Redacción Farmacosalud.com
Es habitual y hasta cierto punto tentativo que las erecciones nocturno-matutinas que se adivinan bajo el pijama den lugar a chanzas y comentarios más o menos picarescos. Con todo, lo que mucha gente desconoce es que esas espontáneas maniobras del miembro viril tienen una importante función en la salud masculina, como es la de oxigenar el “pene para que éste se mantenga preparado de cara a unas posibles relaciones sexuales”, afirma el doctor Eduard Ruiz Castañé, director del 16º Curso de Andrología de la Fundación Puigvert de Barcelona y director del Servicio de Andrología de dicho centro médico. Por lo tanto, no menos crucial es que los pacientes operados de cáncer de próstata y que sufren disfunción eréctil como consecuencia de la intervención quirúrgica recuperen la capacidad de tener esas erecciones nocturnas, como un paso más en el proceso de volver a tener plenas capacidades físicas para poder mantener relaciones sexuales. “Hay que procurar que se tengan erecciones nocturnas, y para eso hay todo un abanico de tratamientos”, asegura el experto, quien también repasa para www.farmacosalud.com gran parte de los temas abordados en el 16º Curso de Andrología, encuentro celebrado recientemente en Barcelona y al que han asistido más de 200 profesionales médicos.
La ecuación cáncer y disfunción eréctil se relaciona claramente con el cáncer de próstata, el tumor maligno más frecuente en los varones adultos, sobre todo por encima de los 55-60 años de edad. El tratamiento para el cáncer de próstata conduce habitualmente hacia la opción quirúrgica, mediante la cual se quitan la próstata, las vesículas seminales y los ganglios que están alrededor de la próstata y estas vesículas. Todo ello puede conllevar dos tipos de problemas para el paciente:
-Incontinencia de orina, que no supera la cifra del 20% de los sujetos operados
-Disfunción eréctil, que afecta a más de un 50% de pacientes que previamente a la operación presentaban un buena capacidad para la erección y que después de la intervención tienen problemas para mantener una relación sexual satisfactoria.
El concepto de rehabilitación del pene
“En el Curso hemos hablado justamente de qué posibilidades hay de tratamiento para estos casos, que las hay. Cada vez más se intenta actuar lo antes posible, porque está comprobado que cuando el paciente es diagnosticado de cáncer de próstata, en la primera línea de preocupación estaría el cáncer, evidentemente; en la segunda estaría la incontinencia, y en la tercera línea -cuando los afectados ya se encuentran bien y no se les escapa la orina- está el problema de la erección. Cuanto antes empecemos a trabajar para dar unas posibilidades de rehabilitación del pene, que al fin y al cabo sabemos que es un músculo cavernoso, mejor resultado podremos obtener, tanto preventivo como curativo”, señala Ruiz Castañé.
Igual que el cáncer de próstata, el cáncer de pene también puede verse relacionado directamente con la impotencia sexual. Indirectamente, la disfunción eréctil puede verse asociada a “tumores endocrinos, por ejemplo los prolactinomas, tumores hipofisarios, algún tumor de testículo que fuera productor de hormona femenina (estrógenos), tumores de vejiga grave -que requieren una operación muy agresiva, la cistectomía total, o la cistoprostatectomía total-, algún caso de tumor de colon… pero en nuestro medio lo que vemos más y donde ya trabajamos inclusive de forma preventiva antes de una operación es el cáncer de próstata”, explica el galeno. En cuanto al cáncer de pene, el director del Servicio de Andrología de la Fundación Puigvert puntualiza que es una enfermedad muy minoritaria en España: “El cáncer de pene va ligado a dos factores claros: uno es la gente que no está circuncidada, que no se ha hecho la operación de fimosis, y el otro es la gente que no tiene normas de higiene a nivel genital y que acumula esmegma, que es una sustancia blanquecina que puede provocar un efecto de degeneración de la piel del área del prepucio y el glande. En países como Brasil el cáncer de pene es prácticamente endémico, pero aquí no”.
