Virtudes Roig, autora del libro ‘Píldoras de emociones’ (HarperCollins): Virtudes Roig es farmacéutica e impulsora del proyecto digital de divulgación sanitaria ‘El Blog de Pills’, mediante el cual comparte consejos de salud y autocuidado. También da charlas, imparte formaciones, genera contenidos para diversos medios relacionados con el mundo de la salud y asesora a laboratorios farmacéuticos.
Redacción Farmacosalud.com
Con el libro ‘Píldoras de emociones’ (cómo quererte más y sentirte mejor)’, su autora, la farmacéutica Virtudes Roig, hace un bello canto a la empatía -capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos- como método para sentirse mejor y ayudar también a que los demás puedan disfrutar de su propio bienestar emocional. Según se deduce de la lectura de la obra, en la farmacia se dispensan medicamentos y, si es necesario, se recepcionan experiencias de los usuarios: «con la escucha, no solo recabaremos los datos necesarios para ayudar de la mejor forma posible en la enfermedad. La escucha activa, prestar atención al relato que se nos transmite, infunde confianza al paciente, que se siente comprendido y valorado. Y no solo las palabras, también los silencios y los gestos son portadores de importante información a la que estar atentos.
Como bien define la formación profesional bajo el enfoque de competencias, hay que cultivarse en los tres saberes: saber, saber ser y saber hacer. Es decir, en la capacidad de aprender conocimientos, en la aplicación de los mismos y en el desarrollo de competencias emocionales y habilidades sociales. En una relación de índole sanitaria, los conocimientos y experiencia del profesional de la salud son fundamentales para la mejor resolución del problema que se está tratando, pero no suficiente. Escuchar, mirar a los ojos y ponerse en su lugar es humanizar el vínculo sanitario-paciente y llevarlo a cabo entre iguales».
¿Alguien puede quererse más pero sentirse peor, o incluso quererse menos y sentirse mejor?
‘Píldoras de emociones. Cómo quererte más y sentirte mejor’… para lograr tal estado de bienestar, no hay nada como “estar en paz con uno mismo, satisfecho con lo que se hace, con lo que se piensa y con lo que se siente”, asegura Roig.
Sin ánimo de rizar el rizo, tampoco sería nada descabellado intentar descubrir casos insólitos o casi insólitos, como sería encontrar a alguien que pueda quererse más pero sentirse peor, o incluso quererse menos pero sentirse mejor. Este último supuesto incidiría en aquellas personas que, por sus tendencias autodestructivas y masoquistas, están en su salsa sufriendo, porque parece que ese sea su estado natural, si bien también puede pensarse que son individuos a los que les asusta la felicidad porque creen que no se la merecen. “Todos anhelamos la felicidad y, por suerte, la alcanzamos, aunque no es un estado que perdure de forma continua sino por momentos, que pueden prolongarse más o menos tiempo. Se tienen más posibilidades de alcanzar estos momentos de felicidad de forma más frecuente y duradera si te quieres más, porque esto te lleva a sentirte mejor contigo mismo y te predispone más favorablemente hacia la felicidad”, señala la autora del libro.
“Ahora bien, cuando hablo de quererse más a uno mismo no me refiero a cultivar el ego, conducta que si es repetitiva va a hacerte, inevitablemente, sentir peor. Me refiero a buscar un equilibrio de cuerpo, mente, corazón y alma que te conduce a aceptarte como eres, con tus fortalezas y tus debilidades, para estar en paz contigo mismo y de esta manera sentirte mejor”, agrega.
‘Afortunado quien en su camino encuentra un buen ejemplo’
En las páginas de ‘Píldoras de emociones’ hay relatos inspiradores y ejemplos de gestos generosos. En el capítulo dos, titulado ‘Afortunado quien en su camino encuentra un buen ejemplo’, se narran dos historias que abordan el valor de la solidaridad. Una de ellas cuenta cómo una persona, puesta en conocimiento sobre la necesidad de otra, es capaz de ayudarla sin conocerla, sin esperar nada a cambio y de forma totalmente altruista.
