Redacción Farmacosalud.com / Dra. Cancelo
Según la doctora María Jesús Cancelo, jefe de Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Guadalajara y Secretaria General de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), “la administración de probióticos se ha mostrado eficaz en la recuperación del equilibrio de la microbiota vaginal tanto en las mujeres en edad fértil como en la menopausia”. La microbiota vaginal es un ecosistema complejo y dinámico que tiene unas características propias, bien definidas y que se encuentra en equilibrio gracias a los mecanismos de defensa fisiológicos propios de la vagina. Diversos factores pueden actuar y alterar este delicado equilibrio, haciendo que microorganismos con capacidad de producir infecciones proliferen y causen cuadros patológicos infecciosos.
El componente principal de la microbiota vaginal es el Lactobacilo. El recuento de bacterias ronda los 100.000 por ml de fluido vaginal. Usando técnicas de secuenciación genómica, han sido identificadas unas 250 especies de bacterias en la vagina. “Además de lactobacilos, otras especies cohabitan en delicado equilibrio en la mujer sana. La rotura de este equilibrio, bien por la reducción de la población de lactobacilos o por el sobrecrecimiento de otras especies, se traducirá en la presencia de síntomas y signos asociados a vaginitis o vaginosis, algo que se conoce como disbiosis. Esta situación es frecuente en las mujeres de cualquier edad y aunque resulta difícil establecer la prevalencia real debido a que muchos episodios son autodiagnosticados y tratados por la propia mujer, suponen alrededor de una de cada cuatro consultas que recibe el ginecólogo”, explica la doctora Cancelo.
“Se han identificado modificaciones en la microbiota a lo largo del ciclo menstrual”
Entre los factores que influyen en dicho desequilibrio se pueden diferenciar factores endógenos presentes en la propia mujer y otros exógenos que pueden afectar desde el exterior. Entre los primeros, la propia genética determinará la composición de la microbiota; además, el estado hormonal hace que las condiciones de la vagina y de la microbiota sean diferentes según la etapa de la vida de la mujer, todo ello relacionado con la producción de estrógenos por parte de los ovarios. “Incluso se han identificado modificaciones en la composición de la microbiota a lo largo del ciclo menstrual”, revela la ginecóloga.
“Entre los factores externos, el inicio de la actividad sexual marca cambios en la composición de la microbiota. Ésta también sufre modificaciones por la administración de fármacos como los antibióticos, incluso por el tipo de higiene genital que se practique o por el consumo de tabaco. Además, el estrés y el tipo de dieta pueden influir”, agrega.
El papel de los microorganismos dominantes en la vagina (los lactobacilos) es el de acidificar el medio vaginal y competir con el resto de microorganismos -algunos de los cuales potencialmente patógenos-, de forma que mientras están presentes limitan el sobrecrecimiento de estos últimos. Si esto no ocurre así es cuando se producen las infecciones vaginales. Las más frecuentes son las vaginosis y las infecciones por hongos como cándida. Se han identificado patrones generales de microbiota vaginal que tienden a diferenciarse entre mujeres con y sin vaginosis.
Restablecer el equilibrio entre los agentes defensores y los potencialmente patógenos
“Cuando la concentración de lactobacilos en la vagina disminuye por debajo de un nivel crítico, esta circunstancia es aprovechada por microorganismos que se encuentran habitualmente en la vagina sana, o por otros de origen exógeno, que proliferarán hasta hacerse dominantes, comportándose así como patógenos oportunistas. Los probióticos tienen el objetivo terapéutico de restablecer el equilibrio en la vagina entre los microorganismos defensores y los potencialmente patógenos para evitar que el crecimiento exagerado de estos últimos produzcan infecciones vaginales”, señala Cancelo.
En la mujer que está en edad reproductiva la fuente más importante de estrógenos es el ovario. Los niveles circulantes varían en las diferentes etapas de la vida de la mujer. En la menopausia se produce una caída drástica de los niveles de estrógenos, y los estrógenos son fundamentales en el mantenimiento de los lactobacilos. “La administración de probióticos -afirma la facultativa- se ha mostrado eficaz en la recuperación del equilibrio de la microbiota vaginal tanto en las mujeres en edad fértil como en la menopausia. La administración de probióticos con el objetivo de recuperar el equilibrio de la microbiota vaginal estaría indicada en cualquier momento evolutivo de la vida de la mujer en la que se haya producido un desequilibrio entre los microorganismos defensivos y los potencialmente patógenos. La menopausia es un momento especial, ya que la producción de estrógenos está muy reducida y ello afecta a las características no solo anatómicas sino también funcionales de la vagina, lo que las hace más susceptibles a las infecciones”.
“Se comercializan composiciones que se asemejan a la microbiota de las mujeres sanas”
Llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿Los probióticos son menos eficaces como agentes protectores si la paciente sufre alguna afección ginecológica no vinculada con la microbiota? Cancelo responde lo siguiente: “No cabe duda de que hay situaciones patológicas en las cuales el problema de base del desequilibrio de la microbiota tiene un origen general más que local. Por ejemplo, en el caso de enfermedades que afectan la inmunidad general, o bien en la utilización de tratamientos como inmunosupresores, el efecto de los probióticos puede verse limitado... si bien éstos también suponen una ayuda en el intento de recuperar el equilibrio de la microbiota”.
“En la actualidad se está llevando a cabo una gran investigación para conocer la composición de la microbiota, no solo vaginal, sino también intestinal y de otras localizaciones, con el objetivo de conocer la composición de la microbiota de aquellas personas que presentan una mayor resistencia a las infecciones. Nuevas formas terapéuticas que, como los probióticos, intentan reconstituir el patrón estándar de la microbiota a partir del aporte de lactobacilos están cobrando gran interés. En forma de producto liofilizado (cápsulas vaginales o tampones), o en otros sustratos, han demostrado eficacia tanto en la prevención como en el tratamiento y, en la actualidad, se considera su papel en la prevención como adjuntos al tratamiento antibiótico o incluso como sustitutos del mismo”, detalla la experta.
“En este sentido -continúa la Secretaria General de la SEGO-, se conoce que la composición de la microbiota vaginal es diferente en las mujeres que frecuentemente tienen infecciones vaginales en comparación con las que nunca presentan este problema. Es por ello que se comercializan preparados con composiciones que se asemejan a la microbiota de las mujeres sanas”.
“Son apasionantes las informaciones que se producen sobre el mundo de la microbiota”
Está claro que, para la doctora Cancelo, a los probióticos les queda mucho recorrido por delante en cuanto a la protección de la microbiota vaginal: “Son apasionantes las informaciones que se están produciendo sobre el mundo de la microbiota en campos tan heterogéneos como la obesidad o las enfermedades intestinales infantiles. En los próximos años dispondremos de informaciones derivadas de estas investigaciones que darán explicación a interrogantes que tenemos en la actualidad en la práctica clínica como son las diferentes respuestas a los tratamientos o las recidivas que se manifiestan en algunas mujeres. Estaremos muy atentos a estas investigaciones”.