Pau Mateo Ramos, autor del libro ‘Diario de un MIR’ (editorial HarperCollins Ibérica): nacido en Barcelona (1991) y crecido en Logroño, Pau Mateo Ramos está graduado en Medicina por la Universidad Lituana de Ciencias de la Salud (Kaunas, Lituania). Actualmente es Médico Interno Residente (MIR) en Cirugía Torácica en Varese (Italia). Además de su labor diaria como residente en cirugía, divulga ciencia y medicina en su canal de YouTube homónimo, ‘Diario de un MIR’ (con más de 130.000 seguidores), donde semana tras semana disecciona las partes más interesantes de su trabajo y realiza una sutura impecable para que el público general pueda ir aprendiendo cada vez más de esta rama del conocimiento que tanto le apasiona.
Redacción Farmacosalud.com
Para un Médico Interno Residente (MIR) que de pequeño soñaba con retirar residuos saltando del camión que recoge la basura y que de más mayor tuvo que escuchar de su tutor estudiantil que no valía para dedicarse a curar a los demás, poder ejercer la Medicina es toparse con el presente y con el futuro más inesperado… o más que eso, es chocar contra el presente y el futuro más inesperado. Pero no debemos confundirnos. Pau Mateo, el Médico Interno Residente que ha escrito el libro ‘Diario de un MIR’ para ilustrar las vicisitudes de su propio devenir, ha estado chocando adrede contra incertidumbres biográficas e incomprensiones ajenas a modo de superación personal. Ha sido una colisión planificada, mesurada, realizada con precisión quirúrgica. Él sabe de sobras que nada es fácil en esta vida, ni tan siquiera dedicándose a la profesión más vocacional. Tras sortear numerosos obstáculos, Mateo debe enfrentarse ahora -como todo buen MIR, según afirma- a “turnos interminables” y “un sueldo no demasiado digno”, además de tener que escuchar preguntas sobre salud a destiempo que impiden desconectar del trabajo, y sufrir decepciones varias, como ver lo poco que se ha aprendido a raíz de la pandemia de COVID-19. En algunos casos, un MIR es algo así como un Médico Intentando Razonar ante un mundo complejo y hostil. En otras palabras... sanando (a los demás) y sobreviviendo (uno mismo), que son gerundios.
Nacido en Barcelona, crecido en Logroño, graduado en Lituania y actualmente ejerciendo como MIR en Italia. Pau Mateo es algo así como un trotamundos cuya continua movilidad vital está perfectamente calculada, nada es casual. Por ejemplo, fue a parar a Lituania e Italia por motivos formativos y profesionales, y “siempre persiguiendo un sueño. A Lituania me mudé para poder convertirme en médico, a Italia para poder convertirme en cirujano”, dice el autor del libro ‘Diario de un MIR’.
Divulgador de ciencia y medicina en el canal de YouTube homónimo, que cuenta con más de 130.000 seguidores, Mateo considera que, hoy en día, ser Médico Interno Residente implica pasar “muchas horas en el hospital” sometido a “turnos interminables” y cobrando “un sueldo no demasiado digno”. A su juicio, “un largo camino que recorrer hasta llegar a ser adjunto. Pero quien algo quiere, algo le cuesta”.
«Yo, de pequeño, quería ser basurero»
Mateo es un trotamundos físico y, por decirlo de alguna manera, también mental, dado que ha dado alguna que otra vuelta antes de decidirse por la Medicina. En su libro explica que renunció a estudiar Química y que pensó en dedicarse a la Enología, pero es que, además, confiesa que se interesó por el mundo de la recogida de residuos: «Yo, de pequeño, quería ser basurero. Pero no uno cualquiera, quería ser el basurero que va montado en la parte de atrás del camión y que tiene que cargar los contenedores en un tiempo récord para no entorpecer el tráfico de los coches».
Bueno, en cierto modo, pasó de suspirar por retirar lo que no queremos en casa -residuos- a retirar lo que no queremos dentro del cuerpo -enfermedad-… tampoco es tan diferente. “Pues no lo había pensado de esta manera, la verdad -comenta el MIR-. Siempre he sido muy maniático del orden, me gusta que todo esté en su sitio, ya que me ayuda a pensar mejor. Quizá ha sido la evolución natural”.