“Este capítulo me recuerda de manera directa a una situación que hemos vivido recientemente y que bien podría ser la inspiración de una de esas píldoras. Me refiero a la conmovedora corriente solidaria protagonizada por el voluntariado que se ha movilizado como consecuencia de la DANA que ha devastado amplias zonas de Valencia. Miles y miles de ciudadanos desplazados desde todos los puntos de la geografía de España, e incluso desde más allá de la frontera española, procedentes de varios lugares de Europa, han acudido en ayuda de las personas afectadas. Una ayuda desinteresada, sin etiqueta política, religiosa ni social. Personas ayudando a personas, en lo material y en lo afectivo”, comenta la farmacéutica.
“¿Hay algo más generoso que ayudar a alguien con quien no mantienes vínculo alguno sin esperar nada a cambio? ¿Hay algo más compasivo que querer aliviar el dolor ajeno y aligerar su sufrimiento? Todos estos voluntarios, muy jóvenes en su mayoría, han reavivado estos últimos días el mismo espíritu que se refleja en muchas de las historias contadas en ‘Píldoras de Emociones’", afirma.
“Aquel al que han dejado solo se vuelca de manera generosa hacia los necesitados”
El oficio de Roig le ha permitido ser testigo de cómo las situaciones límite en las que coloca la enfermedad, el dolor o la soledad, son capaces de sacar lo mejor de cada uno: “desde la farmacia he podido observar que, por lo general, es más solidario el que menos tiene… despliega más empatía hacia los demás el que más ha sufrido, o se vuelca de manera generosa hacia los necesitados aquel al que han dejado solo. Es como si las penurias sufridas nutrieran la sensibilidad hacia los problemas ajenos”.
En principio, en la otra cara de la moneda tendría que figurar lo peor de cada uno como reacción ante las desdichas asociadas a las carencias en salud. La impulsora de ‘El Blog de Pills’ no sabría si calificar de lo peor lo que ha visto en alguna ocasión, pero sí que ha observado “incomprensión, rabia o falta de aceptación frente a un problema de salud. Hay que entender que cada persona se enfrenta a la enfermedad propia o la de un ser querido como puede y no necesariamente como quiere o le gustaría. La gestión de las emociones que rodean a esta clase de problemas no tiene un patrón único, sino que es tan plural y respetable como las personas que padecen las fatalidades”.
¿La farmacia, uno de los nuevos ‘confesionarios’ del mundo moderno?
Cuando una persona nota que no se encuentra bien y percibe o al menos sospecha que no se trata de algo grave, normalmente acude a la farmacia como primer lugar en el que buscar consejo o ayuda, o quizás como primera estación de peregrinaje sanitario en caso de que la patología no sea tan leve como parece. La atención farmacéutica es un servicio muy próximo, a veces casi vecinal, lo que con el paso del tiempo puede dar lugar a enormes confianzas. Y de la confianza a las confidencias, quizás haya un pequeño paso. De todos modos, Roig no cree que la farmacia se haya convertido en uno de los nuevos ‘confesionarios’ del mundo moderno: “si lo entendemos como un lugar donde expresar los sentimientos verdaderos, creo que no es algo circunscrito a los tiempos actuales”.
“La farmacia, desde sus orígenes -continúa a renglón seguido-, por ser un centro sanitario muy accesible a la población y al que se acude de manera recurrente, genera una relación cercana y de confianza. Y es esa confianza la que lleva a que los pacientes se expresen libremente, se desahoguen o busquen la comprensión ante una situación difícil por la que están pasando. La farmacia no puede ser ajena a los problemas personales y sociales que rodean a las personas porque tales dificultades condicionan, de manera muy directa, su estado de salud o su recuperación”.
Visto lo visto, Roig opina que el ejercicio de la profesión de farmacéutico/a no requiere la realización de un máster en psicología, sino que con una buena dosis de empatía ya es más que suficiente para cubrir las necesidades emocionales de los usuarios. “Tengo un gran respeto y admiración hacia los psicólogos y, desde luego, en las farmacias no podemos asumir ningún rol que se asemeje al extraordinario trabajo que desarrollan. Es, o debería ser, la empatía el eje de la relación entre los farmacéuticos -extensible a cualquier otro sanitario- y los pacientes. Esa empatía, basada en la escucha, sin juzgar, genera confianza y es tan importante como la propia medicación”.