Artículo del Dr. Fernando Gómez Peralta (SED)
Bajo el nombre de diabetes mellitus englobamos múltiples enfermedades caracterizadas principalmente por un control inadecuado del metabolismo hidrocarbonado. Se trata en su mayoría de enfermedades con curso crónico en las que la alteración en la gestión de los macronutrientes y otros fenómenos asociados (inflamación, estado protrombótico…) pueden causar complicaciones en cualquier órgano, si bien las más frecuentes e invalidantes son las cardiovasculares. La diabetes es una de las causas de morbimortalidad más importante y creciente en el mundo.
La heterogeneidad y complejidad fisiopatológica de la diabetes hace impensable un tratamiento único y sencillo. Además del imprescindible y sostenido abordaje mediante medidas de estilo de vida, casi desde el diagnóstico el tratamiento farmacológico es actualmente multifactorial.
El tipo de diabetes más frecuente es la diabetes tipo 2, que podría corresponder a un 90% de los casos de diabetes. Sin embargo, bajo este diagnóstico es evidente que se incluyen casos con una base genética, fisiopatología y comportamiento clínicos muy diferentes. Asimismo, el momento de la historia natural de la enfermedad en el que se encuentra cada paciente demanda medidas diferentes. Por último, pero en absoluto menos importante, las características individuales y preferencias influyen enormemente en la potencial eficacia y seguridad de cada opción terapéutica.
En las últimas décadas el tratamiento farmacológico de la DM ha incorporado interesantísimas nuevas opciones, tanto por las modificaciones de clases terapéuticas ya conocidas (nuevas insulinas, sulfonilureas…), como por la aparición de familias de fármacos con mecanismos de acción nuevos. Ya se han comercializado en España fármacos de tipo incretina, tanto orales como inyectables, que aportan mejoras notables del perfil metabólico, acompañadas de reducción de peso y ausencia de riesgo de hipoglucemia. Una nueva familia, los inhibidores de SGLT2, se han unido más recientemente. También consiguen notables reducciones de los niveles de glucosa con el valor añadido de reducción de peso, tensión arterial y riesgo de hipoglucemia. Ambas clases utilizan mecanismos y dianas terapéuticas completamente nuevas respecto a los tratamientos utilizados en las últimas décadas.
En el futuro cercano, fármacos con acción antiinflamatoria o con dianas fisiopatológicamente distintas a las actuales están por llegar.
Es deseable seguir avanzando para conseguir tratamientos farmacológicos que ofrezcan soluciones sostenibles a largo plazo y adaptables a las circunstancias y preferencias individuales de los pacientes con diabetes.