Dra. Mar Carmona Abellán / Redacción Farmacosalud.com
La microbiota intestinal es la comunidad de microorganismos vivos residentes en el tubo digestivo1. Existe una comunicación bidireccional directa entre el intestino y el sistema nervioso, a través del conocido como ‘eje intestino-cerebro’ que se establece a través de hormonas, neurotransmisores, el nervio vago o los metabolitos bacterianos de los microorganismos que residen en el tracto gastrointestinal. “Estas señales comunican directamente nuestro tubo digestivo con el sistema nervioso. Por tanto, la microbiota intestinal está en comunicación directa con el sistema nervioso. De hecho, la asociación entre el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central está presente en diferentes enfermedades neurológicas, entre ellas el Parkinson”, determina la Dra. Mar Carmona Abellán, facultativa del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de Basurto (Bilbao).
La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico degenerativo del que se desconoce su etiología, aunque se acepta que existe una susceptibilidad genética a agentes ambientales. Estos agentes ambientales incluyen hongos, bacterias y virus2. Tres microorganismos están directamente relacionados con un mayor riesgo estadístico de presentar Parkinson: el género de hongos Malassezia, la bacteria Helicobacter pylori y el virus de la hepatitis C2.
En escena, la sinucleína
“La etiología de la enfermedad de Parkinson es desconocida, no sabemos cuál es la causa de la degeneración de las neuronas dopaminérgicas; lo que sí sabemos es que existen agregados de proteínas en el cerebro de pacientes con Parkinson, concretamente de sinucleína. Estos agregados también se han encontrado en el tracto gastrointestinal de los pacientes con Parkinson”, detalla la Dra. Carmona, a su vez Profª. de la Facultad de Medicina de la Universidad de Deusto (Bilbao).
"Existen factores ambientales que se han asociado a la susceptibilidad de presentar esta patología, sin que esto implique causalidad. No en todos los casos se produce dicha relación", aduce la Dra. Carmona; por ejemplo, algunos estudios han encontrado una asociación inversa entre el tabaco y la enfermedad de Parkinson, “lo cual no significa que un fumador no pueda desarrollar la enfermedad. Se trata de estudios de asociación”, aclara la experta. La presencia de cualquier infección, así como la toma de antibióticos, la ingesta de fibra o incluso la dieta que se sigue desde el nacimiento, o la vía del parto, influyen en la microbiota. “Si en estos cambios que se van produciendo en la microbiota aparecen especies bacterianas pro-inflamatorias” pueden surgir procesos inflamatorios, de tal manera que “la inflamación podría alterar el sistema nervioso central y esto facilitar la agregación proteica de la sinucleína que tiene lugar en la enfermedad de Parkinson”, señala.
“Por otro lado -prosigue Carmona-, es conocido que determinadas infecciones que causan daño a nivel cerebral, igual que ocurre con tóxicos, drogas, pesticidas o lesiones cerebrales en determinadas regiones del cerebro, pueden producir un parkinsonismo, es decir, que estas lesiones dan lugar a los mismos síntomas que el Parkinson, en este caso por un daño directo sobre las neuronas dopaminérgicas, sin que se produzcan los mismos cambios anatomopatológicos que en la enfermedad de Parkinson”.
Resultados dispares de los estudios sobre la microbiota y la etiología del Parkinson
“Se desconoce si la microbiota está verdaderamente implicada en la etiología” (conjunto de causas) de esta afección neurológica o si algunos cambios son consecuencia de la misma, “ya que los resultados de los diferentes trabajos de investigación son dispares”, apunta la Dra. Carmona. Es posible que esta comunidad de microorganismos sea un factor modificador de la enfermedad en personas susceptibles. Se sabe que podría haber una influencia de la microbiota en el desarrollo de la enfermedad, dado que algunas especies de bacterias son pro-inflamatorias y otras anti-inflamatorias, cuyas actividades generan cambios que pueden influir en el sistema nervioso central. Incluso existe una hipótesis según la cual la enfermedad se iniciaría en el tracto gastrointestinal, de manera que los agregados proteicos se transmitirían desde el intestino hasta el cerebro, si bien “esta hipótesis no se cumple en todos los pacientes”, matiza la neuróloga.
“Sabemos que la composición de la microbiota en las personas con Parkinson difiere de la composición de sujetos considerados control, y que incluso con la evolución de la enfermedad la composición varía y se aleja más de los sujetos control. Los cambios inflamatorios que generan ciertas especies de bacterias podrían ser responsables de alteraciones a nivel molecular que influyen en el desarrollo de los síntomas de la patología y, en este sentido, la microbiota jugaría un papel importante. Aún queda por determinar, no obstante, por qué no influyen de la misma manera estos cambios en todos los pacientes”, destaca la Dra. Carmona.
Los pacientes pueden presentar estreñimiento años antes del debut de los síntomas motores
Existen patologías asociadas al estreñimiento, entre ellas destacan la diabetes mellitus o la enfermedad de Parkinson3. Los enfermos de Parkinson sufren de estreñimiento desde las fases prodrómicas (síntomas iniciales que preceden al desarrollo de una enfermedad), tal y como explica la facultativa del Hospital Universitario de Basurto: “Los pacientes con Parkinson pueden presentar estreñimiento mucho antes de tener sintomatología motora. Es decir, incluso años antes del debut de los conocidos síntomas motores (temblor, rigidez o lentitud de movimiento), el estreñimiento puede estar presente”.
La sintomatología gastrointestinal en la enfermedad de Parkinson es variada y frecuente: estreñimiento, lentitud en el vaciamiento gástrico, sialorrea, o disfagia. No siempre están presentes todos estos síntomas ni tampoco aparecen siempre en la misma etapa de la enfermedad, aunque son frecuentes, pueden variar en cada paciente e interferir de manera significativa en la calidad de vida de la persona afectada.
A pesar de que no existe tratamiento curativo para el Parkinson, se dispone de un arsenal terapéutico amplio que permite un buen control sintomático en cada una de las fases de progresión de la afección4. ¿Así pues, cómo puede influir la medicación para el Parkinson en la alteración (disbiosis) de la microbiota? Según Carmona, “la medicación para aliviar los síntomas de la enfermedad podría absorberse de manera diferente en personas con alteraciones de la microbiota, y por tanto modificar su eficacia. También sabemos que determinados cambios en la microbiota pueden incluso influir en la tolerancia de la medicación. Del mismo modo, se cree que determinados tratamientos que usamos para los síntomas del Parkinson podrían modificar la microbiota de los pacientes”. El sobrecrecimiento bacteriano o el estreñimiento, que pueden estar presentes en esta afección neurológica, “pueden modificar la absorción de la medicación y, por tanto, la eficacia de los diferentes fármacos que se pautan para los síntomas de la enfermedad”, establece Carmona.
Referencias
1. Icaza-Chávez ME. Microbiota intestinal en la salud y la enfermedad. Rev Gastroenterol Méx. 2013;78(4):240-248.
2. E. Fernández-Espejo. Microorganisms that are related with increased risk for Parkinson's disease. Neurologia (Engl Ed). 2020;S0213-4853(20)30301-7.
3. Corrales Fernández E, Brea Corral JM. Un paciente con estreñimiento. Med Integral. 2002;40(3):90-97.
4. Martínez-Fernández R, Gasca-Salas C, Sánchez-Ferro A, Obeso JA. Actualización en la enfermedad de Parkinson. Rev. Med. Clin. Condes.2016;27(3):363-379.