“Estigmatizar menos para que el impacto psicológico sea mucho menor”
¿Desde un punto de vista psicológico, cómo afecta en un hombre el diagnóstico de cáncer -sea cual sea el tumor- a la hora de tener ganas de mantener relaciones sexuales? Según el facultativo, “la palabra cáncer está estigmatizada. Un tumor en principio no sería un cáncer, ya que hay tumores benignos; cuando hablamos de cáncer hablamos de un tumor maligno. Cuando a una persona se le habla de cáncer, sea del tipo que sea, inmediatamente lo asocia a posibilidades de muerte, a posibilidades de no curación, cuando hoy en día, de forma genérica, podemos decir que la mayoría de cánceres tienen un pronóstico bastante bueno. En algunos cánceres, por ejemplo el de testículo, prácticamente existen niveles del 99% de curación. Y en el de próstata, si se hacen controles periódicos y de detección precoz, estaríamos al mismo nivel. Por tanto, en el caso de los tumores andrologico-urológicos, que son los que yo conozco y controlo, deberíamos estigmatizar menos, lo que provocaría que el impacto psicológico sobre el individuo fuera mucho menor”.
“Claro -prosigue el doctor-, cuando a una persona le estás diciendo que tiene un cáncer inmediatamente hay un bloqueo mental y una posibilidad de adoptar una actitud negativa hacia la vida, hacia el trabajo, hacia las relaciones… Por tanto, el efecto negativo para las relaciones sexuales suele ser consecuencia de un impacto psicológico. Aquí juega un papel muy importante el apoyo del médico que diagnostica y, en el caso de la Puigvert, el apoyo del equipo de psicología que tenemos en nuestro centro, quienes ayudan a hacer entender que esta es una enfermedad que hoy en día tiene curación”.
En resumidas cuentas, que el diagnóstico de cáncer no influye directamente en la capacidad física de tener erecciones, si bien las repercusiones emocionales o mentales sí que pueden hacer mella. “Se liga muchísimo la palabra ‘cáncer’ a pérdida. Pero, per se, el cáncer no provoca ningún problema para que el enfermo pueda compaginar los tratamientos con una actividad sexual normal. No habría un problema físico claro, mientras que en el ámbito psicológico tenemos que ayudar a que la pareja del paciente colabore, que entienda el proceso, y que no tenga tampoco ideas negativas. No digo que a ambos tengamos que cubrirles de optimismo, pero sí de un realismo positivo. Cuando a uno le pasa una cosa de estas cree que es la única persona del mundo a la que le ocurre, y luego se da cuenta de que hay más diagnósticos y que no pasa nada, que mucha gente con la que nos cruzamos por la calle tiene o ha tenido un cáncer o lo va a tener en su vida y no por esto se van a morir por este problema”.
Cambios en la sensibilidad y en los orgasmos
Además, no todos los cánceres son iguales ni tienen el mismo nivel de agresividad, ni tampoco es lo mismo tener 40 años o 60 o 70 cuando se enferma. Sea como fuere, tras el diagnóstico de tumor prostático el impacto psicológico es más importante que el físico en una primera fase, mientras que en una segunda fase, cuando el paciente ya se ha operado, se suman ambos impactos, entre otras razones porque la misma operación puede provocar disfunción eréctil, que es una complicación física. De todos modos, remarca Ruiz Castañé, esto “no quiere decir que no se pueda recuperar la erección. De hecho, en la mayoría de casos se recupera al cabo de unos meses. Pero, desde luego, lo que hay que trabajar muy bien es el impacto psicológico, porque va a cambiar la sensibilidad, los orgasmos, etc”. Ante esta situación, la comunicación entre médico y paciente y entre el paciente y su pareja es vital a la hora de superar las posibles disfunciones anímicas de la persona operada.
