Redacción Farmacosalud.com
‘Los síntomas que todos padecemos’, el libro* del profesor Manuel Díaz-Rubio, presidente de Honor de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM), no tiene desperdicio. En el trabajo se ahonda en aquellas manifestaciones corporales que de vez en cuando nos ponen en un aprieto y que “en general no se pueden evitar, como mucho se pueden minimizar si es que uno sabe que pueden aparecer”, comenta el profesor. Que los pañales se usen para los bebés y para adultos con problemas de incontinencia es algo más que sabido. Pero que haya personas con miedo escénico que los usen para prevenirse de la conocida como meadilla del miedo -ganas de orinar por tener que aparecer en público- es toda una revelación. Para aquellos que tengan la tentación de partirse de risa ante la idea de imaginar a famosos con pañales a modo de ropa interior, deben saber que “nadie escapa” de los síntomas descritos en el libro, cuyas consecuencias han comportado en algunos casos “auténticos derrumbes y catástrofes personales, así como hundimiento de retos laborales en personas de una enorme valía”, asegura Díaz-Rubio. Y si el lector de estas líneas está a punto de participar en una reunión de gran trascendencia y alto compromiso público, esta entrevista puede servirle para tratar de evitar el ruido de tripas, una de las manifestaciones corporales más incómodas desde un punto de vista social: “evitarlo es difícil, pues es un síntoma que no está bajo nuestro control. No obstante a veces, puesto que se da en circunstancias en que el tracto digestivo está vacío, comer algo previamente puede ser efectivo”, remarca el autor del libro. Ya saben, si tienen un bocadillo a mano… ¡ñam!
-¿De los síntomas apuntados en el libro, cuál es el más fácil de evitar y cuál el más difícil?
Son todos muy similares y en general no se pueden evitar, como mucho se pueden minimizar si es que uno sabe que pueden aparecer estos síntomas. Lo llamativo e importante es que aparecen de improviso en los momentos más inesperados en la vida cotidiana. Nadie escapa a ellos y no tenemos el control sobre ninguno.
-¿De verdad el bostezo es contagioso?
Pues sí. Mucho más de lo que creemos. En general, se cree que el bostezo es producto del aburrimiento y ha sido considerado negativamente desde un punto de vista social, y por ello uno se tapa la boca. Sin embargo, hoy sabemos que tiene un marcado carácter de comunicación emocional, muy similar al reír o sonreír. De hecho, se puede producir en un grupo de personas simplemente porque uno realice 6 o 7 bostezos, aunque sean simulados. El bostezo forma parte de un comportamiento regulado por el diencéfalo con ritmos diarios muy primitivos como son el dormir, despertar, comer, relajarse o aparearse.
-Alude usted a la ‘meadilla del miedo’, que se produce justo antes de actuar en público (habitual en presentadores de televisión y artistas) ¿La mejor manera de combatir ‘la meadilla del miedo’ es aguantarse, con la esperanza de que esa sensación desaparecerá por sí sola una vez ya se esté actuando?
Pues no crea. La ‘meadilla del miedo’ es mucho más frecuente de lo que uno cree. Lo que sucede es que la gente no va contando lo que cree que son ‘sus miserias’ y de lo cual se avergüenza. No hay motivo para ello. Simplemente hay que interesarse por el tema para ver su alta frecuencia. Cuento en el libro como muchos personajes, que creemos tienen una seguridad y tablas para no padecer ninguno de estos síntomas, lo primero que hacen al llegar a un lugar es preguntar donde están los servicios. Actores de renombre ponen condiciones en sus contratos para disponer de un cuarto de baño, o lo llevan consigo. Otras muchas personas recurren simplemente a colocarse un pañal, pues tienen auténtico miedo escénico y saben que una de sus manifestaciones es esta. Como no hay forma de evitarlo, lo mejor será limitar la ingesta de líquidos ante una posible situación de riesgo y acudir al servicio previamente para su tranquilidad.
-¿Cuál de los síntomas que aparecen en el libro acostumbran a afectar a los médicos?
Bueno, los médicos son personas y como tal sus comportamientos son similares al resto. Es cierto que a veces viven situaciones muy tensas y límites y que ello puede hacer que estos síntomas se repitan con inusitada frecuencia. Pero como digo no son específicos de ninguna profesión o tipo de trabajo. No nos distinguimos, pues todos estamos hechos, valga la expresión, de la ‘misma pasta’.
