Redacción Farmacosalud.com
De acuerdo con la Dra. Raquel Sánchez del Valle, coordinadora de la Unidad de Alzheimer y Otros Trastornos Cognitivos del Servicio de Neurología del Hospital Clínic (Barcelona), un estudio internacional[1] publicado en ‘Nature’ revela que los niveles en suero sanguíneo de los neurofilamentos son útiles a la hora de predecir la neurodegeneración en sujetos con riesgo de padecer Alzheimer genético. Esta prueba tiene, además, todos los números para incorporarse como marcador de progresión de la enfermedad en los ensayos clínicos -como el que se está llevando a cabo en el Hospital Clínic- que tratan de detener la aparición del Alzheimer en personas que aún no presentan síntomas de esta afección neurológica, pero sí tienen la mutación genética que les convertirá con toda seguridad en pacientes de Alzheimer.
Según la experta, el estudio internacional ‘Serum neurofilament dynamics predicts neurodegeneration and clinical progression in presymptomatic Alzheimer’s disease’ se ha centrado en una cohorte de personas que presentan mutaciones en determinados genes (un gen es APP y el otro es PSEN1 o PSEN2) asociadas al Alzheimer. Estos individuos suponen un 1% de los pacientes que sufren la enfermedad. En este trabajo no se han llevado a cabo predicciones individuales, sino que se han evaluado las diferencias grupales entre los sujetos que presentan la mutación del gen y los familiares de éstos que no la presentan.
Así, cuando se han analizado los índices en suero de los portadores de la mutación y los han comparado con los índices de los no portadores en un momento concreto, se han podido obtener unos resultados “significativamente diferentes 6 años antes de que los sujetos portadores desarrollen los síntomas”, detalla Sánchez del Valle.
Por otro lado, se ha visto que los niveles de neurofilamentos van elevándose a medida que el sujeto se aproxima a la aparición de los síntomas, de forma que si que lo que se evalúa no es la diferencia en un momento concreto entre portadores y no portadores, sino la diferencia de cómo cambian estos niveles en un período de dos años, se ve que en los portadores de la mutación hay una aceleración del aumento de los neurofilamentos en esos dos años, pudiéndose encontrar “diferencias significativas a nivel grupal entre portadores y no portadores unos 16 años antes de que los portadores presenten los síntomas de la afección”, afirma la especialista. En resumen, 6 años antes hay una diferencia grupal si los investigadores se centran en un momento concreto, mientras que el período de 16 años de antelación se observa si, en vez de centrarse en un único punto, se estudia cómo cambian los neurofilamentos a lo largo de dos años.
Aún se desconoce la utilidad de la prueba como cribado en la población general
A juicio de la Dra. Sánchez del Valle, ‘Serum neurofilament dynamics predicts neurodegeneration and clinical progression in presymptomatic Alzheimer’s disease’ no indica si este test puede ser útil en la práctica clínica habitual: “Si bien este estudio de neurofilamentos en sangre es muy interesante, necesitamos otras investigaciones que permitan saber si esta prueba puede utilizarse para los cribados de detección de Alzheimer en la población general (y no únicamente en las personas que presentan la mutación genética asociada a esta enfermedad)”. Hoy en día ya existen pruebas de líquido cefalorraquídeo y de neuroimagen que sirven para predecir en sujetos no portadores de la mutación la posibilidad de desarrollar la enfermedad, pero no existen en base al suero sanguíneo, es decir, en base a los niveles en suero de los neurofilamentos.
Actualmente, el Hospital Clínic es el escenario de un ensayo farmacológico en el que participan 12 individuos que no presentan síntomas de Alzheimer pero que sí tienen la predisposición genética a desarrollar la patología. Lo que se intenta aquí es tratar de detener el proceso de neurodegeneración o al menos retrasar su comienzo, incluso 15 años antes de su probable aparición. Para determinar la edad prevista de aparición de los síntomas, se toma como referencia la edad a la que aparecieron los signos de Alzheimer en el precursor o familiar afecto de la persona estudiada. Por ejemplo, si en la madre aparecieron a los 45 años de edad, se calcula que el hijo portador de la mutación podría presentar los síntomas a una edad similar a los 45, por lo que podría empezar a someterse a las terapias experimentales a los 30 años.
Con el marcador en suero es más fácil monitorizar el efecto farmacológico
De todo ello se deduce que el nuevo estudio es relevante, sobre todo, por su potencial incorporación a los ensayos clínicos que se centran en una cohorte muy concreta de personas, los portadores de la mutación genética del Alzheimer. La determinación de los niveles en suero de neurofilamentos serviría como marcador de la progresión de la enfermedad, es decir, se usaría para monitorizar si realmente se sigue produciendo neurodegeneración en estos sujetos de riesgo. Al mismo tiempo, permitiría evaluar si los “fármacos que estamos dando pueden parar el proceso de neurodegeneración… dado que esas personas todavía no tienen síntomas, no podemos saber si empeoran o mejoran porque clínicamente están bien y aún no presentan problemas cognitivos… necesitamos marcadores como estos para saber con certeza si los fármacos están modificando la evolución del Alzheimer”, comenta. Los resultados de este ensayo clínico se publicarán probablemente en 2020.
“El problema es que, hasta ahora, los marcadores eran de imagen (tomografía por emisión de positrones), o basados en el líquido cefalorraquídeo. En los marcadores en líquido, por ejemplo, hay que hacer una punción lumbar. Con el marcador en suero es más fácil monitorizar el efecto -saber si el sujeto está presentando una progresión de la neurodegeneración, o bien si con las terapias se ha estabilizado-, y eso es lo importante del nuevo estudio publicado”, establece la coordinadora de la Unidad de Alzheimer.
La novedosa prueba parte de la cadena ligera del neurofilamento, una proteína estructural que forma parte del esqueleto interno de las neuronas. Cuando las neuronas del cerebro se dañan o mueren, la proteína se filtra hacia el líquido cefalorraquídeo que baña el cerebro y la médula espinal y, desde allí, al torrente sanguíneo. Se trata de una prueba totalmente inespecífica -o sea, no es específica del Alzheimer- y lo cierto es que este marcador está aumentado no solamente en otras enfermedades neurodegenerativas como la esclerosis lateral amiotrófica, sino que también lo está en dolencias no neurodegenerativas, como los traumatismos craneoencefálicos importantes.
Referencias
1. Preische O., Schultz S.A., Apel A. et al. ‘Serum neurofilament dynamics predicts neurodegeneration and clinical progression in presymptomatic Alzheimer’s disease’. Nature Medicine. 2019. https://www.nature.com/articles/s41591-018-0304-3