Redacción Farmacosalud.com
La radiografía, la ecografía o la resonancia magnética son algunas de las técnicas de diagnóstico que permiten obtener imágenes internas de un individuo y detectar así la presencia de enfermedades, su extensión y grado de afectación, y así, poder establecer de forma precisa el mejor abordaje terapéutico. Sin embargo, pese a los avances en la resolución de las imágenes médicas, existe todavía información relevante para la toma de decisiones clínicas que no es visible al observador. La radiómica es una ciencia ómica que extrae, por medio de algoritmos computacionales, parámetros cuantitativos en las imágenes médicas para detectar y medir aquellas características inapreciables a la observación directa, llamadas ‘características radiómicas’, con el objetivo de asociarlas a estados fisiológicos concretos.
En este sentido, la Fundación Instituto Roche ha publicado el ‘Informe Anticipando: Radiómica’, elaborado por el Observatorio de Tendencias en la Medicina del Futuro. En palabras del vicepresidente de la Fundación Instituto Roche, Federico Plaza, “los avances computacionales y el amplio desarrollo digital actual posibilitan la generación de información a través de la radiómica, contribuyendo así la imagen médica al desarrollo de la Medicina Personalizada de Precisión (MPP)”.
Análisis de grandes cantidades de datos
Gracias a su capacidad de analizar grandes cantidades de datos, la nueva ciencia radiómica constituye una fuente de información muy relevante de cara a profundizar en el conocimiento de la diversidad biológica y funcional de los tejidos, la heterogeneidad de los fenómenos patológicos y sobre la evolución previsible de las enfermedades. Así lo explica el coordinador del Informe y director del Área Clínica de Imagen Médica del Hospital Universitario y Politécnico La Fe, Luis Martí-Bonmatí: “Cuando estudiamos un tumor pancreático con un TAC, además de que el radiólogo informe de su tamaño y resecabilidad, los estudios de radiómica sobre estas imágenes nos van a decir con mayor precisión si el paciente es susceptible o no de cirugía de rescate, si va a desarrollar una recidiva a corto plazo o metástasis en los próximos tres meses”.
Este tipo de información resulta inalcanzable al ojo del radiólogo, por lo que, como destaca el experto, la combinación de la lectura radiológica clásica con esta nueva información radiómica “oculta”, que nos da información para estimar eventos que le van a suceder al paciente, contribuye a una mayor precisión y personalización del manejo de los pacientes y al diseño del abordaje terapéutico más adecuado.
Esta ciencia ómica se presenta como una herramienta de apoyo en la investigación y en la práctica clínica. Según asevera el coordinador del Informe, ofrece múltiples aplicaciones en áreas como la oncología, las enfermedades reumatológicas o las neurodegenerativas. “Por ejemplo, a través de las imágenes del hígado y del tumor podemos saber si se va a desarrollar a corto plazo metástasis hepáticas. Así, permite ver cambios muy sutiles en la imagen que se relacionan con los nichos premetastásicos, incluso puede detectar alteraciones antes de que las lesiones sean evidentes macroscópicamente para el radiólogo, y eso cambia enormemente la estadificación de los pacientes”. Además, tal y como apunta el Dr. Martí-Bonmatí, “nos permite también analizar la heterogeneidad de las lesiones. Cuando miramos las lesiones, los radiólogos somos muy buenos sabiendo el tamaño, la forma y su estructura, pero no reconocemos que dentro de ellas hay agrupaciones de células que tienen características de muy diferente agresividad”.
Apoyo en la toma de decisiones
La radiómica ofrece la oportunidad de obtener una mayor cantidad de información a partir de las imágenes médicas contribuyendo al desarrollo de aplicaciones para el diagnóstico y predicción de riesgo de eventos, de soporte en la toma de decisiones y en el seguimiento de tratamientos, o incluso de diagnóstico complementario (companion diagnostic) mediante la identificación de diferentes fenotipos en los enfermos y su estratificación frente a un tratamiento. “Antes de dar un fármaco, habría que obtener una imagen del paciente para garantizar que el efecto del fármaco sea el esperado, que vaya a ser eficaz. La radiómica actúa como herramienta diagnóstica complementaria y necesaria”, remarca.
La radiómica resulta útil en la optimización de la investigación clínica, ya que puede emplearse, por ejemplo, en el re-análisis de las imágenes de los ensayos clínicos para detectar sesgos metodológicos, como puede ser una incorrecta selección de los pacientes; o emplearse a modo de herramienta predictiva de eventos clínicos como la aparición de metástasis a posteriori.
Asimismo, el facultativo precisa que puede aportar información más fidedigna que la obtenida con otros procedimientos como la biopsia, en la que la muestra de estudio es muy reducida y no siempre representa la totalidad del tejido o lesión. “La biopsia puede no ser suficiente a la hora de seleccionar a los mejores candidatos para la administración de un fármaco dirigido o muy específico porque muestree solo una parte del tumor o porque haya tumores metastásicos donde la metástasis ya no tiene la misma expresión que el tumor primario”, explica.
Pese a haber desarrollado gran parte de su potencial, esta nueva ciencia se encuentra en una fase exploratoria y de generación de evidencia, en la que es necesario abordar retos de diferente naturaleza para su traslación a la práctica clínica. Entre ellos, destacar la gran variabilidad en los procesos de normalización y análisis de características radiómicas, la falta de conocimiento sobre el potencial clínico de la radiómica como herramienta para la práctica asistencial, así como el limitado acceso a bancos de imágenes médicas y a los datos derivados de análisis radiómicos por motivos de seguridad y protección de datos. Sin embargo, el Dr. Martí-Bonmatí apunta que el principal reto es armonizar las imágenes. “Queremos que sean comparables, que podamos extraer métricas que no dependan de con qué equipo las hayamos adquirido”, indica.