Redacción Farmacosalud.com
El Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Mútua Terrassa (HUMT, Terrassa, en Barcelona), junto con el Servicio de Rehabilitación, han puesto en marcha una Unidad de Olfato con el objetivo de atender al volumen creciente de personas que presentan incapacidad para oler (anosmia), provocada por el COVID-19. El abordaje terapéutico de estos pacientes permite incluso que recuperen el sentido del gusto perdido (ageusia), otro de los problemas asociados a la anosmia derivada de la infección por coronavirus. “Si el tratamiento rehabilitador es efectivo, es decir, si el paciente logra mejorar, en la gran mayoría de los casos también mejora el gusto, ya que lo que conocemos como sabor de los alimentos viene dado en su mayor parte por el olfato, más específicamente por la vía olfativa retronasal”, explica el Dr. Xavier Lao, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del centro hospitalario catalán y uno de los responsables de la nueva Unidad de Olfato.
“En algunas personas con COVID-19 se afecta el gusto de forma directa, en especial sabores dulces y amargos, que también se entrenan recomendando ciertos alimentos”, señala Lao. La combinación de anosmia y ageusia incide incluso en el peso de algunos enfermos de COVID-19, quienes adelgazan porque, al no notar el sabor de la comida, ya no les apetece ingerir nada o bien comen poco.
Un 80% de afectados por anosmia asociada a COVID-19 recuperan el olfato a las 3-4 semanas
La pérdida total del olfato suele ser uno de los síntomas iniciales del COVID-19 y suele persistir meses después de su inicio, con la consecuente disminución de la calidad de vida. La nueva Unidad nace con el propósito de proporcionar un diagnóstico, tratamiento y seguimiento personalizados en el marco de un programa de rehabilitación olfatoria. En consecuencia, el Servicio de Rehabilitación del HUMT también juega un papel determinante en el abordaje terapéutico realizado.
La anosmia es uno de los síntomas del conocido como COVID-19 Persistente, o permanencia de problemas de salud asociados a la infección por el coronavirus SARS-CoV-2 tras haber pasado la fase aguda de la enfermedad. De acuerdo con los datos recogidos hasta el momento, alrededor de un 55% de los pacientes COVID sufren alteraciones del olfato. De ellos, un 80% lo recuperan totalmente en 3-4 semanas, pero un 20% siguen con problemas que van desde la anosmia (falta completa del olfato) hasta la hiposmia (déficit parcial), pasando por parosmias, disosmias, fantosmias…
Por ahora se desconoce cuántos meses puede durar la pérdida de olfato causada por el COVID-19. “En pérdidas de olfato postvirales NO COVID-19, puede existir recuperación hasta pasados dos años del comienzo de síntomas. Pero en algunos pacientes puede quedar una anosmia permanente, aún incluso con tratamiento médico y rehabilitador”, advierte el Dr. Lao. Lo que sí se sabe es que, a la hora de recuperar el olfato, los pacientes de COVID-19 Persistente presentan más dificultades que otros enfermos que han perdido su capacidad olfativa debido a otras patologías. “Los pacientes con COVID-19 presentan mayor alteración cuantitativa y cualitativa del olfato que otros pacientes, como por ejemplo aquellos que sufren de rinitis crónica o la poliposis nasosinusal”, precisa.
¿Echar de menos poder notar el hedor de los propios excrementos en la taza del wáter?
Y es que no oler bien -y sobre todo no oler nada- es desesperante para muchos de los afectados. Parece broma, pero hay pacientes de COVID-19 Persistente y con anosmia que, con el paso del tiempo, confiesan echar de menos poder notar el hedor de sus propios excrementos en la taza del wáter. Preguntado por esta cuestión, Lao sonríe en primera instancia porque, en principio, librarse de los desagradables efluvios de las heces no tiene por qué ser una mala noticia, pero acto seguido le da la vuelta -lógicamente- a su reacción inicial: “No sé si es un problema o una ventaja… es posible que al cabo de 1 mes su olfato se recupere, al menos parcialmente. Pero también podría pasar que el hedor de sus heces cambie y sea diferente al que tenía. Estaríamos hablando entonces de una recuperación anómala del olfato (disosmia, parosmia)”.
La terapia aplicada en la nueva Unidad de Olfato consiste, aparte de las indicaciones médicas pertinentes, en la realización de una serie de ejercicios orientados a reconocer nuevamente los olores. En este sentido, el paciente entrena su olfato y su memoria olfativa mediante una selección de olores, con el fin último de estimular la capacidad cerebral para identificarlos, almacenarlos y recordarlos. Una olfatometría a los cuatro meses determinará el grado de mejora alcanzado con el tratamiento. Según el Dr. Lao, “todavía es muy reciente para poder dar cifras de efectividad de esta terapia. Esperamos poder tener más datos para finales de este año, tanto de nuestro centro como de la bibliografía científica”.
Al margen de los pacientes de COVID-19, la nueva Unidad también prestará servicio a los individuos que presenten esta problemática olfativa derivada de otras patologías como las infecciones virales del sistema respiratorio superior (resfriado común, gripe, rinitis alérgica, pólipos nasales o sinusitis agudas y crónicas), enfermedades neurodegenerativas, traumatismos, y tumores cerebrales o del área de otorrinolaringología (ORL).
Tanto en estos casos como en los sujetos que han sufrido infección por COVID-19, los especialistas en otorrinolaringología y neurofisiología del nuevo servicio someten a los pacientes a una exploración completa con la voluntad de objetivar el grado de pérdida olfativa, así como la calidad del olfato para detectar los olores que no se reconocen. También se estudia si el enfermo incurre en posibles interpretaciones anómalas (alucinaciones olfativas, distorsiones de un olor o percepción de olores desagradables). “Un paciente con pérdida de olfato por COVID-19 normalmente presenta, luego de su período de anosmia, un tiempo de diferente duración para cada persona de parosmia”, remarca el otorrinolaringólogo del Hospital Universitario Mútua Terrassa. Esta parosmia puede dar lugar a dos escenarios: que olores familiares resulten desagradables, o que todo huela igual. “Eso se considera que es un signo potencial de mejoría y regeneración olfativa”, subraya el Dr. Lao.