Según el especialista, la quimioterapia habitual “no actúa directamente” sobre el apetito sexual masculino, sino que tiene otro tipo de efectos secundarios, como anemias, diarreas, pérdida de pelo… En el caso del cáncer de testículo y de próstata es muy probable que se aplique una especie de quimioterapia ‘light’, los conocidos como bloqueos hormonales. Son sustancias inhibidoras que bloquean la producción y acción de la hormona masculina, la testosterona, sobre los tejidos. “Sabemos que la próstata, en la mayoría de casos, es hormonodependiente. La próstata puede crecer por la acción de la testosterona y, cuando bloqueamos la testosterona o inhibimos su producción, los efectos secundarios suelen traducirse en una disminución del deseo sexual. Entonces, durante un tiempo el paciente va a notar que no tiene las mismas ganas de sexo que tenía antes del bloqueo, porque los niveles de testosterona bajan”, precisa el médico. Para entendernos, se estaría provocando un fenómeno del tipo andropausia, con posible irrupción de sofocos, ganancia de peso, pérdida de vello tanto facial como corporal, e inclusive podría manifestarse una ginecomastia o aumento del tamaño de las mamas, con todas las repercusiones que todo ello pueda acarrear en la autoestima del enfermo.
Erecciones al despertarse para orinar
Por suerte, ha aumentado el diagnóstico precoz del cáncer de próstata, de tal manera que ya se están detectando tumores prostáticos en personas que están por debajo de los 60 años de edad. En tiempos pretéritos, lo habitual era diagnosticar la enfermedad por tacto rectal en pacientes que presentaban nódulos, por lo que se estaba ante estadíos más avanzados que afectaban a hombres de 70 o más años, edades en las que la función sexual decrece mucho desde un punto de vista fisiológico. “Cuando hablamos de pacientes jóvenes, sin molestar a nadie, podríamos decir que hablamos de personas por debajo de los 65 años, una edad en la que la actividad sexual suele todavía estar presente en la mayoría de individuos. Cuando aparece la disfunción eréctil tras el tratamiento se tiene que hacer rehabilitación del pene”, detalla. Existe para ello un amplio repertorio de terapias, como medicamentos, inyecciones, aparatos para que el miembro viril no pierda tamaño, etc.
Por otro lado, como decíamos al principio, hay un tema tan importante como desconocido a ojos del gran público: el papel oxigenativo de las erecciones nocturnas. Los hombres puedan notar el endurecimiento de su miembro viril cuando se despiertan por la noche para ir a orinar, o bien cuando se despiertan por la mañana. “Esas erecciones nocturnas son para que el cuerpo cavernoso, el pene, tenga una actividad muscular que no vaya ligada sólo a la actividad sexual. Es decir, uno no tiene erecciones sólo cuando tiene actividad sexual coital, sino que durante las noches hace como una especie de oxigenación o de musculación del pene para que éste se mantenga preparado de cara a unas posibles relaciones sexuales. Sería como un jugador de fútbol que entrena para el día del partido. Cuando una persona ha sido operada de cáncer de próstata y aparece una disfunción eréctil, estas erecciones no se producen y hemos de procurar con medicación que aparezcan de nuevo. Mientras el individuo se va recuperando de todo el impacto psicológico y de los efectos de la misma operación per se, hay que procurar que se tengan erecciones nocturnas, y para eso hay todo un abanico de tratamientos”, aduce el director del 16º Curso de Andrología.
La personalización del tratamiento, aspecto crucial
En la Fundación Puigvert existe un tratamiento integral de los pacientes, caracterizado por un abordaje multidisciplinar en el que cada médico interviene en el momento necesario: puede ser un psicólogo, puede ser un endocrinólogo, un andrólogo, un urólogo… Al ser un tratamiento integral, el enfermo va a ser tratado de su cáncer y de todas las complicaciones que le vengan derivadas de la operación. “A veces el paciente responde muy rápidamente y en 3-6 meses puede tener ya una vida sexual como antes. En otras ocasiones el proceso es más complejo, más largo, y hay que hacer intervenciones de más calado”, subraya el doctor Ruiz Castañé. Es evidente, pues, que el abordaje integral tiene que ser personalizado porque los pacientes, además de cáncer, pueden padecer diabetes, o tener el colesterol elevado, o pueden fumar o haber fumado, factores que distinguen un caso de otro y que, por supuesto, van a condicionar el tipo de tratamiento.
