Andreu Prados (www.andreuprados.com)
La microbiota intestinal (antiguamente llamada flora o microflora) se define como el conjunto de especies microbianas, mayoritariamente bacterias, presentes en el intestino. Somos diez veces más bacterias que células humanas y nuestro intestino es uno de los ecosistemas más densamente poblados de la Tierra. Actualmente sabemos que las comunidades microbianas que colonizan el intestino humano contribuyen de modo importante a las dos funciones principales del tubo digestivo: nutrición y defensa. De hecho, se les atribuyen más de 20.000 funciones relacionadas con la digestión. La microbiota intestinal se comporta como un órgano más de nuestro cuerpo. Las bacterias intestinales nos ayudan a digerir los alimentos y producen vitaminas y minerales, nos protegen de los microorganismos patógenos, participan en el desarrollo y regulación del sistema inmune e incluso afectan a la función cerebral.
Este ecosistema intestinal se empieza a modular en el periodo neonatal y está influenciado por diversos factores tales como la microbiota materna, la alimentación durante el embarazo, el tipo de parto, la dieta del neonato (lactancia materna o fórmula) y los niveles de higiene. En cuanto a la alimentación, la microbiota actúa sobre lo que comemos y al mismo tiempo lo que comemos afecta a la composición de ésta. Así, cambios en la alimentación provocan cambios en el tipo y abundancia de microorganismos presentes en nuestro intestino. Nuestra dieta occidental rica en alimentos procesados y refinados y pobre en fibra soluble (verdura, fruta, tubérculos…) ha llevado a una pérdida importante de la diversidad bacteriana intestinal. Además de la alimentación, otros factores que pueden desencadenar alteraciones o desequilibrios en la microbiota intestinal (fenómeno definido bajo el término de disbiosis) son la administración de ciertos medicamentos como los antibióticos, el estrés, la contaminación y el proceso propio del envejecimiento. El delicado equilibrio microbiano también puede verse alterado por las enfermedades gastrointestinales y también por patologías que tienen poca relación aparente con el intestino como obesidad, diabetes, enfermedad atópica, enfermedad cardiovascular, esquizofrenia o autismo.
Los probióticos se pueden proponer como una forma directa de influir sobre el perfil de poblaciones bacterianas del intestino. Según la Organización Mundial de la Salud, los probióticos se definen como “organismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, confieren beneficios para la salud del huésped”. Esta definición ha sido recientemente confirmada por la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP, del inglés International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics). En este contexto, actualmente se ha introducido el término posbiótico para referirse a sustancias producidas por los probióticos que ejercen efectos metabólicos y/o inmunomoduladores en el huésped.
Los probióticos pueden administrarse como parte de un alimento, como medicamentos y como complementos alimenticios. En el mercado español existe una amplia gama de productos que contienen probióticos, pero no todos los preparados etiquetados como probióticos son eficaces. Los efectos beneficiosos de los probióticos son específicos de cepa y de la dosis y duración empleados.
La producción científica en el campo de los probióticos cada vez es más numerosa. Para que exista evidencia de que la administración de una determinada cepa probiótica pueda pautarse como tratamiento de una determinada enfermedad, es necesario que cumpla una serie de condiciones clínicas que estén respaldadas por ensayos clínicos bien diseñados. Las áreas de aplicaciones de los probióticos que disponen de una mayor evidencia son: reversión de sintomatologías de mala digestión (por ejemplo, cuando existen síntomas de dolor e hinchazón en pacientes con síndrome del intestino irritable), reposición de la microbiota autóctona después de que haya sido alterada por diferentes causas (diarrea asociada a los antibióticos y diarrea aguda, entre otros), prevención de la mastitis durante la lactancia y prevención de la dermatitis atópica.
Una muestra evidente del uso de probióticos en la práctica clínica es la Guía Práctica sobre el uso de probióticos y prebióticos publicada por la Organización Mundial de Gastroenterología. Esta guía clínica incluye una tabla de indicaciones precisas en población pediátrica y adulta que pueden tratarse con probióticos específicos, evitando por tanto recomendaciones generalizadas sin fundamento científico.
En conclusión, la modulación de la microbiota intestinal mediante el empleo de probióticos puede mejorar o prevenir el desarrollo de ciertas enfermedades. Actualmente, la mayor evidencia científica de los probióticos está demostrada en la prevención y el tratamiento de trastornos gastrointestinales.
Bibliografía recomendada:
-Álvarez-Calatayud G, Suárez E. Microbiota autóctona, probióticos y prebióticos. Madrid: Pharma & Health Consulting; 2014.
-Araya M, Morelli L, Reid G, Sanders ME, Stanton C, Pineiro M, et al. Guidelines for the Evaluation of Probiotics in Food. En: Food, Agriculture Organization of the United Nations WHO, editors. London, Ontario, Canada: Food and Agriculture Organization of the United Nations, World Health Organization; 2002. [en línea]. Disponible en: ftp://ftp.fao.org/es/esn/food/wgreport2.pdf [consultado el 3/12/2015].
-Hill C, Guarner F, Reid G, Gibson GR, Merenstein DJ, Pot B, et al. Expert consensus document. The International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics consensus statement on the scope and appropriate use of the term probiotic. Nat Rev Gastroenterol Hepatol. 2014; 11(8):506-14.
-Prados A, Bach-Faig A. Probióticos: por qué y para qué. Revista El Farmacéutico (ediciones Mayo). 2014; 510:12-19. Disponible en: http://www.elfarmaceutico.es/index.php/nutricion/item/5136-probioticos-por-que-y-para-que#.VmCA3YR3oe6.
-Guía Práctica sobre Probióticos y Prebióticos de la Organización Mundial de Gastroenterología. 2011. Disponible en: http://www.worldgastroenterology.org/guidelines/global-guidelines/probiotics-and-prebiotics. [consultado el 3/12/2015].