Dr. Francisco Pita / Redacción Farmacosalud.com
Los tumores digestivos son aquellos que se forman en el aparato digestivo, correspondiendo por tanto al tubo digestivo (esófago, estómago, intestino delgado, intestino grueso o colon y recto) y área hepatobiliopancreática (hígado, vesícula y conductos biliares y páncreas), si bien los de la boca y faringe se agrupan en los tumores ‘de cabeza y cuello’. Los tumores pueden ser benignos o malignos. Uno maligno es un cáncer. “Por tanto, hablamos de cáncer de esófago, de estómago, de colon, de páncreas… que, si bien tienen algunos aspectos comunes, en muchos de los casos los planteamientos y tratamientos son totalmente distintos. Es un grupo bastante heterogéneo y con una importancia relativa de cada órgano que hace que haya equipos multidisciplinares para cánceres esófago-gástricos, colorrectales y biliopancreáticos”, detalla el Dr. Francisco Pita Gutiérrez, miembro del Comité Gestor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Lógicamente, la nutrición en pacientes con tumores digestivos es más complicada que en otros tipos de cáncer. De hecho, los tumores digestivos, al asentarse en el complejo que se ocupa de digerir, no permiten realizar adecuadamente una de las principales funciones de dicho complejo: la nutrición a través de la alimentación. Los alimentos contienen nutrientes que se absorben tras el proceso de digestión y que luego se emplean para obtener energía, regular las incontables reacciones bioquímicas y procesos en el organismo, y construir y reparar tejidos. De este modo, los pacientes con tumores digestivos tienen más riesgo de desnutrición por el propio tumor que otros tipos de cánceres.
Detectar riesgo de desnutrición, o la presencia de desnutrición, mediante métodos de cribado
La incidencia de desnutrición en pacientes oncológicos puede estar entre un 40% y un 80%, dependiendo del tipo de tumor. En pacientes con tumores sólidos gastrointestinales se presenta una mayor prevalencia de pérdida de peso (…), evidenciándose que el 60% de la población cursa con desnutrición[1]. Desde el punto de vista de la Nutrición Clínica, “lo principal es detectar a los pacientes en riesgo de desnutrición o con desnutrición, mediante los métodos de cribado. Todos estos pacientes se benefician de un consejo dietético especializado, impartido por profesionales dedicados a la Nutrición Clínica (médicos, enfermeras, dietistas-nutricionistas…). La adaptación de la dieta a las necesidades y situación del paciente es primordial para conseguir un buen estado nutricional”, explica el Dr. Pita.
Si con estas modificaciones dietéticas no se consiguiese el objetivo, se pueden emplear suplementos nutricionales orales para ayudar a alcanzar los requerimientos nutricionales. Aun así, en muchas ocasiones, y por otro tipo de circunstancias como localización del cáncer o tratamiento que se vaya a recibir, es necesario administrar tratamiento nutricional mediante una sonda que ayude a infundir los preparados de nutrición en el estómago o en el intestino, lo que se denomina ‘nutrición enteral’. Y, en algunos casos, hay que llegar a administrar nutrición por la vena, la denominada ‘nutrición parenteral’.
Varios métodos diagnósticos
La calidad de vida en los pacientes con cáncer está asociada al estado nutricional. Es fundamental realizar un diagnóstico nutricional y adecuar el soporte nutricional desde el mismo momento del diagnóstico del proceso tumoral[2]. En el caso de los cánceres digestivos, este tipo de diagnóstico debe hacerse de la siguiente forma:
• Integrando los síntomas que cuenta el paciente (disfagia o problemas para tragar, poco apetito o anorexia, diarrea, pérdida involuntaria de peso)
• Con una exploración física al menos básica (talla, peso y cálculo del índice de masa corporal y del porcentaje de pérdida de peso)
• Un análisis de laboratorio y en ocasiones otras pruebas como pruebas de imagen de composición corporal o funcionales, como se refleja en la tabla I, modificada de [2].
“Una estrategia sencilla y eficiente que ayudaría y simplificaría todo este procedimiento sería realizar en la consulta del médico de Atención Primaria o de Oncología un cribado nutricional con una herramienta validada o un test, y en función del resultado, remitir a un médico especialista en Endocrinología y Nutrición para realizar la valoración nutricional completa, determinar el diagnóstico e iniciar el tratamiento nutricional adecuado”, establece el miembro de SEEN.
“No hay evidencia de que la alimentación pueda frenar o enlentecer estos cánceres”
La nutrición y el tratamiento nutricional en el paciente oncológico tienen como finalidad mejorar la calidad de vida y mantener o mejorar el estado nutricional para permitir al paciente estar en condiciones de recibir el tratamiento oncológico que precise (bien sea cirugía, quimioterapia o radioterapia). Según Pita, “no hay evidencia como para poder decir que la alimentación puede frenar o enlentecer la progresión de estos cánceres (digestivos); a día de hoy, este papel lo tienen los tratamientos médicos oncológicos como la quimioterapia o radioterapia, ambas supervisadas por un médico especialista en Oncología. Pensar, hoy en día, que un cáncer se puede curar exclusivamente con alimentación refleja un grave desconocimiento de la medicina y de la ciencia... ninguna persona debería ser engañada de este modo”.