‘No vales para médico’, le espetó un tutor en la etapa de Bachillerato
«Recuerdo la charla que tuve con mi tutor sobre mis posibles salidas profesionales. Me dijo: ‘No vales para médico, deberías hacerte crítico de música o algo parecido’. Fue una bofetada psicológica brutal. Había empezado el curso esforzándome mucho más de lo que había hecho hasta entonces, estaba renunciando a muchas cosas por quedarme estudiando y la persona que tenía que ayudarme a decidir mi futuro me decía que la medicina no era para mí». Desde luego, como decía hace un momento Mateo, ‘quien algo quiere, algo le cuesta’. En cuanto al tutor de aquella época de Bachillerato, no ha lugar para vendettas, pero sí para alguna que otra pequeña colleja dialéctica: “no le guardo rencor en absoluto. Me gustaría decirle que no tendría que emitir esos juicios de valor y que debería aprender a escuchar mejor a los chavales que educa. Si le hubiese hecho caso, nunca hubiese llegado a estar donde estoy hoy”.
Uno de los capítulos de ‘Diario de un MIR’ se centra en el COVID-19 y los acontecimientos pandémicos contra los que luchó Mateo. Los vivió y los vive como “una experiencia durísima que aún me viene a la cabeza mientras duermo y de la que parece que no hemos aprendido nada como humanidad. Una pena”.
Menos mal que los hay que de algo sí que pueden llegar a aprender, con o sin COVID-19 de por medio. En el libro, sin ir más lejos, se explica cómo sobrevivir a los turnos y a las urgencias. Según el autor de la obra, todo ello se logra “apoyándote mucho en los compañeros, hidratándote bien, manteniendo la calma y aprendiendo a organizarte”.
‘¿Qué me pasa, doctor?’… en la consulta, vale, fuera de ella, no tanto…
Lo que ya es más difícil es librarse de la lata de turno… «estar recibiendo preguntas todos los días sobre la salud es un poco coñazo», escribe el MIR en alusión a las consultas que cada dos por tres los facultativos reciben fuera de una visita oficial por parte de sus allegados, viejos conocidos y nuevos conocidos, quienes, claro está, no tienen la más mínima intención de molestar. Para Mateo, probablemente es algo parecido a lo que les ocurre a los meteorólogos que aparecen por televisión cuando por la calle deben escuchar a diario preguntas del estilo ‘¿qué día hará hoy?’, o ‘¿mañana lloverá?’… “creo que es muy importante respetar el descanso de las personas y entender que, cuando no estamos en el trabajo, quizá nos gusta hablar de otras cosas, desconectar. Aunque seamos médicos las 24 horas del día, podemos hablar de muchos otros temas”.
‘¿Quieres ser médico, hijo mío? […] Tendrás que renunciar a la vida privada […] A toda hora del día y de la noche vendrán a turbar tu descanso, tus aficiones, tu meditación; ya no tendrás horas que dedicar a tu familia, a la amistad, al estudio, ya no te pertenecerás’. Son palabras atribuidas a Esculapio, dios de la medicina. ¿De verdad los médicos ya no se pertenecen? “No todos -contesta Mateo-. Cuando una persona llega a ti se abre, te cuenta sus problemas, busca en ti una ayuda y te da toda su confianza; se crea un vínculo muy especial, el de sanador–paciente. Es muy difícil desconectar y permanecer a un lado cuando a esa persona las cosas no le están yendo demasiado bien”.
Los tres deseos más secretos de Mateo, al descubierto
Son aventuras y desventuras que, aunque desde una perspectiva lógicamente distinta, también han reflejado otros sacrificados por la causa galénica. Ahí está la teleserie británica ‘Esto te va a doler’, que narra la vida de un médico residente en su frenético día a día en el servicio de ginecología y obstetricia de un hospital. Se trata de un drama con dosis de humor negro que adapta las memorias bestseller del facultativo y guionista Adam Kay. “La verdad es que no he tenido el placer de ver la serie ni de leer el libro. En cuanto consiga algo más de tiempo libre les echaré un vistazo”, señala Mateo.
Y, ya metidos de lleno en la ficción (aunque muy realista, visto lo visto), qué mejor que saber lo que pediría Pau Mateo si de golpe y porrazo se le apareciera un genio de la lámpara y le concediera tres deseos, pero únicamente aplicables a su profesión como médico: “que pueda ejercer hasta que sea la hora de dejar el bisturí, que no pierda nunca mis ganas de aprender y estudiar, y que pueda compartir el camino y lo que aprendo con otros”.