Otra de las temáticas del 16º Curso de Andrología se ha centrado en los avances terapéuticos en infertilidad masculina. A este respecto, el facultativo comenta que “se va descubriendo el papel de los antioxidantes, que son sustancias que estamos utilizando y que antes quizás no dábamos tanto. También hay algunas variaciones en algunos tratamientos hormonales. Cada vez hay más líneas de investigación y desarrollo que hacen pensar que irán culminándose en los próximos años”.
1 de cada 10 hombres tiene una curvatura peneana problemática
Asimismo, en el Curso de la Fundación Puigvert se ha constatado que uno de cada diez hombres tiene una curvatura del pene que causa dolor y que dificulta o imposibilita la consecución de las relaciones sexuales. Es lo que se conoce como enfermedad de La Peyronie, una dolencia que, a pesar de su alta prevalencia -afecta al 10% de los hombres adultos-, todavía es poco conocida. La enfermedad de La Peyronie es una afección de causa desconocida que se caracteriza por la aparición de una banda fibrosa en la túnica albugínea de los cuerpos cavernosos del pene. Esta banda fibrosa provoca la desviación, deformación o acortamiento del pene durante la erección, causando dolor y dificultad para mantener relaciones sexuales, así como disfunción eréctil en un 40% de los casos. “La enfermedad cursa en dos fases: la primera inflamatoria, en la que el paciente siente dolor en el momento de la erección, y una segunda donde el dolor desaparece pero la curvatura se mantiene, dificultando en gran medida el acto sexual”, explica el doctor Joaquim Sarquella, adjunto del Servicio de Andrología de la Fundación Puigvert.
La Fundación Puigvert es uno los centros de referencia a nivel estatal de la enfermedad de La Peyronie. A día de hoy se han tratado más de 1.500 personas con esta dolencia. A pesar de que esta afección está descrita desde el siglo XVIII, hasta hace menos de un año la única terapia eficaz era la cirugía. Sin embargo, el pasado mes de marzo se aprobó el primer fármaco para el tratamiento no quirúrgico para esta enfermedad. La utilización de una técnica u otra depende de diferentes factores, como el tipo y grado de curvatura peneana, el nivel de fibrosis y, sobre todo, de los signos de malestar del paciente. “Aunque las personas con la enfermedad de Peyronie suelen presentar una curvatura del pene de al menos 30 grados, puede ser que alguien con una curvatura de 20 grados sienta más dolor y tenga más impedimentos para desarrollar el acto sexual que otro con una curvatura mayor”, señala Sarquella. “Por ello, es fundamental que, para poder determinar el tratamiento más adecuado, el especialista realice una valoración exhaustiva a nivel individual y tenga en cuenta los aspectos psicológicos relacionados con la enfermedad”, añade.
Sin embargo, para los casos más graves de Peyronie, cuando la deformidad en la curvatura del pene es de al menos 30 grados al inicio del tratamiento y la fibrosis ha dado lugar a placas de una consistencia y tamaño considerables, se aconseja optar por el tratamiento farmacológico, que se lleva a cabo mediante la inyección de una sustancia que elimina la placa de fibrosis que produce la curvatura. Tras el tratamiento quirúrgico, el paciente puede recuperar la normalidad sexual después de un mes, aproximadamente. En el caso de la terapia farmacológica, la recuperación depende de los ciclos que dure el proceso. “El tratamiento habitual con fármacos consiste en una tanda de entre 1 y 4 ciclos, teniendo en cuenta que, en cada ciclo, se administran dos inyecciones espaciadas en unos tres días y que, entre ciclo y ciclo, tienen que pasar unas 6 semanas”, indica el doctor Joaquim Sarquella.