Redacción Farmacosalud.com
Un biomarcador urinario no invasivo predice el avance de la enfermedad renal crónica (ERC), según se pone de manifiesto en ‘Science Translational Medicine’. O sea, la adición de la concentración urinaria de EGF (uEGF) a los modelos predictivos basados en edad, género, nivel basal de filtrado glomerular y albuminuria mejora la predicción de la evolución de dicha patología. “Yendo un paso más allá, sería de interés analizar, y este trabajo abre una interesante puerta en este sentido, si el EGF puede ser no solamente un biomarcador de progresión, sino una verdadera diana terapéutica en el tratamiento de la ERC”, comenta a www.farmacosalud.com el doctor Juan Navarro González, nefrólogo y director de la Unidad de Investigación del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria (Tenerife).
“La aplicación de los biomarcadores en relación a la progresión de la ERC tiene una utilidad fundamental a la hora de lograr predecir qué pacientes con ERC en los estadios más tempranos de la enfermedad son los que van a presentar un deterioro de su función renal y progresar hacia estadios más avanzados, de mayor severidad de la enfermedad. Dicho esto, también hay que decir que la búsqueda de biomarcadores no es algo nuevo, y de hecho, existen trabajos que han demostrado que diversas moléculas pueden tener utilidad desde la perspectiva de su uso como biomarcadores de progresión de la ERC”, explica el nefrólogo.
“Este biomarcador mejora el poder de predicción que ofrecen factores clásicos”
A criterio del doctor Navarro González, “el trabajo publicado en ‘Science Translational Medicine’ pone de manifiesto la utilidad del factor de crecimiento epidérmico, o EGF por sus siglas en inglés, como predictor de progresión de la enfermedad renal crónica. El hallazgo más importante es que este biomarcador, concretamente su concentración en orina, mejora significativamente el poder de predicción que ofrecen factores clásicos como edad, género, nivel basal de filtrado glomerular y albuminuria. Además, estos hallazgos fueron replicados en dos cohortes independientes de pacientes con ERC”.
En opinión del experto, “el poder conocer qué pacientes son los que presentan un mayor riesgo de progresión hacia estadios avanzados de la ERC permitiría identificar a aquellos individuos que podrían beneficiarse de un seguimiento más exhaustivo y una mayor intensidad del esfuerzo terapéutico”.
“Me gustaría indicar -añade Navarro González- que los resultados de este trabajo representan un paso más en el avance que se ha experimentado en los últimos años en el campo de la enfermedad renal crónica. Pero también es necesario constatar que no es ni mucho menos definitivo. Es necesario validar la verdadera utilidad de este biomarcador en cohortes mucho más numerosas, conocer si su utilidad es similar en todos los pacientes o, si por el contrario, sólo es así en individuos con determinadas características. Finalmente, y yendo un paso más allá, sería de interés analizar, y este trabajo abre una interesante puerta en este sentido, si el EGF puede ser no solamente un biomarcador de progresión, sino una verdadera diana terapéutica en el tratamiento de la ERC”.