Redacción Farmacosalud.com
El curso escolar 2020-2021 ya está aquí y puede ocurrir que, al empezar las clases o bien durante el curso, algún niño o alguien de su entorno familiar contraiga el coronavirus causante del COVID-19, por lo que dicho niño deberá dejar provisionalmente el ‘cole’ hasta que él se cure, o bien hasta que haya finalizado la cuarentena decretada en su casa con motivo del contagio o contagios detectados. Uno de los riesgos que se vislumbran en el horizonte es que algunos alumnos estigmaticen a ese menor cuando vuelva a clase tras el período de aislamiento. “La estigmatización de los niños o adultos en cualquier situación de enfermedad depende, fundamentalmente, del manejo que hagan las personas a cargo de la información disponible, y de la manera en que afronten la situación en términos generales de salud, y más específicamente en términos de salud mental. La lucha contra la estigmatización es clave en el trabajo de los profesionales de la Salud Mental, y también de los profesores que tienen a su cargo niños con problemas de Salud Mental”, explica la Dra. Mara Parellada, miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB).
“La estigmatización depende de las connotaciones de responsabilidad y culpa que los adultos que rodean al niño atribuyan al problema que éste padece -señala Parellada-. En el caso actual de la pandemia, está a la orden del día que algunos alumnos se infecten y tengan que hacer aislamiento, y que sus compañeros y profesores tengan que hacer aislamiento y/o cuarentena también según cada normativa y en cada momento. De hecho, ya hay colegios que han tenido que enviar clases enteras a casa. Además, hay tantas posibilidades de que un niño no vaya al colegio actualmente (riesgo en casa por persona mayor, contacto en cualquier sitio público incluidos los necesarios para llegar al colegio, contacto con padres con trabajos esenciales…) que la estigmatización no debería ser ningún problema, y, si sucede en algún caso, cabe decir que el verdadero problema lo tiene la persona que trasmite la información -y por cómo lo hace-. Los profesores, si testifican alguna actitud así, tienen la responsabilidad de tomar medidas, en primer lugar, pedagógicas e informativas, para que esto no continúe”.
“Cualquiera puede contagiarse”
Asimismo, se corre el riesgo de que los padres de los alumnos estigmaticen -sin querer, claro- a ese niño con COVID-19 ya curado (o que ha pasado una cuarentena familiar) y que ya ha vuelto a clase. También preocupa que todo ello acabe repercutiendo negativamente en el trato que los hijos de esos padres dispensen a dicho compañero de clase. “Vaya por delante que la información de salud es privada. Sin embargo, es evidente que, en muchas situaciones, la información trasciende: aunque se vayan todos los niños de la clase a casa, en la siguiente ocasión en que un niño de la clase enferme, el que ya tuvo la infección y está inmunizado quizás no tenga por qué volver a hacer cuarentena... pero también hay otras razones. Como comentaba antes, es una cuestión de información adecuada y oportuna el que los padres entiendan lo absurdo de la estigmatización”, comenta la experta, a su vez coordinadora de Atención Médica Integral a Trastornos del Espectro Autista del Hospital Gregorio Marañón (Madrid) y miembro de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNyA).
En este escenario de pandemia, recuerda a www.farmacosalud.com la Dra. Parellada, “cualquiera puede contagiarse. Es verdad que hemos visto barbaridades, como estigmatizar a sanitarios trabajando a destajo por su evidente mayor riesgo de contagio, en lugar de cuidarlos y protegerlos, así que el riesgo de señalar a alguien puede ocurrir a veces. Creo que estas situaciones se deben manejar con una buena comunicación. El mensaje que debería imperar es la responsabilidad de cumplir con las medidas de prevención de contagio que se establecen en cada momento y con las medidas de aislamiento/cuarentena si se da el caso. Debería señalarse la irresponsabilidad de los ciudadanos que no las cumplan, no la vulnerabilidad de quien se contagia”.
“Sin un incremento de responsabilidad compartida es muy difícil amortiguar el efecto de la pandemia”
La Dra. Parellada insiste en que sólo una buena estrategia de comunicación puede evitar que se demonice a aquellos niños que han tenido el coronavirus o que han pasado una cuarentena por tener algún miembro de su entorno enfermo. Es por ello que Parellada apuesta por ofrecer “información, información e información realista y precisa. En situación de pandemia, donde un porcentaje alto de la población se ha contagiado o se va a contagiar, infectarse no debería ser un problema mayor. Si ocurre, es necesario explicar quiénes se pueden contagiar, cómo y por qué, qué hace a unos vulnerables -su profesión, su edad, su precaria salud- y transformar actitudes negativas hacia los contagiados en actitudes de ayuda, comprensión y protección”.
