Redacción Farmacosalud.com
Favorecer el agravamiento de los daños que se pretenden mitigar… si bien los novios actúan de buena fe regalando a los invitados a su boda packs de medicamentos para combatir los excesos gastronómicos y alcohólicos asociados a este tipo de celebraciones, lo que puede ocurrir es que, sin querer, estén fomentando ‘atracones’ de comida y cuadros de embriaguez, tal y como viene a decir Carlos Barreda, coordinador del Grupo de Comunicación de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP): “En cierto sentido, la falsa creencia de contar con medidas para paliar estos efectos indeseables, sí que puede motivar a no adoptar medidas preventivas, por lo que, además, se favorece la desmesura en lugar de apelar a la moderación en la bebida y la comida”.
“La solución, definitivamente, no es combatir las consecuencias de los excesos con medicamentos. No sólo porque probablemente no resuelvan el problema, sino porque, además del riesgo del propio comportamiento excesivo, sumamos el riesgo de las reacciones adversas que acompañan al fármaco”, advierte Barreda en declaraciones a www.farmacosalud.com.
Una práctica que fomenta la banalización de la medicina
Y es que, a las bolsas de arroz o pétalos para celebrar la salida de los novios, los kits de ‘emergencia’ con tiritas y sprays para rozaduras o los tradicionales detalles con los que se obsequia a los invitados a una boda, en los últimos años se ha sumado como tendencia la entrega a los asistentes a los enlaces de conjuntos que suelen contener medicamentos para la acidez de estómago (Almax® u omeprazol), el dolor de cabeza (ibuprofeno o paracetamol), e incluso fármacos para el alivio de náuseas y vómitos como la domperidona.
Para el experto, esta nueva moda no deja de ser también una banalización de la medicina, ya que “es una manera arriesgada de simplificar los problemas de salud” y de generar -respecto a los medicamentos- una “creencia incorrecta en relación a su efectividad”. Asimismo, realizar ese tipo de obsequios es, por encima de todo, una forma de “generar una falsa seguridad” entre sus usuarios, señala el coordinador del Grupo de Comunicación de SEFAP.
Son fármacos, y por tanto pueden producir efectos secundarios
Los medicamentos se deben utilizar siempre en función de las necesidades del paciente. Es muy importante recordar que no son productos de aseo, sino sustancias que actúan en el organismo desencadenando reacciones químicas con el objetivo de mejorar el estado de salud. Ahora bien, no hay medicamento que no pueda producir efectos secundarios. Además, su acción depende de muchos factores intrínsecos del paciente, de modo que lo que es beneficioso para una persona pueden causar daño en otra.
“Las reacciones adversas más frecuentes son las alergias, pero hay más -asevera Barreda-. El ibuprofeno puede generar problemas cardiovasculares o hipertensión. Domperidona es un medicamento bajo alerta de la Agencia del Medicamento por su riesgo de empeorar o producir arritmias”. De hecho, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) avisó de un aumento del riesgo de trastornos del ritmo cardiaco con la utilización de domperidona, especialmente en personas mayores de 60 años, en aquellos que toman altas dosis del medicamento y en aquellos que toman simultáneamente otros medicamentos que afectan al ritmo cardiaco como, por ejemplo, antiarrítmicos como la amiodarona o la flecainida, antibióticos como el ciprofloxacino, el levofloxacino, la azitromicina o la eritromicina; antidepresivos como el citalopram e, incluso, fármacos tan utilizados como la furosemida.
Según Diana Viñuela Álvarez, miembro de SEFAP y farmacéutica de Atención Primaria (AP) del Área de Salud de Segovia, “existe en general poca conciencia sobre los riesgos” que conlleva la utilización de medicamentos como los antiinflamatorios o los protectores gástricos. En el caso concreto de los antinflamatorios no esteroideos (AINE) como el ibuprofeno o la aspirina, su utilización indiscriminada, sin el control de un profesional sanitario, “puede ocasionar efectos adversos graves como hemorragias digestivas”, destaca Viñuela. En el caso de los protectores gástricos, el uso de los mismos durante periodos largos de tiempo se relaciona, entre otros efectos, con un mayor peligro de sufrir fracturas, una mayor frecuencia de infecciones y una disminución en la absorción de nutrientes como el hierro o la vitamina B12.
