Redacción Farmacosalud.com
Se acercan las navidades y pensar que estas fechas son siempre una garantía de felicidad para los niños probablemente sea una clara muestra de exceso de confianza. Dar por sentado que la simple cercanía del pesebre, Papa Noel, y Melchor, Gaspar y Baltasar será más que suficiente para transportar a los más ‘peques’ hasta una especie de mundo ideal se perfila, además, como una estrategia muy comodona. Sobre todo, si se tiene en cuenta el papel importante que juegan los adultos -progenitores, familiares, etc- durante estas fiestas, en tanto que tienen muchas de las llaves que permiten dejar entrar en casa al espíritu de la Navidad... aunque también pueden usarlas para impedirle el paso. Por ejemplo, aquellos padres divorciados que se relacionan entre ellos de manera hostil podrían estar favoreciendo que sus hijos lleguen a vivir una Navidad infernal, tal y como destaca Júlia Pascual, psicóloga y directora del Centro de Terapia Breve Estratégica Barcelona: “Si el patrón de relación que mantienen entre los dos (progenitores) es de división, de lucha, de comparación, y de elección de bando, de síndrome de alienación parental, el hijo estará sufriendo psicológicamente, puesto que le están partiendo el corazón”.
“La Navidad en sí misma no es incómoda para la infancia, pero si los adultos no la simplificamos y por el contrario tendemos a alargar más las comidas, y hay más regalos, más luces, más alcohol, más música, más, más, más… la acabaremos convirtiendo en algo tremendamente tóxico”, advierte la experta. El summum de los excesos navideños es la posibilidad de que en pleno ágape de Nochebuena se produzca una disputa familiar. En este caso, Pascual recomienda intentar “parar la situación por el bien de los niños”, y si eso no fuera posible, apuesta por apartarlos de la desagradable escena con la idea de que, con posterioridad, se encuentren momentos “para hablar con ellos de lo sucedido”. La conversación también será obligada en caso de que un menor observe, atónito, a un indigente pidiendo limosna en plena jornada de Reyes. Aunque “lo más importante es no dar la espalda a esa realidad”, la concienciación sobre la pobreza debe realizarse de manera progresiva, sin saturar a los niños de información, explica la psicóloga. “‘Hay que darles la verdad, pero no toda la verdad’”, agrega.
-¿De verdad los niños viven la Navidad como algo especial, algo que les alegra?
Sí, pero depende de la familia. La Navidad es una época de rituales, de tradiciones familiares, tanto para experimentarla como algo mágico o como algo odioso. Cada uno es libre de decidir cómo quiere vivir la Navidad, pero, en gran parte, cuando somos pequeños, la adquisición, el aprendizaje y la práctica de estos rituales depende de nuestros progenitores. Suele, además, ser una época del año en la que los niños son los protagonistas; los cuentos, las historias y esos rituales suelen incluirles y la responsabilidad de llevarlas a cabo, les encanta. A todos nos gusta sentirnos útiles, pero ese sentimiento empieza a experimentarse a una edad temprana y cuando comienza, es muy motivador. Poner el Belén todos juntos, poner el árbol, juntarse toda la familia para comer…forman parte de estas tradiciones que pueden fomentar la percepción de magia navideña.
-¿Los hijos de progenitores divorciados viven estas fiestas igual que los hijos de parejas estables o casadas?
Es importante tener en cuenta qué clase de Navidad vivían todos juntos cuando no estaban divorciados. La percepción de las fiestas navideñas influye manteniéndose o cambiando gracias a esos rituales y tradiciones. Si perduran, difícilmente la percepción cambiará, pero si se dejan de hacer, es posible que se modifique, aunque no necesariamente signifique vivir una experiencia negativa. Los rituales pueden cambiar, sea porque uno de los progenitores ya no está, o bien porque se han introducido rituales nuevos. El hándicap está en el patrón de relación que ofrezcan los progenitores hacia sus hijos, pero la Navidad no tiene por qué verse afectada en gran manera comparada con el resto del año. Es decir, si el patrón de relación que mantienen entre los dos es de división, de lucha, de comparación, y de elección de bando, de síndrome de alienación parental, el hijo estará sufriendo psicológicamente, puesto que le están partiendo el corazón... Seguramente no sólo se vea afectada la Navidad.
-Si un niño sufre un trastorno psicológico, ¿cuál es el tipo de trastorno que más se puede agravar durante las fiestas navideñas?
Si se regalan Ipad’s, smartphones, videojuegos y juegos demasiado estimulantes (con ruidos, colores, etc.) estaremos disminuyendo la atención de los niños y generándoles estrés. Cambiándoles la relación con su entorno con estos regalos puede favorecer el etiquetaje del trastorno por Défícit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o Trastornos del Espectro Autista (TEA), o propiciar o agravar la fobia social.
Por otro lado, se agrava el trastorno de control de impulsos en los niños, como podría ser con la compra compulsiva, o adicción a internet o a la tableta. También es una época difícil para todos aquellos que sufren de trastornos alimenticios. Y, de igual manera que ocurre con los adultos, la melancolía y la tristeza pueden aparecer o incrementarse durante estas fechas, sobre todo si están pasando un duelo por la pérdida de algún ser querido.
-Mucha gente quiere ir a sitios donde no exista prácticamente la Navidad[1]. ¿Se ha encontrado o conoce algún caso parecido de un paciente pediátrico?
Me he encontrado estos casos en los adultos, pero no en niños. En la mayoría de los casos era porque estaban en un proceso de duelo. Los duelos duelen más en Navidad que en otras épocas del año.