A su juicio, “debería producir indignación e ímpetu para minimizarlo y no vergüenza o pudor que se contagien personas con riesgos conocidos. La educación de la población general es clave, porque sin un incremento de responsabilidad compartida es muy difícil que se amortigüe en todo lo posible el efecto de una pandemia como la que estamos viviendo”.
La Salud Mental, clave en las decisiones sobre la vuelta al ‘cole’
Lo que está claro es que el escenario cambiante a nivel de salud pública que se está experimentando impacta directamente en la organización del sistema sanitario y del sistema educativo, que en algunos aspectos son interdependientes. Según las resoluciones de las instituciones educativas, la vuelta al colegio tiene que ser presencial para todos los niños de Educación Primaria y Educación Especial. Las instrucciones, tanto del Ministerio como de las Consejerías, están enfocadas en esa línea aludiendo a la imprescindible figura del docente en la educación de los niños, cuestión casi incontestable para la generalidad de los menores y la mayoría de los momentos, según indican mediante un comunicado la SEP y la SEPB.
Pero en una coyuntura tan compleja y cambiante como la actual se deben tener en cuenta una serie de consideraciones a la hora de tomar decisiones sobre salud y entorno escolar, como por ejemplo el hecho de dictaminar si un niño debe acudir o no de forma presencial al colegio. Según la Dra. Parellada, hay, al menos, cuatro aspectos a considerar:
1. La capacidad de los niños de cumplir con las recomendaciones sanitarias de reducción de contagio. Un gran número de menores con discapacidad intelectual o con patologías neurológicas o de salud mental pueden presentar problemas a la hora de tener una adecuada comprensión de las indicaciones o de su razonabilidad, lo que dificulta el uso adecuado de la mascarilla o las oportunidades de poder minimizar el contacto físico con otros niños.
2. La vulnerabilidad de salud específica de algunos niños, especialmente en el caso de aquellos con afectación de cualquier tipo en el sistema nervioso central. Cada vez se acumula más evidencia del posible impacto neurológico de la infección por SARS-CoV-2. La alteración previa en el neurodesarrollo y la limitada capacidad de reparación ante nuevas noxas (como una infección viral de afectación neurológica) tiene probablemente un impacto de mayores consecuencias en estos pacientes pediátricos.
3. La situación socioeconómica y laboral de la familia. La convivencia con abuelos o los riesgos en relación con la continuidad de los trabajos de los padres en escenarios cambiantes de necesidad de cuidado de hijos son aspectos importantes. El primero de los escenarios (convivencia con personas mayores) puede aumentar el riesgo de salud familiar derivado de un potencial contagio. El segundo, además del impacto económico, supone un factor estresante de alto nivel (la posible pérdida de ingresos) que impacta en la salud mental de la familia y de sus componentes. Cualquier situación de desventaja social o experiencias vitales previas que incrementen la ansiedad o miedo de la familia en relación con la enfermedad pueden inclinar la balanza hacia el perjuicio (frente al beneficio) de la presencialidad, en menores concretos.
4. Adecuación de los centros escolares a las normas sanitarias. El cumplimiento estricto de medidas sanitarias en algunos colegios, especialmente en centros de educación especial o con niños sin capacidad de cumplir con las acciones individuales que deben adoptar todas las personas en este contexto de pandemia, comporta que en estos entornos las medidas sanitarias (presencia de Enfermería, mayor número de profesionales para tener suficiente capacidad para monitorización de síntomas, infectados y aislamientos, realización de test apropiados en cada momento, etc.) deban estar totalmente garantizadas.
La relación con iguales, factor importante en el desarrollo socioemocional
“El desarrollo de los niños se ve afectado por múltiples factores individuales (de fortaleza y de vulnerabilidad), familiares y del entorno (incluyendo la escuela)”, asegura la Dra. Parellada. La relación con iguales, habitual en entornos estructurados y no estructurados (aula, patio), es un factor importante en el desarrollo socioemocional de los niños, pero no el más importante en todos los casos en situaciones cambiantes e impredecibles como las actuales, cuando se necesitan respuestas individualizadas según el balance beneficio-riesgo de cara al desarrollo, salud y educación de cada individuo.
“En esta situación, más que nunca, es necesario buscar las mejores soluciones, replicando aquellas de comunidades autónomas y de otros países donde se están teniendo en cuenta múltiples factores y la opinión de distintos expertos en distintas disciplinas", aduce la facultativa. Sólo se podrán alcanzar las directrices adecuadas poniendo a los menores "en el foco de las decisiones y normativas”, concluye.