Redacción Farmacosalud.com
‘No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy’. Es un refrán archiconocido que a oídos de los llamados procrastinadores se convierte, muy probablemente, en algo así como un chirrido sin sentido. “Hablamos de procrastinación cuando el acto de dilatar, diferir, postergar o suspender tareas importantes se convierte en una forma de vida que perjudica los resultados académicos, laborales o/y los vínculos afectivos”, explican Gloria Husmann, psicóloga, ex docente universitaria y terapeuta individual y familiar, y la socióloga y ex docente universitaria Graciela Chiale. Ellas son las autoras del libro ‘Procrastinación: el acto de postergarse en la vida’, manual en el que se aborda un problema que, según aseguran, está en fase de expansión: “Este tipo de trastorno en el comportamiento es en la actualidad mucho más frecuente. Las amenazas psicológicas de la vida actual, la valoración de la velocidad, gratificación inmediata, intolerancia a la frustración, ansiedad, depresión, etc., contribuyen a que este trastorno se incremente”.
Y es que procrastinar es algo mucho más serio de lo que pueda parecer, en tanto que “los procrastinadores desarrollan malos hábitos, postergan indefinidamente los controles médicos y viven en un estado casi permanente de estrés”, comentan Husmann y Chiale. A lo que añaden: “Cada caso es particular. En muchos, es necesario hacer la derivación a psiquiatría”. Lo dicho... un problema mucho más serio de lo que pueda parecer.
-La procrastinación es el acto de aplazar tareas en la vida. ¿Cuándo esta conducta deja de ser un comportamiento más y se convierte en un problema?
Todos postergamos o dejamos de hacer algo alguna vez. Pero hablamos de procrastinación cuando el acto de dilatar, diferir, postergar o suspender tareas importantes se convierte en una forma de vida que perjudica los resultados académicos, laborales o/y los vínculos afectivos. En la actualidad las neurociencias manifiestan su preocupación por la incidencia de este trastorno en las enfermedades cardiológicas. Los procrastinadores desarrollan malos hábitos, postergan indefinidamente los controles médicos y viven en un estado casi permanente de estrés.
-Ustedes, que son las autoras del libro ‘Procrastinación: el acto de postergarse en la vida’, consideran que todos procrastinamos, tal y como acaban de apuntar en la anterior pregunta. En caso de que una persona abuse de los aplazamientos de tareas, ¿estamos ante un comportamiento equivocado, un trastorno o una enfermedad?
El comportamiento de un procrastinador generalmente es equivocado. Nosotras hablamos de trastorno. En el libro hay un test que hemos diseñado con la intención de que las personas que sospechen que pueden ser procrastinadoras tengan la posibilidad de autoevaluarse. Sin embargo, de ninguna manera la autoevaluación puede reemplazar a la terapia. Es solo una herramienta que ayuda a detectar el trastorno y, en caso de detectarse, es conveniente buscar ayuda profesional.
-Del contenido del libro se entiende que aplazar tareas, como conducta, siempre ha existido. ¿Pero, desde un punto de vista estrictamente científico, estamos hablando de la identificación de un nuevo problema psicológico?
Son muchos los padecimientos que se pueden observar a partir de una trayectoria histórica. Sin embargo, desde lo empírico, este tipo de trastorno en el comportamiento es en la actualidad mucho más frecuente. Las amenazas psicológicas de la vida actual, la valoración de la velocidad, gratificación inmediata, intolerancia a la frustración, ansiedad, depresión, etc., contribuyen a que este trastorno se incremente.
-¿Existe algún tipo de estudio de prevalencia sobre la procrastinación cuando ésta se convierte en problemática para el propio individuo?
No encontramos estudios previos que respondieran específicamente a nuestros interrogantes y objetivos. Por esa razón hicimos una investigación exploratoria que dio origen a este libro. Nuestro principal objetivo fue conocer las conductas de las personas procrastinadoras y la forma en que padecen este problema, sean estas consecuencias físicas o psicológicas. Investigamos la reacción que estas conductas provocan en el entorno familiar, laboral, social, etc. como también las estrategias que se emplean para justificar esa postergación crónica.
Para nuestro trabajo de campo partimos de la siguiente hipótesis:
-Las conductas procrastinadoras deterioran la calidad de vida de las personas.
-Muchas personas con este tipo de conductas no saben que hay muchas otras que padecen el mismo problema.
-Postergan porque confían mucho en sus capacidades y posibilidades.
-Tienen tendencia a calcular erróneamente el tiempo necesario para planificar sus tareas y obligaciones.
-Son invadidos por una catarata de ideas que les impide la concreción de alguna de ellas.
-Antes de comenzar a hacer algo, tienden a distraerse con actividades de esparcimiento.
-Se esfuerzan en justificar su atraso o incumplimiento.
-El perfil de un procrastinador es el de una persona con un intenso miedo al fracaso que se refugia con mucha frecuencia en un mundo ilusorio, utópico. Creen que ellos son más débiles que los demás y, debido a su baja tolerancia a la frustración, se les hace imposible cualquier contrariedad. Frente al riesgo de fracasar, no hacen nada. ¿Quiere ello decir que el procrastinado es un sujeto inactivo, apático, o bien su baja tolerancia a la frustración puede degenerar en agresividad?
Empecemos por decir que un procrastinador procrastina porque en ese momento no puede hacer otra cosa. Generalmente es un individuo que se retrae entrando, en algunos casos, en una parálisis de iniciativas. Pero también puede ocurrir que ‘huya hacia adelante’ utilizando el humor y aparentando una actividad que nunca concreta en resultados positivos. Ej: se compromete a adquirir algún objeto, pero nunca termina de averiguar precios por Internet. La compra nunca se concreta.
En algunos casos, según cual sea su trastorno de base, pueden realizar actos impulsivos.
-Ustedes consideran que, en los casos más graves, los procrastinados sufren frustración y disminución de la autoestima. Además, este problema puede estar asociado a trastornos de ansiedad, tales como trastorno del pánico, fobia social, depresión o trastorno obsesivo compulsivo, entre otros. ¿Procrastinar desemboca en la aparición de esos trastornos, o bien éstos -o alguno de ellos- contribuyen al desarrollo de la procrastinación?
Cuando se trata de trastornos psicológicos, nada es lineal ni está tan claro. La psiquis humana es enmarañada; quizás esa sea la razón por la cual resulte tan fascinante. De todas formas, en nuestra experiencia los trastornos son preexistentes.
-¿Para el procrastinador procede únicamente terapia psicológica, o bien puede ser necesario derivarlo a un psiquiatra para una posible medicación farmacológica?
Cada caso es particular. En muchos, es necesario hacer la derivación a psiquiatría. Pero el sostenimiento del tratamiento terapéutico es recomendable porque se puede trabajar con las conductas del paciente para lograr que sean cada vez más asertivas.
-¿Qué se puede encontrar en el libro ‘Procrastinación: el acto de postergarse en la vida’?¿Se encuentran soluciones para el problema?
No hay ‘recetas mágicas’ que permitan superar este trastorno. Nosotras no creemos en la magia sino en el compromiso y el esfuerzo personal para lograr transformar la pro-crastinación en pro-acción. Por esa razón presentamos en el libro algunos ‘tips’ que ayudarán a la organización del esfuerzo. Si bien estos ‘tips’ no son para todo tipo de procrastinación, cada persona podrá escoger cuáles de ellos les resultan funcionales.