
Prof. Daniel Arias Aranda
Autoría de la imagen: © Cristina García Valverde
Fuente: Temas de hoy
Prof. Daniel Arias Aranda, autor del libro ‘Querido alumno, te estamos engañando’ (Temas de hoy): Daniel Arias Aranda nació en Madrid en 1972 y es catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Granada. Le encanta investigar y tratar de entender el mundo que nos rodea desde la perspectiva de la economía y la dirección de empresas y es, sobre todo, un apasionado de enseñar conceptos, a priori complejos, con palabras sencillas y comprensibles. Dirige la sección ‘Economía extraña’ en el pódcast de Santiago Camacho ‘Días extraños’ y colabora en ‘Frikilosofía’ con Tomás García Baringo. También habla sobre dirección estratégica en la sección ‘Strategos’ de ‘Let’s Marketing’, para directivos y emprendedores presentes y futuros.
Redacción Farmacosalud.com
No se trata de dar la espalda a las nuevas tecnologías, sino de usarlas con cabeza y buen criterio para la enseñanza y, de este modo, evitar lo que está ocurriendo desde hace ya algún tiempo, como es ver a estudiantes paseándose por las aulas convertidos en zombis sedientos de píxeles y otras sutilezas digitales en lugar de estar hambrientos por adquirir conocimientos académicos. Con el libro ‘Querido alumno, te estamos engañando’, el profesor Daniel Arias Aranda saca los colores al actual sistema educativo al destapar una serie de vicios de los que parece no salvarse nadie: planes de estudio obsoletos, notas de selectividad infladas, cultura del esfuerzo inexistente entre el alumnado, bajada del nivel universitario como consecuencia del deterioro de la educación secundaria… Tras veinte años de experiencia docente, el catedrático madrileño aporta con este libro su granito de arena para la consecución de un cambio que permita recuperar, con todas las actualizaciones y adaptaciones que sean necesarias, la calidad educativa de antaño. Porque, tal y como asegura el Prof. Arias Aranda, si ahora mismo “pusiera un examen de finales de los noventa, dudo que aprobase alguien”.
-Usted opina que las nuevas tecnologías y los modernos sistemas de comunicación (móviles, redes sociales, etc.) han secuestrado a los estudiantes universitarios hasta el punto de que el entretenimiento y la evasión crónicas han desplazado en ellos el interés por adquirir conocimientos. ¿Hacia dónde debe dirigirse, pues, la enseñanza universitaria?
La enseñanza universitaria puede beneficiarse de un enfoque equilibrado que incorpore las nuevas tecnologías de manera efectiva como una herramienta para mejorar la experiencia de aprendizaje. No obstante, no se puede perder de vista la participación activa que incluya debates y proyectos colaborativos. Todo ello enfocado hacia el desarrollo de habilidades como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la capacidad de análisis. Para ello, en etapas previas tendremos que promover la autorregulación, educando a los estudiantes sobre el uso consciente de la tecnología para mitigar los riesgos de distracción.
-¿No será que, ante el futuro tan oscuro que se intuye (precariedad laboral, acceso complicadísimo a la vivienda, etc.), los alumnos se enganchan a la tecnología porque no están suficientemente motivados para estudiar?
En los años ochenta, en que viví parte de mi niñez y adolescencia, era común encontrarse a jóvenes pinchándose heroína por las calles. Los índices de paro superaban el 20%. La precariedad laboral era el pan nuestro de cada día, al igual que el difícil acceso a la vivienda para los jóvenes. Todo ha cambiado y nada ha cambiado. Evadirse en vez de luchar en la vida no es nada nuevo. Mi abuelo paterno era agricultor y mi abuelo materno conductor, y me siento orgulloso de ello. La educación ha de ser la base del ascensor social. Si la precarizamos, eliminamos las oportunidades para los más desfavorecidos.
-Da mucha rabia explicar algo -con conocimiento de causa- a alguien, y que ese alguien que te está escuchando mire a continuación en internet y diga ‘sí, tienes razón, lo pone en internet’…
Si fuera así, no me daría rabia puesto que constataría que, al menos, ese estudiante está mostrando interés. Lo que me da rabia es el silencio que invade la clase cuando el profesor pregunta si hay alguna duda o cuando las caras quedan ocultas tras las pantallas, siendo yo consciente de que están inmersos en las redes sociales.

Fuente: Temas de hoy
-¿Se sigue alimentando la ‘titulitis’ (valoración desmesurada de los títulos y certificados de estudios como garantía de los conocimientos de alguien)?