-¿Los síntomas descritos en el libro pueden esconder una enfermedad grave?
No en principio. Queda muy bien explicado. No obstante, es evidente que un síntoma nuevo que aparece en una persona, un síntoma totalmente desconocido, puede ser el comienzo de algo diferente. Pero esto está más relacionado con síntomas dependientes de enfermedades y no de la normalidad. Cada uno se conoce y sabe que estos síntomas los padece con cierta frecuencia. Lo que quizás no conozca bien es que los demás los padecen igual que uno mismo. Este conocimiento nos hace ser mejores, más comprensivos e indulgentes con los demás.
-El ruido de tripas es uno de los más incómodos, desde un punto de vista social. ¿Cómo puede evitarse?
Lo cuento en el libro con anécdotas y sentido del humor. Evitarlo es difícil, pues es un síntoma que no está bajo nuestro control. No obstante a veces, puesto que se da en circunstancias en que el tracto digestivo está vacío, comer algo previamente puede ser efectivo. No obstante, la costumbre de darse golpecitos o cambiar de postura no suele dar buenos resultados.
-Usted comenta que “muchas de las personas que padecen estos síntomas con cierta frecuencia consideran que debido a ello han fracasado en diferentes aspectos de su vida, personal, social o laboral”. ¿Tan grave es, por poner un ejemplo, ruborizarse demasiado o tener una tos nerviosa?
Pues se aproxima a la verdad. Cuento algunos casos y anécdotas vividas en primera persona que demuestran lo mal que se sienten quienes los padecen y que su rendimiento en determinadas labores o momentos disminuye de forma considerable. El Diccionario de la Real Academia Española define el rubor como “color que la vergüenza saca al rostro y que le pone encendido”. Ya entiende que, en estas circunstancias, quien lo padece está en inferioridad de condiciones. En una sociedad muy demandante puede ser incluso un problema. El escritor y filósofo Jean-Jacques Rousseau decía “El que se ruboriza ya es culpable: la verdadera inocencia no siente vergüenza de nada”. De la tos inoportuna no se libra nadie. La tos nerviosa aparece inopinadamente, reiterada, ligada a un acto emocional y sin duda produce en el tosedor una frustración que le puede llevar al fracaso si se trata de un momento trascendente en su vida.
-¿Hasta qué punto los factores emocionales influyen en la manifestación de los síntomas descritos en el libro?
Pues de forma muy manifiesta en algunos de los síntomas relatados, aunque no en todos. Algunos como el estornudo, el ventoseo, la somnolencia, el ronquido o los ruidos de tripas no están básicamente relacionados con una situación emocional y, sin embargo, pueden producir los mismos efectos negativos en el día a día de cada persona.
-¿Su experiencia personal -en toda la extensión de la expresión- también ha servido para escribir dicho trabajo?
Evidentemente. Se trata de una reflexión personal sobre la influencia de estos síntomas en la vida cotidiana. A lo largo de toda una vida, como médico y persona, he visto de todo en relación a la presentación de estos síntomas de forma inesperada. He reflexionado mucho sobre ello. Auténticos derrumbes y catástrofes personales, así como hundimiento de retos laborales en personas de una enorme valía. Muchos de los casos contados son confidencias de personas que creían padecer alguna enfermedad y ayudarles a comprender que forma parte de la personalidad de todos les seres humanos les ayudó considerablemente. Sé que he ayudado a mucha gente simplemente escuchando. Ahora lo he escrito y creo que su lectura puede ayudar a mucha gente a no considerarse inferior a otros. A todos nos pasan las mismas cosas.
-Cuéntenos una anécdota de personajes famosos que esté en su libro y que le gustaría destacar…
Destacar algo o a alguien siempre es peligroso, pues uno seguramente no se comporta con justicia. Son tantos los casos comentados que es difícil destacar alguno. Hay anécdotas de Reyes, Papas, Políticos, Escritores, Profesores, Empresarios, Actores, etc, y gente muy llana que llegan a lo más hondo, y uno rápidamente se identifica con estos episodios.
* Arán ediciones