-¿El móvil (engancharse a él todo el día) también puede ser una herramienta de evasión para un niño que se encuentre incómodo con la Navidad?
La Navidad en sí misma no es incómoda para la infancia, pero si los adultos no la simplificamos y por el contrario tendemos a alargar más las comidas, y hay más regalos, más luces, más alcohol, más música, más, más, más… la acabaremos convirtiendo en algo tremendamente tóxico. Frente a este panorama, los niños se empiezan a portar mal, a llamar la atención y a incomodarnos las sobremesas. ¿Y qué hacemos los adultos? Les damos un móvil. Los evadimos nosotros... y no de la Navidad, de la realidad. ¡El regalo del móvil no es para ellos, es para nosotros!
El mejor medio para averiguar si un niño no está bien es preguntárselo. Los padres deben de aprender a comunicarse con sus hijos. Debemos hacernos expertos en preguntar y hacerles a ellos expertos en reflexionar. Esconderse tras una pantalla puede significar muchas cosas, pero en lo que se refiere a incomodidad, debemos cerciorarnos sobre qué aspecto de la Navidad se sienten incómodos: regalos, familiares, visitas obligadas, comidas eternas en mesas de adultos, etc. La comunicación con nuestros hijos es esencial para evitar que recurran a la evasión, el silencio y la frustración.
-A un menor no le traen aquel regalo que más desea… o no le traen todos los regalos solicitados… ¿Cómo se gestiona eso?
Ha de ser así y nos tenemos que adelantar a ello, ayudándoles a elegir juguetes apropiados, prohibiendo pedir otros y limitando de formas más o menos creativas, pero intentando no alejarnos demasiado de lo real. Podemos decir que a Papa Noel no le caben tantos regalos o podemos decir que él sabe que no vas a poder disfrutar de tantos juguetes y es mejor reservarse.
- ¿Y cómo se gestiona que un niño reciba demasiados regalos?
Lo ideal sería adelantarnos a la situación y que no reciba muchos; con los niños siempre menos es más. Pero si sucede que nos hemos dejado llevar por el espíritu ‘navideño’ y nos encontramos con demasiados juguetes, algunos no apropiados para su edad y otros que directamente no concuerdan con nuestros ideales (por ejemplo, un ipad o una pistola de juguete), los padres tenemos que tener claro que es nuestra responsabilidad buscar la manera de guardarlos, devolverlos o buscarles una utilidad benéfica o social, siempre explicando brevemente, con calma y en el momento apropiado, los motivos a los niños.
-¿Cuál es la mejor edad y mejor manera de revelar a los niños la verdad sobre los Reyes Magos?
Cada niño y cada cultura o barrio es diferente; esto caerá por su propio peso y veremos señales que nos indican que ha llegado el momento de revelar a los niños la verdad. Y hay que buscar la manera de mantener viva la llama, la magia, pues, como decía Salustio, en el siglo I a.C, ‘que no sucediera, no significa que no sea importante’. Si podemos, hasta los 8 y 9 años. Eso dependerá también del grupo de niños en el que se relacione el menor en cuestión. Es importante que no se sienta sólo en su grupo de iguales defendiendo algo mágico. Cada niño sigue su proceso madurativo. Todo tiene su tiempo, su proceso y, como padres, hay que acompañar y estar disponibles para una conversación.
-Supongamos que en un ágape navideño se produce una desagradable escena entre adultos -algo más frecuente de lo que parece-. ¿Al menor hay que apartarlo enseguida de allí, o bien es recomendable que sea testigo para que empiece a aprender que en la vida adulta también hay problemas?
Una de las principales tareas de los padres es justamente filtrar el mundo adulto. El niño ya sabe que hay problemas y también sabe que se deberá enfrentar a ellos. Si la situación es desagradable, lo mejor es parar la situación por el bien de los niños: con esto les estamos mostrando que hay mejores momentos que una comida familiar para resolver los problemas. Si no está en nuestras manos frenar la escena, lo mejor es irse. Luego podremos encontrar momentos para hablar con ellos de lo sucedido. Es falso que al niño le vengan bien estas situaciones.
-En plena fiebre consumista, en la jornada de Reyes (6 de enero), un niño ve que un indigente pide limosna. ¿Qué deben decir los padres si la criatura pide una explicación?
El ejemplo del enunciado puede darse muy fácilmente, dado que los niños son muy observadores, y en estas épocas el contraste es mucho más perceptible. Y lo más importante es no dar la espalda a esa realidad, el menor debe de observarla y debemos explicársela. Concienciar a los niños sobre la pobreza debe ser algo progresivo, ya que no es necesario saturarles de información. ‘Hay que darles la verdad, pero no toda la verdad’. Comprender que hay desigualdad en el mundo puede hacerse mediante ejemplos de la vida diaria, hasta llegar a los extremos que vivimos hoy en día.
Es un buen momento para que los adultos aprendamos de los niños dejándoles hacer y reflexionar. Seguramente descubriremos que estamos llenos de prejuicios y que tener niños es el mejor regalo de las navidades (de hecho, es lo que se celebra, la llegada del Niño Jesús). Si estamos dispuestos, nos cambiarán mucho más que cualquier libro de autoayuda, debate de sobremesa, alta en gimnasios en enero y retiros de yoga y mindfulness.
Referencias
1. www.farmacosalud.com “Mucha gente quiere ir a sitios donde no exista prácticamente la Navidad”. Entrevista con el Dr. López Rodríguez (ASEPP). 2015 http://farmacosalud.com/mucha-gente-quiere-ir-sitios-donde-exista-practicamente-la-navidad/