La cuestión es que, como decimos los economistas, el mercado equilibra. Si en los grados universitarios se baja el nivel, el mercado laboral te pedirá un máster. Lo triste es cuando los titulados universitarios han de quitar méritos de su CV (currículum vitae) para no parecer sobrecualificados. Este país necesita una mayor inversión en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) para no convertirse en el balneario de Europa, y poder absorber un capital humano que esté bien formado.
-En su libro se lee: «En esta ‘sociedad de lo inmediato’ en la que vivimos inmersos, existe un desdén generalizado que da la espalda a la cultura del esfuerzo». Pues, para no dar ni golpe, ya sólo faltaba la aparición de la Inteligencia Artificial (IA), la tecnología que puede elaborar y dejar listo para la lectura un trabajo de investigación en cuestión de minutos…
La IA puede ser un instrumento fabuloso para crear material didáctico. El uso para ‘fusilar’ trabajos tiene un recorrido corto. Yo les enseño a mis estudiantes en clase a usarla. Eso sí, una vez entregados los trabajos, les examino oralmente sobre lo que han escrito, con lo que, si quieren aprobar, más vale que se lo hayan estudiado. Todo depende del uso que se haga de estas tecnologías.
-‘Querido alumno, te estamos engañando’... ¿No será que el estudiante se engaña a sí mismo, creyendo que sacarse un título universitario bajo los parámetros de la ley del mínimo esfuerzo es garantía de éxito en el mundo laboral porque, al fin y al cabo, lo que cuenta es el ‘enchufe’ (lograr algo sin méritos, valiéndose de contactos o influencias para alcanzar una meta)? ¿O es que con lo del ‘enchufe’ no van desencaminados?
El dicho ‘El que no tiene padrino no se bautiza’ es muy de nuestra cultura. Sin embargo, las empresas no se pueden permitir el lujo de competir a nivel internacional estando en manos de mediocres. No negaré que el enchufismo no tenga un papel relevante en nuestra sociedad… como ejemplo están las puertas giratorias, donde los políticos salientes terminan en consejos de administración o en cargos importantes para los que no tienen la preparación suficiente, y son colocados a dedo. No obstante, son una minoría. Si estás bien preparado, hay mercado en España y fuera de ella para crecer profesionalmente.
-Su libro reparte para todo el mundo, incluso para los responsables académicos: «los planes de estudio de muchas titulaciones están obsoletos y no responden a las necesidades sociales y laborales para los que fueron diseñados […] Hay una clara inflación en las notas de selectividad. En veinte años, hemos pasado de un 72% de aprobados a un 92%, además de haber triplicado el número de sobresalientes». ¿Estamos creando carreras universitarias de escaso valor añadido?
Es evidente que, si bajamos el nivel y no somos lo suficientemente ágiles a la hora de actualizar los planes de estudio, el valor añadido de los estudios universitarios se reduce. En el libro se trata también la confusión que genera la proliferación de denominaciones de estudios, a veces, exóticas, junto a dobles y triples títulos con combinaciones diversas no siempre orientadas al mundo laboral. Es necesaria una restructuración de los títulos y una disminución masiva de la burocracia.
-Usted escribe: «la calidad de la formación recibida en la educación secundaria y el Bachillerato ha disminuido progresivamente en los últimos años, lo que aumenta las posibilidades de fracaso, salvo que el profesor universitario baje el nivel». ¿De verdad los profesores se ven en la obligación de hacer eso?
Si no queremos que los alumnos incurran en altos niveles de fracaso universitario, sí. El curso pasado puse un examen de 2015. Mientras que en 2015 aprobó un 70% de los presentados, en esta nueva ocasión aprobaron cuatro. Si pusiera un examen de finales de los noventa dudo que aprobase alguien.
-¿Cree usted que más de un responsable político debería leer ‘Querido alumno, te estamos engañando’?
Por supuesto. Es un libro para alumnos, profesores, padres, profesionales y cualquier interesado en la educación. Eso sí, contiene verdades incómodas.
-¿A grandes rasgos, qué soluciones propone para intentar paliar todo ese desaguisado que explica en el manual?
El libro se organiza en tres partes: Análisis de la Situación, Formulación de Estrategias e Implantación. Algunas de las propuestas pasan por la flexibilidad de los planes de estudio, la instauración de pasarelas (de manera que un alumno que accede a una titulación que no es la que esperaba no tenga que perder un año entero para cambiarse; para ello es necesaria una mayor flexibilidad en los planes de estudio), el enfoque en alumnos de altas capacidades, el empoderamiento del profesor como figura de autoridad o la internacionalización de las enseñanzas.