Redacción Farmacosalud.com
A pesar de su mala prensa, el dolor cumple una función muy importante como mecanismo de alarma en nuestro organismo: a través de un complejo circuito, el sistema nervioso nos informa de si hay alguna lesión o mal funcionamiento de un órgano en nuestro cuerpo y nos obliga a actuar para solucionarlo. Normalmente, cuando se soluciona el problema, este tipo de dolor beneficioso (llamado ‘dolor visceral’) queda controlado. Sin embargo, el dolor neuropático es producido por un mal funcionamiento en el circuito del sistema nervioso que conduce y filtra el dolor. Este mal funcionamiento lo suele causar una lesión en el sistema nervioso debida a traumatismos (en especial amputaciones), enfermedades comunes como el herpes, la diabetes, el cáncer, trastornos neurodegenerativos o, en ocasiones, quimioterapia y radioterapia.
El mal funcionamiento del circuito del dolor y de sus sistemas de control, hace que el paciente experimente dolor sin que exista ninguna lesión en el órgano afectado. Muchos pacientes expresan que es el dolor más intenso que han sentido jamás. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre 300.000 y 600.000 personas sufren dolor neuropático en España. Es decir, un 6% de las familias tiene algún miembro con este trastorno, informan desde el Centro Médico Alomar.
Un trastorno que puede causar deterioro emocional, familiar, social y laboral
Si se mantiene durante un tiempo prolongado, el dolor neuropático puede causar un grave deterioro emocional, familiar, social y laboral en la vida de los afectados, por lo que se recomienda su tratamiento precoz. Por desgracia, en el 65% de los casos el cuadro de dolor neuropático dura más de 12 meses. No es de extrañar entonces que el 85% presente un deterioro significativo de su calidad de vida. Según la SEN, el dolor neuropático está asociado de forma muy frecuente a episodios de ansiedad (63%) y de depresión (56%) que conllevan una alta frecuencia de consultas médicas.
En España hay un centenar de unidades hospitalarias para tratar el dolor crónico, que se palía fundamentalmente con analgésicos. Por otra parte, como el dolor neuropático no tiene un origen ‘convencional’ es de difícil control porque suele no responder a analgésicos convencionales, sino a fármacos que actúan sobre el sistema nervioso, como medicamentos antiepilépticos y antidepresivos. De hecho, el dolor neuropático puede ser muy difícil de tratar y sólo entre un 40 y un 70% de los pacientes consigue aliviarlo hasta un 30-40%. La nueva técnica ResoFus mediante ultrasonidos focalizados es un tratamiento no invasivo y eficaz para el tratamiento del dolor neuropático central, aprobado por la Unión Europea en diciembre de 2012. El objetivo es interrumpir el circuito cerebral que induce a la percepción del dolor por parte del paciente para que deje de ser percibido. Para ello se realiza, mediante ultrasonidos, una lesión de milímetros de diámetro en la zona del cerebro relacionada con la sensación anormal. Dicha región está enferma, por lo que mediante su supresión se puede obtener un efecto beneficioso sobre el dolor.
Ni anestesia general, ni incisiones ni orificios de perforación en el cráneo
“La técnica ResoFUS se realiza con el paciente despierto y no implica anestesia general, ni incisiones u orificios de perforación en el cráneo, como tampoco la inserción de electrodos en el cerebro. Durante el tratamiento con ultrasonidos focalizados, la zona a tratar se visualiza en tiempo real a través de Resonancia Magnética, lo que permite un gran control y un alto nivel de precisión a la hora de destruir el tejido dañado sin que el tejido de alrededor se vea afectado”, explica el Dr. Jordi Rumià Arboix, especialista sénior en Neurocirugía y experto en Neurocirugía Funcional y Estereotáctica.
Actualmente el dolor neuropático es el octavo diagnóstico neurológico más frecuente. La prevalencia del dolor crónico, entre el que se incluye el dolor neuropático, puede llegar a afectar al 11% de la población y un 47% de los pacientes padece dolor diariamente, según la SEN. En una reciente revisión realizada en Europa, se calcula que el 19% de los adultos sufre dolor crónico valorado como moderado-severo. Teniendo en cuenta que la población europea oscila alrededor de los 750 millones de personas, se puede afirmar que unos 35 millones de europeos sufren alguna forma de dolor neuropático.