajo es precario (tus condiciones laborales, las instalaciones…), pues eso finalmente se traslada también al trabajo, a sus malos hábitos y al mal hacer. En España las primeras cuadrillas helitransportadas se crearon en los años 80, pero realmente se desarrollaron en los 90 y 2000. Por tanto, hemos sido una profesión joven. Y los jóvenes hacen locuras. Pero hoy, en 2022, la profesión ya no lo es. Y eso exige mejores profesionales y mejores condiciones para trabajar. Va unido.
-Estooo… ¿cuando un bombero forestal no está trabajando, huye de todo aquello que huela a llama? ¿Por ejemplo, cocina en ‘vitro’, o se calienta con radiadores eléctricos?
Ja, ja, ja. En mi casa de la ciudad no me alejo de los estándares, y tengo vitro y gas, aunque la luz la pago de fuentes renovables a través de una cooperativa verde. En la casa de mi pueblo de origen, donde paso casi la otra mitad del año, seguimos tirando de leña del monte para calentarnos. Ese hogar está en la montaña, con pocos habitantes, y la naturaleza nos regala mucha más madera de la que podemos consumir. La extraemos con mimo, cuidando el bosque y el paisaje.