El riesgo gastrointestinal, cardiovascular y renal asociado a la utilización de AINEs ha dado lugar a numerosas advertencias de seguridad por parte de las agencias reguladoras de medicamentos. Además, estos fármacos pueden ocasionar otros problemas de seguridad como hepatotoxicidad, reacciones de hipersensibilidad graves y aumento de la presión arterial por retención de agua y sodio. En este sentido, sostienen los expertos de SEFAP, es importante tener en cuenta que tanto los beneficios como los riesgos asociados a la utilización de este tipo de antiinflamatorios derivan de su mecanismo de acción, tanto si se toman de forma crónica como si se toman puntualmente.
Si bien los ancianos y la mayor parte de los pacientes crónicos suelen ser muy sensibles a los efectos de los medicamentos, hay sectores de población que también pueden mostrar ese tipo de vulnerabilidad, como son los niños y mujeres embarazadas (aunque éstas suelen estar muy concienciadas), “sin dejar de descartar que cualquier persona puede desarrollar una alergia a alguno de los principios activos”, enfatiza Barreda.
Riesgo de interacciones entre fármacos
“Además, como todos los medicamentos, los fármacos suministrados en los kits pueden generar interacciones. En el caso de los antiácidos disminuyen la absorción, y fármacos como el omeprazol pueden disminuir la eficacia de medicamentos para el infarto (clopidogrel). Hay una interacción muy importante entre dos tipos de antihipertensivos y un antiinflamatorio como el ibuprofeno que puede desencadenar un fallo renal. Situación que se agrava con la edad, deshidratación o consumo de alcohol, que son escenarios que se pueden reproducir en un evento así (una boda). Aparte de esta utilización inadecuada de los fármacos, nos preocupa la tendencia en auge de medicalizar cualquier condición indeseable en la que se encuentre un individuo”, apunta Barreda.
Por su parte, Viñuela recuerda que las reacciones adversas derivadas de la utilización de medicamentos son una causa importante de ingresos hospitalarios: “Una de estas reacciones es la insuficiencia renal aguda, para la que existen evidencias que indican que la utilización simultánea de un antihipertensivo del grupo de los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o un antagonista de los receptores de la angiotensina (ARA II), un diurético y un AINE, aumenta el riesgo de fracaso renal agudo”, afirma. Esta triple combinación, conocida como ‘Triple Whammy’ o ‘triple golpe’ debido a los tres golpes simultáneos que se producen a nivel renal es, según la farmacéutica de AP, “especialmente relevante no solo por su gravedad, sino también porque puede pasar desapercibida, ya que es muy frecuente que un paciente hipertenso o con alguna patología cardiaca esté en tratamiento con un IECA o un ARA II asociado a un diurético y, ante un dolor moderado, se tome un AINE”.
“En general, en eventos como las bodas, la población considera que tomar una pastilla para la acidez o el dolor de cabeza no va a producir ningún efecto dañino y sí un beneficio a corto plazo. Esta idea, sin embargo, hay que intentar erradicarla del imaginario colectivo porque los invitados no son conscientes de las posibles interacciones que la ingesta de estos fármacos puede producir con otros medicamentos que puedan estar tomando asiduamente”, añade Magdalena Sofía Villalón Mir, miembro de SEFAP y farmacéutica de Atención Primaria del Área Sanitaria Norte de Córdoba.
Un mal ejemplo para los niños
Otro de los problemas vinculados a la moda de regalar medicamentos a los asistentes a un enlace nupcial es el efecto que dicha práctica puede tener en los niños. Por ejemplo… ¿cuando esos menores ven esos obsequios, no es una forma de incitarles a la automedicación cuando sean adultos? Barreda contesta lo siguiente: “Igual que es importante crear conciencia en los niños en relación a la alimentación adecuada, la práctica de ejercicio físico, el respeto y convivencia con otros niños y el cuidado del medio ambiente, se debería educar e informar sobre la peligrosidad de los medicamentos. Desde luego, equiparar un fármaco a un ‘obsequio’ implica retirar la etiqueta de producto vedado que sólo se puede utilizar bajo la supervisión de un médico o farmacéutico. Esa ligereza podría contribuir a que los niños manejen los medicamentos en casa, con el riesgo que eso conlleva”.
Llegados a este punto, quién sabe si algún día se pondrá de moda facilitar remedios pseudoterapéuticos o pseudocientíficos a los invitados a una boda. “Desde la SEFAP como sociedad científica -afirma Barreda-, siempre condenaremos la utilización de la pseudoterapia. Igualmente, debemos alertar sobre la utilización de fármacos no indicados y también sobre aquellas recomendaciones que no disponen de un aval científico. Si se distribuyen kits de ‘supervivencia’, deberían venir provistos de información y no de medicamentos o productos pseudocientíficos”.