Redacción Farmacosalud.com
Si bien Montserrat Álvarez Colorado, enfermera de Práctica Avanzada en Procesos Oncológicos Complejos (EPA-POC), confiesa no saber “si hay que tener algo especial para trabajar en oncología”, lo que sí tiene muy claro es que la asistencia a este tipo de enfermos tiene “una cosa que la hace única, y es que ‘engancha’. El que empieza a trabajar en oncología, ya no lo deja”. Álvarez Colorado, que trabaja en el Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, añade que “tanto pacientes como familiares/cuidadores manifiestan que los profesionales que trabajamos en esta Unidad estamos hechos de una ‘pasta especial’ que nos hace diferentes del resto de profesionales”.
Álvarez Colorado ha sido galardonada con la Distinción a la 'Enfermera más empática' en la categoría de atención a pacientes adultos en la II edición de las Distinciones 'Dama de la Lámpara' Florence Nightingale, certamen organizado por la Fundación Sandra Ibarra y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Estos premios han sido patrocinados por Reale Seguros, la compañía farmacéutica Roche y el Colegio de Enfermería de Madrid (CODEM), con la colaboración de la Embajada Británica y Chocron Joyeros. Las seis ganadoras se reparten en las tres categorías de ‘Enfermera más empática’, ‘Enfermera entrenadora’ y ‘Enfermera más llena de vida’, en dos ámbitos, hospital pediátrico y hospital de adultos.
Florence Nightingale fue la precursora de la enfermería profesional y da nombre al juramento que los profesionales de la Enfermería realizan al graduarse. Se la conoce como la ‘Dama de la Lámpara’ a raíz de un artículo que The Times publicó en 1855 sobre su trabajo con los heridos en la Guerra de Crimea. Se dice que, por las noches, la ‘Dama de la Lámpara’ hacía rondas para ver a sus pacientes con una lámpara de aceite en la mano, cuidadosa, para vigilar su estado sin molestarles. Esta humanización de la atención a enfermos y heridos y la importancia de su figura en la historia de la Enfermería hacen de Florence Nightingale la persona idónea para dar nombre a estos reconocimientos.
-Usted ha sido reconocida con la distinción a la ‘Enfermera más empática’ en la atención a pacientes adultos. ¿Por qué cree que merece este galardón?
Antes de trabajar como EPA-POC, he sido la enfermera fija en el turno de mañana y referente de la planta de Oncohematología del Hospital Virgen Macarena de Sevilla. Esta posición, conocedora de la mayoría de los pacientes y familiares que pasan por un proceso de estancia hospitalaria, me ha convertido, quizás, en esa figura cercana y allegada que ofrecía apoyo y soluciones. En un estado de salud altamente vulnerable, esos pacientes necesitaban de ese profesional que gestionara sus cuidados y cubriera sus necesidades básicas para promover su autorresponsabilidad, autonomía y autocuidados como pilar para su recuperación física y emocional.
No hay mayor regalo que el hecho de recibir un reconocimiento que parte del corazón y de los sentimientos de pacientes y familiares.
-¿Qué tipo de enfermos atiende usted, sólo enfermos oncológicos ingresados, o bien también enfermos oncológicos en visitas ambulatorias?
En la actualidad atiendo -en un porcentaje muy elevado- a pacientes ambulatorios que están pasando por un proceso oncológico complejo, siendo una servidora su referente a nivel hospitalario para coordinar una atención interniveles entre el Hospital y Atención Primaria y realizar así una valoración holística integral tanto del paciente como de los familiares/cuidadores, y ver cómo todo ello les afecta en su proyecto vital. Y lo hago apoyando el autocuidado y dando respuesta a las necesidades específicas que puedan surgir en este tipo de procesos.
-¿Para ser una/n buena/n profesional de Enfermería oncológica se necesita algo especial o diferente con respecto al resto de profesionales de Enfermería?
No sé si hay que tener algo especial para trabajar en oncología, probablemente profesionales de otras unidades dirían que, la suya, también es especial. Pero sí hay una cosa que la hace única, y es que ‘engancha’. El que empieza a trabajar en oncología, ya no lo deja. De hecho, la mayoría de los compañeros que trabajan en mi Unidad llevan muchos años trabajando en ella y son verdaderos expertos en la materia del cuidado asistencial oncológico.
Tanto pacientes como familiares/cuidadores manifiestan que los profesionales que trabajamos en esta Unidad estamos hechos de una ‘pasta especial’ que nos hace diferentes del resto de profesionales.
-¿Los pacientes valoran más la calidad humana de las enfermeras, o bien su calidad profesional, o ambas condiciones a la vez?
Estoy convencida de que ambas condiciones a la vez. Si bien es cierto que, de entrada, los pacientes oncológicos y sus familiares buscan la cercanía humana del profesional, es importante basarnos en Estándares de Calidad y Seguridad del paciente a fin de ofrecer una atención estandarizada que disminuya la variabilidad en la atención, asegure la continuidad y establezca barreras para la prevención de eventos adversos que puedan afectar al cuidado.
-¿Qué es lo más duro que ha visto usted como enfermera oncológica?
Sin duda, las despedidas… ese último adiós consciente y consecuente. Aun siendo lo más duro, brindar ese último deseo o favorecer ese legado, es muy gratificante.
-¿Y qué es lo más satisfactorio o emotivo que ha vivido usted como profesional de Enfermería?
La Unidad de Oncohematología del Hospital Virgen Macarena tiene un color distinto. Toda ella es especial, empezando por el gran equipo humano que lo forma. Lo que pasa en esas habitaciones se queda en mi retina y en mi corazón. Me quedo con eso. Porque pacientes, ha habido muchos. Hay bonitos recuerdos, personas agradecidas, altas hospitalarias, coros de música en Navidad, una boda, la ecografía a una mujer embarazada realizada un sábado para que una paciente escuchara el latido del corazón de la nueva vida que estaba a punto de llegar…