“Sí que hay algo más de evidencia sobre el papel protector de las frutas, verduras, legumbres y cereales integrales en la aparición del cáncer en el aparato digestivo, así como el abuso de carne roja y procesada y la obesidad como factores de riesgo de aparición de cáncer de colon. Pero estamos hablando de una alimentación mantenida a lo largo de los años”, señala. Por eso es tan importante una alimentación saludable en la infancia, adolescencia y juventud. Una vez que el cáncer está establecido, hay que administrar el tratamiento adecuado, manteniendo una alimentación lo más saludable posible.
“De todos modos -remarca el Dr. Pita-, hay tratamientos nutricionales que han demostrado ser, en los pacientes con cáncer, eficaces a nivel de resultados, como el de acortar el tiempo de estancia hospitalaria o disminuir el riesgo de infección después de la intervención quirúrgica. Es lo que se conoce como ‘inmunonutrición’, que debería intentar realizarse en todos aquellos pacientes que sean candidatos a recibirla, con el fin de intentar mejorar los resultados de la cirugía”.
La localización del cáncer influye en la forma de presentación de los alimentos
En cuanto a la alimentación que debe recibir una persona afectada de un tumor digestivo, cabe destacar que la localización del cáncer va a influir en la forma de presentación del producto alimenticio, en tanto que muchos pacientes que padezcan un cáncer de esófago o de estómago van a tener problemas para tragar o digerir los alimentos, por lo que precisarán que éstos sean en forma líquida o de puré. Con todo, en general, “el consejo común es realizar varias ingestas a lo largo del día (5, 6 o más), intentando que los alimentos tengan alta densidad calórica y adecuado valor nutricional. Un ejemplo son los batidos de frutas con lácteos, los purés enriquecidos con aceite o leche… hay que evitar las sopas muy diluidas o los caldos limpios porque sacian pero aportan pocos nutrientes. Además, dependiendo del tipo de tratamiento que se reciba, el paciente puede presentar sabor metálico, poca saliva… se pueden realizar distintas intervenciones en cada caso para facilitar la alimentación y nutrición de esa persona”.
En pacientes con tumores digestivos, siempre que sea posible debe optarse por la vía digestiva y dieta oral porque de esa manera se mantiene la función del aparato digestivo. El intestino es el único órgano que se nutre cuando los alimentos digeridos se absorben a través de él mismo; de ahí la importancia de la dieta oral y nutrición enteral.
“Se prefiere la dieta oral por sus múltiples beneficios a nivel psicológico, social y fisiológico. Pero no deben dejar de emplearse preparados de nutrición enteral por boca (suplementos nutricionales) o por sonda (nutrición enteral) si el paciente no alcanza unos determinados requerimientos nutricionales, y siempre y cuando ese paciente esté recibiendo tratamientos y no esté en una fase de cuidados de confort, donde debe primar la tranquilidad y calidad de vida”, sostiene el experto. “En esta fase la nutrición enteral o parenteral puede ser un tratamiento desproporcionado o demasiado agresivo, con unos efectos secundarios o posibles complicaciones que no vale la pena asumir”, porque lo que se busca es que el paciente tenga una aceptable calidad de vida en su etapa final, valora Pita.
Hay que optar por la alimentación vía sonda cuando el paciente esté recibiendo tratamiento oncológico y no alcance los requerimientos nutricionales ‘objetivo’ o no mantenga un buen estado nutricional con dieta oral y suplementos nutricionales orales. También puede ser necesaria en algunos pacientes con tumores que no permitan una alimentación oral completa por su localización en el aparato digestivo, y sea indipensable administrar la nutrición y el agua mediante una sonda, bien en el estómago o bien en el intestino.
El consumo elevado de lácteos y leche se asocia con menor riesgo de cáncer colorrectal
Por último, el endocrinólogo hace especial hincapié en un trabajo[3] realizado por un grupo de investigadores del Hospital de San Joan de Reus y la Universidad Rovira i Virgili de Reus (Tarragona) y publicado hace unos meses, en el que, tras analizar 29 estudios con más de 22.000 pacientes, se llegaba a la conclusión de que el consumo elevado de productos lácteos y leche entera se asocia con menor riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
A juicio del facultativo, estos resultados tienen una gran relevancia: “Me parece que son muy importantes porque hay mucha gente que piensa, o le han dicho, o ha leído en alguna fuente de información, que los lácteos son un alimento malo y peligroso, y que no deben tomarse porque producen cáncer. Es muy importante recibir la información de las fuentes adecuadas, porque una mala información puede producir problemas de salud y desnutrición, más aún en pacientes con tumores digestivos. De ahí la importancia de acudir al médico y no a personas que imparten terapias o pseudociencias que, según dicen esas mismas personas, curan y previenen el cáncer con remedios ‘naturales’”.
Referencias
1. Tenorio Jiménez C, Gutiérrez Alcántara C, Arraiza Irigoyen C, Martínez Ramírez MJ. Soporte nutricional en cáncer gastroesofágico. Nutr Clin Med 2015; IX 2): 157-172 DOI: 10.7400/NCM.2015.09.2.5028 Difusión online: http://www.aulamedica.es/nutricionclinicamedicina/pdf/5028.pdf
2. Varila, MA, Restrepo MA, Pinzón Espitia OL, et al. Estado Nutricional de pacientes con neoplasias del tracto intestinal. Nutr. clín. diet. hosp. 2017; 37(2):139-146 DOI: 10.12873/372varila. Difusión online: https://revista.nutricion.org/PDF/VARILA.pdf
3. Barrubés L, Babio N, Becerra-Tomás N, Rosique-Esteban N, Salas-Salvadó J. Adv Nutr. 2019 May 1;10(suppl_2):S190-S211. doi: 10.1093/advances/nmy114. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31089733