Redacción Farmacosalud.com
Nuestras defensas -el sistema inmune del organismo- necesitan entrenarse para combatir con eficacia las infecciones respiratorias que van apareciendo regularmente. Y, para no perder la forma, no hay mejor entrenamiento que disputar un combate de vez en cuando ante pequeñas cantidades de patógenos. El uso generalizado de la mascarilla como método de protección frente al coronavirus SARS-CoV-2, el virus causante del COVID-19, fue una buena medida para evitar los contagios de esta y otras enfermedades, pero nuestro sistema inmune fue perdiendo capacidad de respuesta al no poder enfrentarse a ninguna de esas patologías durante un largo período de tiempo.
Así que, con la retirada del tapabocas asociada al fin de la pandemia de COVID, se ha impuesto lo que se conoce como ‘deuda inmunológica’, es decir, nuestras defensas puede que no hayan podido contrarrestar con la eficacia deseada -por estar desentrenadas- la actual ola de infecciones respiratorias. Es por ello que la Profª María Teresa Coiras, experta en Microbiología de la Universidad Europea, apuesta por no generalizar de manera indiscriminada el retorno de las mascarillas, ahora que, por decisión de Sanidad, por el momento serán obligatorias en determinados espacios sanitarios y en determinadas circunstancias.
Obligatoriedad ‘parcial’ del uso de tapabocas
El Ministerio de Sanidad de España ha establecido la obligatoriedad de los cubrebocas en hospitales y centros de salud, medida que podrá pasar a tener el estatus de recomendación en las comunidades autónomas (CCAA) que presenten un descenso de la incidencia acumulada en las dos últimas semanas de infecciones respiratorias agudas.
El periodo invernal se caracteriza por un aumento en el número de casos de enfermedades respiratorias a las que, además de la gripe y el virus respiratorio sincitial (VRS), se añade el SARS-CoV-2, que ha venido para quedarse. “Debido al uso generalizado de la mascarilla durante la pandemia de COVID-19, se ha producido una disminución de la exposición a los virus respiratorios, lo que ha podido reducir la capacidad de nuestro sistema inmunitario de responder de manera eficaz”, advierte la Profª Coiras.
El sistema inmunitario nos protege frente a las infecciones mediante un sistema de aprendizaje continuo, de ahí la importancia de la repetición de las vacunas. “Pero la respuesta inmune se establece y se afianza mediante la exposición continua a pequeñas cantidades de los patógenos que nos rodean. Es por ello que el uso continuo de la mascarilla previene las infecciones, pero también impide que el sistema inmunitario continúe aprendiendo y afianzando su respuesta. La consecuencia de todo ello puede ser que, en el momento en que dejemos de utilizar la mascarilla, nuestro sistema inmunitario no sea capaz de responder de manera eficaz, por lo que entonces padeceremos la infección de manera más virulenta. Esto es lo que se ha denominado ‘deuda inmunológica’, la que hemos tenido que pagar desde que hemos dejado de utilizar la mascarilla de manera habitual con el final de la pandemia de COVID-19”, explica la especialista.
Para evitar que haya más ‘deudas’ de esta índole, “la vuelta a la utilización generalizada de la mascarilla solamente debería ser recomendable en algunos casos: centros sanitarios y hospitales en los que haya mucha confluencia de personas con infecciones respiratorias, personal sanitario expuesto a personas enfermas, sujetos mayores de 65 años o con alguna condición que genere inmunodeficiencia (personas trasplantadas, o con enfermedades oncohematológicas en tratamiento inmunosupresor), y embarazadas”, argumenta.
Hay que saber utilizar la mascarilla más adecuada para cada circunstancia
Durante el periodo normal de circulación de los patógenos respiratorios, y siempre y cuando haya un aumento en la prevalencia de los casos, “podría ser asimismo recomendable el uso de mascarillas en sitios poco ventilados donde haya hacinamiento de personas. Pero no debería generalizarse el uso de los cubrebocas en sitios bien ventilados o por personas que no tengan enfermedades de base que afecten al sistema inmunitario”, comenta la experta de la Universidad Europea.
Por otro lado, agrega la Profª Coiras, es importante que la gente tenga conocimientos claros sobre el tipo de tapabocas que debe utilizarse en cada momento: “las mascarillas quirúrgicas presentan bajo nivel de protección y es principalmente contra la presencia de gotitas de saliva que pueden contener microorganismos causantes de infección. Las mascarillas FFP2 presentan un mayor nivel de protección porque pueden filtrar hasta el 90% del aire que respiramos. Estas mascarillas serían más recomendables para las personas con algún tipo de inmunodeficiencia, como las indicadas anteriormente. Las FFP3 solamente son aconsejables en individuos con infección respiratoria aguda, para evitar que pueda contagiar a otras personas”.
Además, es importante aprender a ajustarnos bien el tapabocas, de manera que nos cubra la nariz y la boca, “tanto si el objetivo de la mascarilla es protegernos a nosotros, como proteger a otros ciudadanos de la infección respiratoria que podamos estar padeciendo”, concluye la microbióloga.